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Roberto empezó a hacer churros por necesidad y ahora son su pasión
Roberto Yáñez tenía 52 años cuando quedó sin trabajo y empezó a hacer churros por necesidad, ahora son su pasión. El gastronómico contó cuál fue el secreto de su éxito.
POR REDACCIÓN
Una conocida frase que se atribuye a Walt Disney reza: "Hagas lo que hagas, hazlo tan bien, que cuando la gente vuelva además traigan a sus amigos". Este parece ser el principio rector en la vida de Roberto Yáñez un hombre que a los 52 años se quedó sin trabajo, empezó a hacer churros por necesidad y ahora son su pasión.
Desde hace más de 10 años que Roberto es propietario de Churros El Tata, uno de los comercios gastronómicos más conocidos de Rawson. En entrevista con Huarpe Tv el hombre contó que hasta los 52 años trabajó en una empresa y cuando lo despidieron sintió que se le venía "el mundo encima".
Tras los primeros momentos de lógica angustia, el hombre empezó a analizar qué podría hacer para ganarse el pan, fue así que pensó en hacer churros. "Se me dio por hacer churros, sin saber cómo era el churro, empecé a insistir a probar de una manera de otra, hasta que aprendí", contó Roberto.
El hombre contó que empezó vendiendo churros en la puerta de su casa, "me iba bien, a la gente le gustaba lo que hacía", recordó el especialista en churros y agregó que tras los primeros éxitos decidió hacer un pequeño salón. "Puse dos mesitas, empecé con el café con leche para llevar, café al paso y así fui creciendo despacito, tranquilo nunca me imagine que me iba a ir así de bien", aseguró.
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Con el paso del tiempo el negocio se fue ampliando, ahora en el emprendimiento familiar trabajan allí la esposa de Roberto y sus hijos. El orgulloso dueño aclaró que él solo hace rueda de churros, pero no vende los rellenos. En este local se puede encontrar café, chocolate, mate cocido y una gran variedad de té.
Ante la pregunta de por qué el nombre de Churros El Tata, el hombre contó que cuando iba a abrir el negocio su nieto le decía Tata y los chicos del vecindario también comenzaron a decirle así, por lo que sintió como algo natural que este negocio lleve por nombre el apodo con el que lo conocen en el barrio.
Más allá del éxito comercial del negocio, Roberto destacó que "cuando un cliente se va satisfecho eso lo llena de orgullo". El hombre contó que hace unos días una persona de Mendoza fue a comer allí después de que un conocido le recomendara el local, "esto es algo muy lindo", aseguró el gastronómico quien antes de ir a seguir cocinando aseguró que "si uno se lo propone logra el éxito, no hay que bajar los brazos jamás", cerró.