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Tras la renuncia de un cura católico, un diácono publicó un mensaje en el que explica cómo vive el celibato
El diácono responde a una pregunta que cree que más de uno se realiza y responde por qué es célibe.
POR REDACCIÓN
Hace casi un año que el veinticinqueño Miguel Chirino se ordenó diácono en medio de un contexto de pandemia que primero obligó a suspender la ceremonia y luego se realizó en medio de un estricto protocolo para prevenir posibles contagios de covid.
Ahora el diácono que sigue cumpliendo sus funciones en la Parroquia de Chimbas publicó un extenso mensaje en el que habla sobre el celibato y cómo lo vive él.
Este mensaje llega pocos días después de que el ahora ex cura Leonardo Pons renunciaba a la Iglesia Católica para pasar buscar ser sacerdote de la Iglesia Anglicana que permite que los curas formen una familia.
En su extenso mensaje Chirino comienza diciendo: "soy célibe", y luego le pide a quien lo lea que no le pregunte por qué eligió ese camino. El diácono continúa explicando que la pregunta sería qué siente con esta opción.
Chirino continúa asegurando que en su caso lo vive como un intento de parecerse a Jesús, aunque reconoce que muchas veces falla en ese intento de parecerse a Él igualmente se levanta para volver a intentarlo.
"Soy célibe y sigo siendo hombre, sigo sintiendo lo mismo que siente cualquier hombre, pero lo encauso y lo entrego por amor a Jesús, a vos, a tu familia, a cada solitario y olvidado, a cada alegre que celebra o a cada triste que necesite consuelo", aseguró el diácono antes de terminar.
Esta no es la primera vez que este diario publica una nota sobre Chirino. Es que poco antes de ordenarse diácono concedió una entrevista en la que contó que él llevaba "una vida totalmente normal como la de cualquier hombre: estudiaba Derecho, tenía una novia con la que inclusive hablamos de casarnos, pero siempre sentí que algo me faltaba", reconoció.
En este proceso de autodescubrimiento lo primero fue sincerarse y terminar separándose de su pareja. "Ella vivía en otra provincia, nos despedimos bien. Ella siempre supo que algo hacía que la relación no avanzara. Nunca más supe de ella", relató Miguel.
El siguiente paso fue encontrarse realmente con su decisión de ser sacerdote. Tenía 30 años cuando un día se paró frente a sus padres y les dijo que quería ser cura. "Yo temía que mis padres se molestaran, que no pudieran afrontar la decisión. Pero mi padre me miró a los ojos y me dijo 'por fin hijo, por fin te decidiste'", dijo entre risas al recordar el momento en el que eligió se cura.
El mensaje completo
Soy célibe, no me preguntes por qué no elegí otro camino, por qué los curas (o en mi caso los diáconos), no se casan. Más bien preguntame qué siento con esta opción que hago y que sostengo todos los días y a cada momento con mi pobre humanidad sostenida por la gracia de Dios.
Si me lo has preguntado aunque sea en tu pensamiento, te cuento que lo que siento es alegría, una felicidad profunda que me viene de Dios, que se manifiesta en cada momento y en cada hermano que al buscarme me encuentra libre y disponible para entregarle lo mejor que tengo. Siento felicidad profunda de hacer miles de intentos por reflejar con mi persona la imagen de Ese que me fascina, Jesús de Nazareth.
Tal vez te suene muy pretencioso de mi parte el querer imitarlo, y te cuento que son muchas, pero muchísimas veces las que fracaso en mis intentos, y siento frustración no lo niego. Pero si yo fracaso y me levanto, y sigo es por la fuerza que él me da y porque mucho antes que yo, Ese que me fascina, también fracasó, también cayó bajo el peso de un castigo inmerecido y se levantó, resurgió del barro más espeso, resucitó. Aunque parezca una locura, me llena de gozo y consuelo al final del día, al menos parecerme a Él en mi fracaso aunque los motivos sean diferentes.
Por mi celibato dispongo del tiempo que le quité a ser papá y marido, para entregar mi espíritu paternal, que sigue vivo en mi corazón y mi cuerpo ejerciéndolo con todos; llenando con mi pequeñez de hombre los vacíos de cualquier orfandad que me encuentre en el camino o que venga a mí y que tenga la gracia de poder ver a tiempo ¿Todavía pensás que eso no haría feliz a un hombre? Es la felicidad de sentirte útil, por encima de tus fuerzas, siendo instrumento del Amor mismo, siendo un lápiz en las manos de Dios.
Siendo célibe dispongo de tiempo para colgarme rezando, por vos, por tus necesidades, por todos… tiempo del que seguramente vos no dispongas por tu lucha y por tu esfuerzo de cada día sosteniendo a tu familia, parando la olla como solemos decir. Pero si me has conocido o has conocido a algún cura, sabés que acá estamos para sostenerte nosotros a vos con nuestra oración y con nuestra disponibilidad, aunque tengamos miles de fallas.
Soy célibe y sigo siendo hombre, sigo sintiendo lo mismo que siente cualquier hombre pero lo encauso y lo entrego por amor a Jesús, a vos, a tu familia, a cada solitario y olvidado, a cada alegre que celebra o a cada triste que necesite consuelo. Lo menos que se puede esperar de mí es que siga fascinado por el primer gran célibe de esta mitad de la historia en la que vivimos y que intente con todas mis fuerzas imitarlo, aunque sean muchas las veces que no me sale, pero también otras tantas las oportunidades de encontrarlo a Él para que me ayude a levantarme y caminar.