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Sin reemplazo a la vista, el presidente de Líbano espera que Hariri siga como premier

POR REDACCIÓN

30 de octubre de 2019
En medio de una parálisis política, el presidente del Líbano, Michel Aoun, le pidió hoy a Saad Hariri, el primer ministro saliente que renunció ayer como reclamaban miles de personas en las calles, que siga al frente del gobierno de manera provisoria. Aoun pidió a Hariri y su gabinete que se mantengan en funciones, pero no aclaró si el premier saliente aceptó y, de hacerlo, si conservará a todos sus ministros o si hará cambios. Mientras se multiplicaban los rumores sobre un posible cambio de gabinete y la conformación de un gobierno de tecnócratas, el Ejército comenzó a liberar las rutas que permiten el ingreso y el egreso de Beirut desde el norte y el sur de la capital, y otras avenidas importante interiores, informó una fuente militar a la agencia de noticias EFE. Esta mañana, militares desplegados en zonas estratégicas de la ciudad pidieron a los manifestantes que se desmovilizaran y permitieran abrir las barricadas que hace dos semanas mantienen para frenar la circulación en la capital. Los manifestantes permitieron reanudar la circulación de vehículos en las rutas y avenidas centrales de Beirut y sus alrededores, pero muchos de ellos se mantuvieron movilizados a la espera de las próximas definiciones políticas. "Aceptamos la demanda porque respetamos al Ejército, pero queda por ver qué decisiones tomarán las autoridades", explicó a EFE Ahmed, un electricista de Beirut quien pidió no publicar su apellido, marcando la diferencia con las escenas de violencia que se vieron ayer, cuando militantes de los partidos chiitas Hezbollah y Amal golpearon y atacaron a los opositores que reclamaban en las calles. Ayer, mientras los manifestantes festejaban en las calles la renuncia de Hariri y su gobierno, también advertían que esa salida no era suficiente. "Todos ellos significa todos ellos", gritaban en referencia a todos los veteranos dirigentes que controlan el sistema político sectario en el país. Las protestas comenzaron hace casi dos semanas, cuando el gobierno anunció un impuesto a las llamadas por Whatsapp, un servicio de comunicación muy popular en el país porque las tarifas de telefonía celular son muy caras. Rápidamente, las manifestaciones se expandieron desde el norte en la ciudad de Trípoli hasta el sur en la ciudad de Tyre, con tres consignas claras pero difíciles de conseguir: terminar con la corrupción gubernamental, la desigualdad y el sectarismo político. El sistema político sectario actual de Líbano siempre fue inestable, especialmente dada la ubicación geopolítica del país. Sin embargo, en los últimos años, comenzó a hacerse evidente también otro tipo de inestabilidad, una que trasciende a los clivajes religiosos y se explica por la creciente desigualdad social y económica. Apenas 1% de los libaneses mayores de 18 años acumulan un cuarto del ingreso nacional y casi 40% de los jóvenes, muchos de ellos universitarios, están desempleados. A esto se suma cortes de luz frecuentes, servicios públicos deficientes -hace tres años, por ejemplo, las protestas estallaron por el servicio de eliminación de residuos-, facturas de luz, agua y teléfono caras, y una clase política dominada por un puñado de familias y por las divisiones establecidas por las principales comunidades religiosas del país.
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