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Opinión > Tradiciones

El compadrazgo en América Latina

En América Latina el compadrazgo fue combinado y recreado de acuerdo a la experiencia histórica o cosmovisión de los nativos (pueblos originarios).

Entre las relaciones de parentesco en América Latina ocupa un lugar destacado el compadrazgo,  considerado  por los antropólogos como parentesco ceremonial o ritual. Resulta difícil para los investigadores sociales dilucidar cabalmente su origen. Sin embargo es indudable que es de tradición europea. Se lo relaciona con la Iglesia y la Ley Canónica,  también con la usanza judía de requerir un testigo durante la circuncisión. 

En América Latina el compadrazgo fue combinado y recreado de acuerdo a la experiencia histórica o cosmovisión de los nativos (pueblos originarios). Este vínculo se origina en una ceremonia religiosa la cual permite que dos personas adquieran una relación de carácter familiar, con alguien que habitualmente  no pertenece a su núcleo  de parentesco. La relación de compadrazgo generalmente  está unida a etapas importantes  en la vida de las personas, tales como el  nacimiento, confirmación o matrimonio.

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Según Félix Coluccio, el compadrazgo es uno de los vínculos más sagrados que pueden unir al hombre y relata, para demostrar esta afirmación, una antigua y breve cavilación del noroeste argentino surgida de la imaginación del criollo, que enuncia un juicio del mismísimo  Dios con respecto al comportamiento de la gente de un poblado:”...que pueblo debe ser ése, que hombre deber ser ése, que hombres debe haber allí donde ya ni los compadres se respetan...”. Igualmente se cree que ese ser maléfico que deambula por las noches, llamado “mula ánima”,  es fruto de un amorío ilícito consumado entre compadres, transgrediendo la relación sagrada que otorga el compadrazgo.

En esta zona-noroeste- como en el resto del país, el compadrazgo bautismal es uno de los más relevantes. Inclusive allí los padrinos tienen la responsabilidad, en caso de muerte, de organizar el “velorio del angelito”.

Por otra parte en la región del Bajo Piura -Perú- los investigadores han registrado, además de las mencionadas, las siguientes formas de compadrazgo: una de ellas se denomina “agua de socorro”, contrayéndose entre los padres de un niño convaleciente  y la persona encargada de bautizarlo. Se recurre a esta instancia ante el impedimento de llevarlo a una iglesia o la carencia de un sacerdote. Otra forma se llama “corte de pelo”.

Acontece cuando un niño de dos o tres años, se le peina sus cabellos con moñitos, invitándose al padrino para que sea el primero en cortar, en seguida los restantes invitados irán cortando los restantes moñitos del pelo. Simultáneamente dejarán al niño agasajado algún regalo para integrar un exiguo patrimonio para su futuro. También describen otra clase de compadrazgo, similar a la anterior, denominado “corte de uñas”. Esta ceremonia tiene su origen en el incario  y es celebrada en conjunto con el “corte de pelo”. Los antropólogos para explicar esta ceremonia reproducen la reflexión de un informante:” es para que el niño no se acostumbre a robar...”. Igualmente existe una clase de compadrazgo designado como “puesta de aretes “y hace referencia a la colocación de pequeños pendientes en las niñas.

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