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Cruzó el cielo sanjuanino e hizo historia: se retiró el destacado piloto Walter Gallardo

En casi todos los momentos históricos de los últimos 40 años en los que hizo falta un avión o un helicóptero, ahí estaba la mano del piloto. El anecdotario de un "infalible".

POR REDACCIÓN

13 de julio de 2022

Walter Gallardo empezó en el mundo aeronáutico cuando tenía apenas 17 años, hoy tiene 65. Con cerca de 40 años de experiencia en la Dirección Provincial de Aeronáutica, el histórico piloto se convirtió en el hombre de confianza de gran parte de los políticos que pisaron Casa de Gobierno. Dejó un gran legado, le enseñó a pilotear a muchos de los profesionales que hoy por hoy transitan el cielo sanjuanino. Pero su destino cambió y decidió retirarse de las tareas públicas. Esta es la historia de uno de los aviadores más importantes de San Juan, del anecdotario viviente, de los momentos históricos más destacados.

El piloto sanjuanino arrancó a pilotear apenas salió de la adolescencia. Por pura casualidad, como en una película de romance, se topó con los aviones y los helicópteros cuando menos lo esperaba. Iba a una escuela nocturna en Buenos Aires, provincia en la que vivía junto a su familia en una pensión. Como todo joven de esa edad que cursa su último año escolar, a Walter y a su amigo Mario Romera les inquietaba qué hacer cuando terminaran la escuela.

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Romera, también sanjuanino, le hizo una propuesta: él era cartero y le llevaba cartas a un hombre que creía que era piloto. “¿Y si somos pilotos?”, le preguntó. Al fin de semana siguiente, este cliente de su amigo los llevó a una escuela aeronáutica.

La primera vez que Gallardo pisó un avión se descompuso. Pero, después de acostumbrarse, se dio cuenta de que esos aparatos con alas sí eran su pasión. Tenía ímpetu y una futura profesión elegida, pero sabía que el camino para llegar a ser piloto era sinuoso.

“Vivíamos con mis padres y mis hermanos en una pensión, mi papá era remisero y yo trabajaba en una farmacia. Tenía que pagarme cada hora de vuelo y por ahí mi viejo me decía que no íbamos a poder”, contó al respecto.

A puro pulmón y trabajo juntó las 40 horas que le hacían falta para convertirse en piloto privado. Poco a poco la profesión se iba afianzando, pero la situación en Argentina se complicó y la familia debió emigrar durante la última dictadura militar.  

“Después se hizo muy difícil la cosa. Nos fuimos a Venezuela, pero no nos dejaron entrar y llegamos a Ecuador sin un peso. En ese país vendimos material didáctico en colegios e institutos. Ahí nos fue muy bien”, comentó.

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El helicóptero con el que rescató a Gioja estuvo en la guerra de Vietnam. Foto: Mariano Martín // DIARIO HUARPE.

Con el dinero que juntó vendiendo material didáctico y con un préstamo personal que sacó su hermana, Gallardo pudo obtener la plata para pagar el resto de las horas que le faltaban para recibirse de piloto comercial, en el Instituto Nacional de Aviación Civil. Allí comenzó su otro romance: el helicóptero. La dictadura había complicado la aviación civil y no había pilotos para cumplir trabajos de esas características, por lo que hizo un curso para cubrir trabajos civiles.

La Guerra de Malvinas dejó sin trabajo a los pilotos civiles en Buenos Aires y ahí fue cuando a Walter se le cruzó la idea de regresar a San Juan. Un primo que fue intendente de Valle Fértil le presentó al por entonces gobernador de la provincia, Eduardo Pósleman, y le pidió por favor que si le podía dar trabajo.

A pesar de que ese pedido no surtió efecto, Gallardo, que trabajaba de taxista en aquel entonces, salía a trabajar de saco y corbata para estar preparado por cualquier cosa. En sus momentos libres iba a Casa de Gobierno y rondaba los alrededores. Un poco por cansancio y un poco porque ya lo conocían, en 1984 renunciaron tres pilotos a la Dirección Provincial de Aeronáutica y lo tuvieron en cuenta. Fue ahí que consiguió su trabajo en el Estado y, finalmente, se trajo consigo a su familia y a su hijo.

Trabajando para la Dirección Provincial de Aeronáutica, Walter tiene miles de anécdotas. El cielo sanjuanino tiene mucha historia para contar. Sin embargo, la más fuerte y la más significativa es cuando sufrió una caída en plena cordillera.

El 7 de agosto de 1987, junto a dos empleados de Hidráulica de la Provincia, Manuel García y Alberto Medalla, viajaban en helicóptero para medir la cantidad de nieve caída en la cordillera sanjuanina. Era un procedimiento de rutina, pero una gran tormenta obligó a Gallardo a forzar un aterrizaje que terminó con el helicóptero dado una vuelta de 90º.

El adiós a sus instrumentos de trabajo. Foto: Mariano Martín // DIARIO HUARPE.

La parte de adelante del fuselaje se destruyó y debieron quedarse en la parte de atrás, en un lugar completamente reducido para tres personas. La cabina del Bell Ranger 206 quedó en posición vertical y así tuvieron que vivir durante nueve días.

“Unos quedábamos como haciendo equilibrio y el otro estaba recostado en el piso. Así nos turnábamos. No estábamos asustados por la falta de comida, pero el frío y la sed eran insoportables”, explicó.

Los tres sobrevivieron y fueron rescatados por unos pilotos mendocinos. Resistieron derritiendo nieve con una vela para tomar un sorbo de agua cada uno y orinando solo una vez al día. Los -34º eran insoportables.

Walter vivió para protagonizar otro de los momentos históricos más importantes de la provincia. Él mismo la nombra como una de las historias que vale la pena contar. El 11 de octubre del 2013 se precipitó al suelo en Valle Fértil el helicóptero donde iba el por entonces gobernador de la provincia, José Luis Gioja; el secretario de la Unidad de Gobernación, Héctor Pérez; y los diputados nacionales Daniel Tomas y Margarita Ferrá de Bartol.

Ferrá de Bartol murió, mientras que los otros tres ocupantes quedaron gravemente heridos. Según dicen, en el único piloto que confiaba Gioja para traerlo de nuevo al Gran San Juan era Gallardo.

“Normalmente todos los gobernadores confiaban en mí, por una cuestión de experiencia. Te aseguro que la única oportunidad que tenía de sobrevivir era que alguien lo trajera y tenía que confiar”, comentó al respecto.

Gallardo admite que Gioja sí confiaba en él, pero lo que dice es que en ese momento tan delicado cualquiera de sus compañeros era idóneo para completar el trabajo.

Si bien estas son las anécdotas más importantes que tiene para contar, también nombró otras. Una es el caso de un joven que trasladó en un viaje sanitario con el brazo amputado y que, después de diez años, se encontró de casualidad.

“Diez años después de que lo llevé a Buenos Aires de urgencia, me lo encontré en la Difunta Correa. Tenía sus dos brazos”, explicó.

Casi 40 años de carrera en la provincia y cientos de anécdotas después, Walter tendrá que colgar sus auriculares y sus gafas. Pero está tranquilo: dejó un legado grandísimo de pilotos en San Juan. “Dejo dos hijos en la Dirección Provincial de Aeronáutica, ellos saben cómo pienso y cómo me manejo. Para que tengas una idea, casi todos los pilotos aprendieron a volar conmigo”, sostuvo.

Se muestra conforme con una carrera, con un estilo de vuelo que es “muy posible que haya inspirado a otros pilotos”. Con una manera de volar que apuesta a todo, pero que es muy segura a la vez.

“Me voy feliz, sigo en la actividad privada, pero del Estado me voy feliz. Soy el único piloto que se retira siendo comandante de todo. Volé todo: dos reactores, los fumigadores y los helicópteros. Me voy sabiendo que podría haber seguido mucho tiempo más”, concluyó.

Walter cierra su carrera de piloto en la Dirección Provincial de Aeronáutica, por la que dejó de lado días importantes de su vida y de su familia, pero con la tranquilidad de que protagonizó momentos imborrables de la memoria colectiva sanjuanina.

 

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