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Salud y Bienestar > Para estar atentos

El estrés, un enemigo para nuestro organismo

Al presentar este cuadro nuestro cuerpo reacciona de diferente manera. Es positiva la activación de mecanismos de defensas para estar alerta, pero en exceso puede ser peligroso.

POR REDACCIÓN

14 de febrero de 2019

En algún momento de la vida hemos tenido situaciones estresantes. Puede tener su origen en nuestro entorno, en nuestro cuerpo, o en nuestros propios pensamientos y en cómo vemos el mundo que nos rodea. Es algo que forma parte de los altibajos emocionales de la vida.

Sentirse estresado en momentos de presión, como la época de exámenes, es de lo más natural, pero estamos diseñados psicológicamente para lidiar con ello y reaccionar. Nuestro sistema nervioso, cuando estamos estresados, manda instrucciones al cuerpo para que libere hormonas, como adrenalina y cortisol. Éstas producen cambios fisiológicos con el fin de ayudarnos a hacer frente a la amenaza.

Normalmente, cuando el estrés se atenúa, el cuerpo recupera el equilibrio y volvemos a sentirnos tranquilos otra vez. Pero cuando experimentamos estrés demasiado a menudo o durante demasiado tiempo, o cuando los sentimientos negativos son superiores a nuestra capacidad de salir adelante, aparecen los problemas.

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El sistema respiratorio sufre el efecto inmediatamente. Nos suele costar más respirar y lo hacemos más deprisa. Lo cual puede desembocar en una hiperventilación.

El cortisol liberado inhibe al sistema inmunológico y a las vías inflamatorias. Esto, no hace más vulnerables a las infecciones y a las inflamaciones crónicas.

Los músculos se tensan, lo cual es la manera natural que tiene nuestro cuerpo de protegernos de las heridas y el dolor. La tensión muscular repetida puede provocar molestias y dolores en el cuerpo.

Cuando el estrés es agudo, la frecuencia cardíaca y la presión sanguínea suben, pero vuelven a la normalidad una vez este ha pasado. Incrementa el riesgo de sufrir hipertensión, ataques al corazón o infartos.

El metabolismo también resulta afectado. Las señales de estrés procedentes del hipotálamo disparan la liberación de las hormonas del estrés cortisol y epinefrina, y el hígado produce glucosa para abastecernos de energía que nos permita enfrentarnos a la situación estresante. La mayoría de la gente reabsorbe la glucosa suplementaria cuando el estrés disminuye, pero para algunas personas esto supone un mayor riesgo de sufrir diabetes.

El estrés puede tener desagradables efectos gastrointestinales. Podemos sufrir ardor de estómago y reflujo ácido. La capacidad del intestino de absorber los nutrientes de lo que comemos se puede reducir, y podemos padecer dolor de estómago, hinchazón y náuseas, diarrea o estreñimiento.

Asimismo, podemos tener problemas con el sistema reproductivo. En el caso de los hombres, el estrés crónico puede afectar a la producción de testosterona y esperma. Incluso puede provocar disfunción eréctil o impotencia. Las mujeres pueden sufrir cambios en el ciclo menstrual y más síntomas premenstruales.

El estrés provoca hiperexcitación, lo cual supone que podemos tener dificultades para dormir o para quedarnos dormidos, y tal vez que pasemos la noche en vela. Esto es perjudicial para la concentración, la atención, el aprendizaje y la memoria, todo lo cual es especialmente importante en época de exámenes.

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Así que aprenda a manejar su estrés antes de que este lo maneje a usted. No hay más que mantenerlo bajo control.

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