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La IA como motor de la productividad: ¿se perderán puestos de trabajo o se beneficiará la economía?

La esperanza suena prometedora. Se espera que la inteligencia artificial acelere los procesos de trabajo, utilice los recursos de manera más eficiente y ayude a las empresas a alcanzar cotas sin precedentes. Productividad con solo pulsar un botón: esa es la promesa. Sin embargo, la realidad es mucho más compleja. Las visiones eufóricas del futuro chocan con la cruda realidad cotidiana.

POR REDACCIÓN

22 de julio de 2025

Especialmente en Sudamérica se está desarrollando un complejo campo de tensión en el que la innovación tecnológica se encuentra con mercados informales, las estructuras políticamente inestables con el auge empresarial y la esperanza económica con el miedo a perder el puesto de trabajo.

La IA avanza - las máquinas asumen tareas que superan a los seres humanos

Hoy en día, los sistemas inteligentes ya realizan tareas en las que los seres humanos simplemente alcanzan sus límites cognitivos o temporales. Un ejemplo práctico: en los juegos de azar en línea, los algoritmos analizan el comportamiento de los jugadores y detectan tendencias peligrosas antes de que se agraven. Dan la alarma cuando aparecen patrones de riesgo e intervienen a tiempo. Lo que antes tenía que hacer un equipo de personal cualificado y con mucha experiencia, ahora se hace de forma precisa, rápida y fiable a partir de enormes cantidades de datos. Se trata de un caso típico en el que la inteligencia artificial asume la responsabilidad cuando la supervisión humana ya no es suficiente.

Más allá del juego en el casino online, procesos similares se han establecido desde hace tiempo en otros sectores. En el ámbito de la administración, la redacción y traducción de textos, el análisis de contratos o la atención al cliente, la IA realiza tareas repetitivas a una velocidad impresionante. Por el momento, el ser humano sigue siendo indispensable cuando se trata de empatía, decisiones espontáneas o soluciones creativas. Sin embargo, no se sabe cuánto tiempo durará esta ventaja.

¿Quién se queda fuera y qué profesiones se ven amenazadas?

Las actividades que pueden estructurarse y automatizarse fácilmente son las más amenazadas. La administración, la contabilidad básica, el mantenimiento de datos o las tareas estandarizadas de los centros de atención telefónica se consideran especialmente vulnerables. En muchas ciudades sudamericanas, donde los empleos en el sector servicios están muy presentes, esta evolución afecta a una parte considerable de la población activa.

Mientras que Brasil y Uruguay están a la vanguardia con estrategias concretas para promover la inteligencia artificial y realizar inversiones en infraestructura digital, otros países se están quedando muy atrás. En Bolivia o Paraguay, la inestabilidad política, las deficientes estructuras educativas y la falta de financiación impiden la conexión con la transformación digital.

Un aspecto que no debe subestimarse es la enorme proporción de empleos informales. En Sudamérica, más del 60 % de la población activa no está registrada oficialmente. A primera vista, esto parece un escudo protector contra la automatización. Sin embargo, a largo plazo, esta desconexión del sector formal conduce a la exclusión estructural, a la falta de oportunidades de formación continua y a la pérdida de oportunidades tecnológicas.

Más eficiente no significa más justo - cuando el progreso aumenta la brecha

Sin duda, la IA puede mejorar muchas cosas. Los procesos se desarrollan con mayor fluidez, se reducen los errores y se toman decisiones más rápidas. Sin embargo, estas ganancias en productividad no benefician automáticamente a todos. En su mayoría, se benefician las empresas con una fuerte dotación de capital, que pueden permitirse sistemas costosos y personal especializado. Los beneficios de este aumento de la eficiencia no suelen acabar en los bolsillos de los empleados, sino que se reinvierten en estructuras corporativas que operan a nivel mundial.

Mientras que las empresas con redes internacionales modernizan sus procesos y reducen los costes de producción, las pequeñas y medianas empresas a menudo ni siquiera tienen la posibilidad de introducir tecnologías digitales básicas. Se crea un desequilibrio económico que crece no solo entre países, sino también dentro de las propias sociedades. A esto se añade que la inteligencia artificial no suele sustituir puestos de trabajo completos, sino solo determinadas tareas. Las actividades restantes se reparten entre menos personas, mientras que aumenta la presión por la racionalización. El puesto de trabajo se mantiene, pero pierde calidad y perspectivas.

Economía de plataformas y precariedad: cómo la IA se infiltra en la economía sumergida

La inteligencia artificial ofrece nuevas oportunidades, especialmente en la economía informal, pero no sin riesgos. Plataformas como Rappi o Glovo llevan mucho tiempo trabajando con sistemas de distribución automatizados que asignan los pedidos de forma eficiente y según criterios específicos. Para muchos, esto significa más visibilidad, mecanismos de evaluación claros y una mejor planificación.

Pero la otra cara de la moneda es difícil de pasar por alto. Los sistemas digitales deciden cada vez más quién obtiene trabajo y quién no. A menudo no queda claro por qué se da preferencia a determinados usuarios. Los afectados apenas tienen posibilidades de defenderse o de mejorar su posición digital.

Los niveles de desarrollo digital en Sudamérica no podrían ser más dispares. Brasil persigue estrategias ambiciosas, apuesta por las asociaciones con el sector privado y amplía de forma específica la infraestructura técnica. Uruguay destaca por su sistema educativo estable y sus proyectos piloto digitales, que han despertado el interés internacional.

Progreso con interrogantes: cómo reacciona la gente ante el cambio

Las reacciones a la llegada de la inteligencia artificial a la vida cotidiana son tan diversas como complejas. Las generaciones más jóvenes suelen mostrarse abiertas, curiosas y dispuestas a aprender. Las personas mayores, en cambio, se enfrentan a esta evolución con cautela, ya sea por inseguridad o por preocupación por su propio puesto de trabajo.

El nivel de educación también juega un papel importante. Quienes tienen conocimientos digitales suelen reconocer más rápidamente las oportunidades que ofrecen las aplicaciones de IA. Por el contrario, quienes tienen dificultades para acceder a la educación tienden a ver el cambio tecnológico como una amenaza más que como una oportunidad.

El debate público también está marcado por los medios de comunicación. Mientras que algunos canales celebran la IA como la panacea, otros pintan escenarios apocalípticos en los que desaparecen profesiones enteras. Esta polarización dificulta un debate objetivo.

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