Publicidad

Provinciales > Hacen 20 por día

Vivían en la calle, se reinventaron y ahora venden pan para salir adelante

Residen en el refugio Proyecto Águila. En las noches amasan y en la mañana los hornean y salen a vender la panificación.

02 de julio de 2020

"Chicos, entre todas las donaciones que nos llegaron está la de un hornito eléctrico y harina. Acá ya no nos queda pan. ¿Se animan a hacerlo casero y lo estrenamos?", les preguntó Viviana Fornés a José Luis, Fernando, Juan Pablo y Gustavo, los cuatro hombres que actualmente residen en el refugio Proyecto Águila que el 21 de junio cumplió dos años.

Fernando, Juan Pablo, Gustavo y José Luis. Foto: Sergio Leiva / DIARIO HUARPE.Foto: Sergio Leiva / DIARIO HUARPE.

Gustavo y José Luis no dudaron y dijeron que sí de inmediato. Sabían que esa activad los iba a ayudar a que el tiempo pasara más rápido durante la cuarentena. Aunque no sabían bien cómo hacerlo. José Luis algo de idea tenía porque antes había trabajado en una panadería, pero no se acordaba las cantidades exactas.

Publicidad

Ese no fue un problema porque uno de los policías que custodia el lugar se enteró de esta propuesta y les contó a los integrantes del hogar que su papá había sido panadero. 

A los días llegó con la receta y las dos personas que antes vivían en la calle se pusieron a amasar. Lo hicieron en la noche y dejaron la masa lista para hornearla al día siguiente. Tuvieron panificación para varios días, pero después Viviana les dio una idea: venderla y así tener sus propios ingresos.

“Yo hago entre 6 y 10 panes por día porque más ventas no hay. Ya me hice más o menos unos clientes. Lleva mucho tiempo y somos dos los que amasamos”, cuenta Gustavo. Cada pan los vende a $50. También se animó a hacer semitones que vende a 2 por $50.

Gustavo sacando el pan del horno. Foto: Sergio Leiva / DIARIO HUARPE.

José Luis también se hizo una pequeña clientela, por lo que vuelve al refugio con las manos vacías y el dinero en el bolsillo. Algunos hasta llaman con anticipación para asegurarse el pan casero del día siguiente.

Publicidad

“Con este horno podemos hacer hasta 20 por día. Nos gustaría hacer más, pero el horno es muy chico. Ojalá nos regalaran otro para poder vender más”, comenta José Luis mientras se pone perfume y se prepara para salir a venderlos. "Necesitamos un horno más grande para poder hacer más panes, sería muy lindo tenerlo", añade Gustavo.

José Luis y Gustavo preparándose para salir a vender. Foto: Sergio Leiva / DIARIO HUARPE.

La actividad comenzaron a hacerla en mayo, en pleno aislamiento por el coronavirus. En un principio les sirvió para entretenerse y abastecerse. Ahora, para tener un mínimo ingreso y sentirse parte del mundo laboral del que tantos años fueron excluidos por vivir en la calle.

La cuarentena

“Quedate en casa”, decía el eslogan que Gobierno y los medios repetían continuamente para evitar la propagación del virus que ya se cobró más de 1.200 vidas en la Argentina. Pero había personas que no tenían dónde ir. José Luis, Fernando, Juan Pablo y Gustavo estaban dentro de ese grupo. Fueron a pedirle ayuda a su amiga que los recibió con las puertas abiertas.

Fernando, Juan Pablo, José Luis y Gustavo. Foto: Sergio Leiva / DIARIO HUARPE.

Así fue que pasaron el aislamiento social, preventivo y obligatorio. Tan sólo cuatro personas pudieron quedarse en ese hogar debido a que el garaje tiene 8x4 metros. En ese espacio hay cuatro cuchetas, un horno eléctrico, una mesa, seis sillas, una heladera, dos estufas, un televisor y una estantería en la que guardan platos, tazas, vasos y cubiertos.

En el ingreso está el adorno de un duende que da la bienvenida a los que llegan. También hay decoraciones de águilas en distintas partes del garaje en el que construyeron el espacio. Un barrilete con esa figura cuelga sobre las camas, parece volar para cuidar a quienes duermen ahí.  

El duende que se ve al ingresar al refugio. Foto: Sergio Leiva / DIARIO HUARPE.

Además, hay una pintura en una de las esquinas en la que sale el águila que caracteriza al lugar, detrás de ella aparece el cielo con tonos azules, celestes y blancos.

Cuadro que está en una esquina del refugio. Foto: Sergio Leiva / DIARIO HUARPE.

Los cuatro coinciden en que ese tiempo fue “difícil”, pero lo sobrellevaron con juegos de mesa, de cartas y películas que vieron durante largas horas. 

Los “pilares fundamentales” durante la cuarentena fueron los policías que custodian el ingreso las 24 horas. Esa es su labor principal, pero también ayudan a la creadora del refugio a organizar la mercadería que les donan y a entretener a quienes residen ahí. “Sinceramente, si no hubieran estado ellos no sé cómo habríamos hecho”, declara Viviana.

Con el pasar de los días fueron flexibilizando mayores actividades. A mediados de mayo empezaron las caminatas saludables y todos los residentes del refugio salieron durante una hora en la siesta a caminar y a respirar otro aire.

Con la apertura del comercio comenzaron a salir a vender el pan que con tanto esmero hacían, cuya práctica perfeccionaban día a día y que les deja algo de dinero para ahorrar.

"Lo que ganamos es para nosotros, nuestra platita. A veces con eso compramos algo que haga falta acá porque el refugio no nos puede dar todo, también tenemos que poner nuestra voluntad", dice Gustavo.

El éxito fue tanto que ahora quienes deseen comprarlos tienen que encargarlos al 2644031119. “Nos gustaría poder hacer muchos más, pero no se puede porque el horno que tenemos es chico”, dice Viviana.

Testimonios

Gustavo Garay, 53 años

“Con el pan me hago la plata para comprar lo que haga falta para el refugio, pero casi nada, acá tenemos todo por suerte. A veces cuando me aburro hago adornos con resortes que me consigue Vivi, telas, tijeras y latas de gaseosa”.

Gustavo con el pan en la bolsa, listo para salir a vender. Foto: Sergio Leiva / DIARIO HUARPE.

Esos colgantes son los que adornan el frente del refugio. Ondean con el viento y le dan un estilo artesanal a la casa que llama la atención de todos los que pasan por primera vez por ahí. A ellos se les suman las guirnaldas de colores que entre todos colocaron en el techo y los pilares para transmitir alegría y felicidad.

Adornos colgantes realizados con latas durante la cuarentena. Foto: Sergio Leiva / DIARIO HUARPE.

José Luis Cortéz, 32 años

“Estoy en cuarto grado en la Escuela Tambor de Tacuarí. Iba al turno noche, pero por la cuarentena ahora me mandan las tareas por WhatsApp. En junio juré la bandera, me puse traje, corbata y todo. También estoy con el emprendimiento del pan, ya sabía hacerlo porque trabajé durante nueves meses en una panadería, así que sé hacer pastafrola, budines, maicenitas, de todo”.

Cuando habla de la jura de la bandera que este año fue particular por la pandemia, busca con orgullo una foto en su celular para exhibirla. “Esto fue un ratito antes de grabar el video”, dice con una sonrisa en el rostro.

José Luis Cortéz. Foto: Sergio Leiva / DIARIO HUARPE.

Juan Pablo Rodríguez, 31 años

“Yo soy nuevo, estoy hace menos de un mes. Por suerte los chicos me recibieron muy bien, el trato de acá es buenísimo. Me enteré de este refugio por otra persona, así que la hablé a Vivi y me hice un chequeo general para entrar que incluyó análisis y otros estudios. Empecé a trabajar a una mutual a la que voy de 9 a 14, en el horario en el que tenemos permiso para salir de acá”.

Juan Pablo Rodríguez. Foto: Sergio Leiva / DIARIO HUARPE.

Fernando Mercado, de 44 años

“Yo ahora estoy cuidando autos en la plaza de Concepción. Con lo que gané me compré un termo para empezar a vender café cuando tenga más. Ahora me estoy terminando un portavasos que me hice con alfombras y una tela”.

Fernando Mercado. Foto: Sergio Leiva / DIARIO HUARPE.

En el tiempo de aislamiento Fernando aprovechó lo que Viviana le consiguió: la tela de una alfombra azul, un poco de corderoy, tubos de PCV de distintos tamaños, hilos y aguja.

Con eso se hizo un portavasos que es una especie de mochila que en la parte de la espalda tiene un tubo plástico ideal para guardar los vasos de tergopol en los que próximamente venderá café. Las correas que se cuelga en sus hombros tienen pequeños espacios para guardar pequeños tubos en los que va el té o café.

“Voy a seguir cuidando autos para poder comprar más termos y empezar a vender”, dice en voz baja, con timidez e ilusión por cumplir su proyecto. No espera que nadie le regale nada, pero dice que aceptaría con mucha alegría un termo más para poder comenzar su emprendimiento.

Fernando Mercado enseñando el portavasos que creó durante la cuarentena. Foto: Sergio Leiva / DIARIO HUARPE.

El protector del refugio

Marcio Guerra, de 31 años, es sólo uno de los cuatro efectivos que custodian el hogar y se encargan de que quienes residen ahí estén seguros. Asegura que siempre trató de “comprender” a quienes viven en la calle. No obstante, pudo hacerlo mejor al pasar tiempo con ellos y conocerlos. También, “entender” que fue lo que los llevó a estar en esa situación.

“Gracias a Dios son muy buenos seres humanos, todos con sueños, proyectos, ganas de progresar, ambiciones y muchos sueños de ser uno más como cualquier ciudadano. Ellos sufren muchas veces discriminación de la gente que nunca llega a entender por qué terminaron así. Son como todos que tuvieron problemas y no tuvieron herramientas para solucionarlos”, dice el efectivo que desde enero custodia el ingreso y comparte tiempo con los cuatro integrantes del hogar.

Dos años recibiendo a personas en situación de calle

El 21 de junio que se celebró el Día del Padre el refugio Proyecto Águila cumplió dos años. Quienes lo integran querían hacer un festejo a lo grande, aunque por la actual situación sanitaria se conformaron con torta y un chocolate que les convidaron a los vecinos.

También lo celebraron pintando un mural. Lo hizo el artista Lucas Sepúlveda, de 23 años, que entre charla y risas compartidas invitó a José Luis, Fernando, Juan Pablo y Gustavo a que lo ayudaran y plasmaran su arte. Así fue que agarraron los pinceles y con sumo cuidado fueron marcando trazos violetas, naranjas, rojos, verdes y azules que caracterizan a la obra de arte.

Refugio Proyecto Águila. Foto: Sergio Leiva / DIARIO HUARPE.

Además, se pusieron pintura en las manos y dejaron su huella en la pared en la que ahora hay un águila, por el nombre del refugio, que cuida a un hombre pequeño y encorvado pintado en celeste, el color que generalmente representa a la tristeza. Ese señor los representa a ellos cuatro y a cada uno de los que pasaron por ahí y fueron alentados a salir adelante por la directora del refugio.

Manos que dejaron marcadas en el mural del frente del refugio. Foto: Sergio Leiva / DIARIO HUARPE.

Aunque el espacio lleva dos años, Viviana lleva toda la vida ayudando y, a pesar de lo logrado, sigue soñando en grande. “Yo lo que quiero es tener un lugar donde pueda tener 100 camas, que puedan quedarse hombres, mujeres y chicas trans que muchas veces no tienen dónde ir. También un equipo de profesionales. Ese es mi sueño y por eso se llama Proyecto Águila, porque quiero que lleguemos a eso y ojalá pase”, cierra con voz dulce y esperanzadora al hablar de sus objetivos a cumplir.

Video:

Publicidad
Más Leídas
Publicidad

ÚLTIMAS NOTICIAS