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Provinciales > Historias sanjuaninas

En moto a buscar wifi para la tarea de la seño Patri: el jardín en Balde del Rosario

En el pueblo Buena Esperanza (Valle Fértil) no hay señal, pero las mamás y la maestra hacen de todo para que los niños se eduquen.

24 de abril de 2020

Chicos, soy La Bruja Maruja. Los vine a buscar al jardín, pensé que se estaban escondiendo de mí. Después me di cuenta de que no había ningún chico en la escuela. El coronavirus nos vino a visitar: es un bicho muy peligroso y malo, más malo que yo. Por eso les pido que laven sus manitos. Quiero ver si es cierto que hacen la tarea, los papis tienen que filmar o mandar fotos cuando ustedes estén realizando el juego...

 

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—¿Cómo estás, querida? Por favor, necesito saber si podés abrir el archivo que mandé de las actividades porque tengo que mandar informes de eso. Estoy a disposición las 24 horas, no duden en contactarme si necesitan ayuda.

Eso les escribe Patricia Fernández, es decir la seño Patri, a las mamás de sus alumnos después de mandar el audio de La Bruja Maruja. 

La docente Patricia Fernández en el jardín.

Todo sucede en un grupo de WhatsApp que se llama "Rincón de Luz", igual que el jardín de infantes del pueblo Balde del Rosario, en el departamento de Valle Fértil, a 46 kilómetros de la cabecera San Agustín. 

Son 4 miembros en el grupo y de perfil tienen la imagen de una vela encendida que dice: Coloca la vela de la esperanza por todos los enfermos de COVID-19.

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Cuando empezó la cuarentena por el coronavirus, la seño Patri tuvo que cambiar su planificación del año. Sabía que sus alumnos iban a trabajar desde casa, entonces trató de adaptar las actividades para que pudieran hacerlas con elementos fáciles de conseguir: lápices de colores u hojas secas caídas de los árboles, por ejemplo.

Pero enviar las consignas no es fácil: Buena Esperanza, donde viven las familias, es un pueblo de 15 vecinos y sin señal de celular. Entonces las mamás deben emprender una travesía por largos caminos de tierra para recibir las tareas. 

—Hola, seño, buenos días. Ya descargué todo, cualquier duda le aviso. Y perdón por contestar recién ahora —responde Sara Villafañe, 23 horas más tarde.

Sucede que para que le funcione el WhatsApp, Sara debe irse en moto hasta la puerta de la escuela "José Ignacio Fernández de Maradona", en Balde del Rosario. Son unos 4 kilómetros desde Buena Esperanza, pero se demora cerca de 20 minutos porque solo hay una huella de tierra con bastantes piedras.

En el camino Sara, de 30 años, ve arbustos aún verdes, el cielo con algunas nubes y las montañas alrededor. Cuando llega al colegio se para en la vereda, se conecta al wifi y entonces sí, descarga los archivos que mandó la seño para su hijo Juan.

Patri le contesta al rato:

Captura de pantalla del grupo de WhatsApp del jardín Rincón de luz. Foto: gentileza docente Patricia Fernández.

Sara hace ese recorrido 2 o 3 veces por semana. Cuando vuelve, se pone a escribir en el cuaderno de comunicaciones todas las actividades. Eso le lleva bastante tiempo, pero prefiere hacerlo para que las hojas queden prolijas y así "trabajar mejor".

Después empiezan a hacer los deberes con Juan, que es alumno de la seño Patri desde los 3 años. "No falta nunca al jardín", dice la maestra, de 47 años.

Juan es tímido, pero gracias a su mamá ya empezó a cambiar. Hasta aprendió la canción del otoño y se la mandó en un video a su seño. 

“Pude escucharlo cantar, vi cómo evolucionó su vocabulario, así que destaco el buen trabajo de la madre”, dice Patri. 


La mamá de Juan trabaja en una empresa de limpieza de la sala de salud del pueblo, pero por la pandemia ahora también es como una maestra.

No hacen todas las tareas en un día. Y cuando las terminan, Sara vuelve a recorrer esos 4 kilómetros hasta la escuela y su wifi. Tarda cerca de una hora en ir a Balde del Rosario y volver a Buena Esperanza.

En el grupo de WhatsApp también están las mamás de Alejandro, que tiene 5 años, y Agostina, de 4.

Agostina, Alejandro y Juan en el jardín "Rincón de Luz". Foto: gentileza Patricia Fernández.

* * *

Si hay algo que la seño Patri nunca se imaginó en sus 27 años como maestra es que iba a darles clases online a sus alumnos de zona rural, donde la señal del celular es pobre. Si es que hay.

Los primeros diálogos con las madres fueron difíciles. 

Al principio les envió videos en los que cantaba y explicaba qué era lo que tenían que hacer. Pero no los podían descargar. Entonces recurrió a los audios, incluso con música de fondo para mantener la atención de los chicos, aún a la distancia. Y así nacieron 2 personajes: La Bruja Maruja y La Payasa Pimientita. 

“Busco el juego para que el aprendizaje no sea tan rígido”, dice la seño Patri.

La distancia no impide que la seño les demuestre amor a los niños: “Les mando besos tibios como el sol y grandotes como un oso”, les dice en el último audio.

Agostina, Alejandro y Juan en el jardín Rincón de Luz. Foto: gentileza docente Patricia Fernández.

* * *

En el jardín de Balde del Rosario, la seño Patri enseña a los niños de la zona que tienen entre 3 y 5 años. Y crea una relación tan cercana que perdura: ella se convierte casi en otro familiar, a quien le cuentan cómo les va en la escuela y todo lo interesante que les pasa.

—Mire lo que le tuvimos que inventar a Mari para que haga las tareas —le contó la mamá de María de los Ángeles, que ahora tiene 6 y fue su alumna. Por WhatsApp le mandó la foto de un pizarrón que le pusieron en un rincón del comedor para que la chiquita hiciera las tareas de la escuela.

—Todo lo hago para que mi niña se sienta cómoda. Me gusta compartir las cosas con usted —le dijo esa madre a la seño.

María de los Ángeles pasó a primer grado y aquel pizarrón y las tizas ayudan a que se concentre. Cuando no entiende, su mamá Selva, de 24 años, se encarga de explicarle: como lo hacía la seño Patri en el jardín.  

—Sos una gran madre, Selva. Esa es la idea: que tenga contención y cariño. No la presiones. En el jardín se la extraña —responde la seño Patri. 

“Y yo extraño a los niños... me falta algo. Ellos me llenan el corazón”.

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