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Cultura y Espectáculos > Artesana local

El legado de Ermela Balmaceda, en dos jóvenes iglesianas

La telera que junto a su hermana Edith crearon el Poncho Sanjuanino, contó que se está por retirar del tejido y dio a conocer su experiencia de vida en esta profesión. 

13 de mayo de 2019

Una mujer que luchó y supo llevar adelante el tejido. Una de las mejores artesanas de la provincia y creadora de nada más y nada menos que el poncho sanjuanino. Ermela Balmaceda contó sobre su experiencia de vida en esta profesión que de a poquito se va alejando por su edad.

Toda una vida dedicada al tejido. De niña ayudaba a su madre en el telar y  a los 14 años empezó por completo en tejido. En ese lapso crió a dos hijos del corazón, Cristian y Víctor Zabala. Siempre tejiendo y sirviendo a la comunidad hasta ahora, a sus 74 años.

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“Mi profesión para mí fue una herencia muy buena que me dejó mi padre. Fui también profesora en una escuela y me jubilé en el año 1995. Me dedique siempre por completo en la casa a trabajar en el telar. Ahora lo voy dejando de a poco”, contó la artesana, quién pasó su legado a Elisa Mondaca y Patricia Castillo, dos jóvenes artesanas que ya se desempeñan en esta labor.

“Fue una buena maestra. Ella me enseñó mucho de este trabajo que siempre me gustó. Yo vivía en Rodeo y después me mudé a Villa Iglesia. Allí fue cuando empecé  a tomar clases con ella. Me enseñó todo lo que sé, hasta ser muy prolija, lo sé por ella porque no se guardó ningún secreto. Nos brindó todo”, comentó Patricia, joven telera de Villa Iglesia que tiene su taller en su hogar.

Ermela es una artesana reconocida a nivel local ya que, no sólo es una de las mejores, sino que también realizó nobles y reconocidos trabajos que recorren el mundo como lo es el caso del poncho sanjuanino o tapices que fueron a Norteamérica, entre otras cosas.

 “El secreto del telar es ponerse, dedicarle el tiempo que corresponde, y si es necesario desarmar y volver a empezar. Para mí el telar es lo que me dio la vida, es lo más grande de lo que he tenido. Es en lo que trabajado toda mi vida y lo más grande que me ha dado Dios”, afirmó Ermela, quién a lo largo de su carrera ha viajado varias veces a Buenos Aires a exponer en ferias nacionales o internacionales.

 Hoy a sus 74 años, siente que le queda poco tiempo para continuar con su pasión, que poco a poco va abandonando. Lo que le queda es toda una vida de haberle dedicado todo su tiempo a servir a la gente con determinados productos y haber representado a San Juan no sólo en el país, sino en el mundo.

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