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Huarpe TV > Trastornos de la Alimentación

“La sociedad acepta a un sólo tipo de personas y eso nos destroza”

Aldana padeció de anorexia nerviosa desde los 8. Olga es mamá de una joven de 17 que celebra el alta, luego de un largo proceso de recuperación. En esta nota, sus relatos destapan la cruda realidad que encierran los Trastornos de la Alimentación.

Por Ana Paula Zabala
30 de noviembre de 2019

Con tan sólo 8 años Aldana empezó a despreciar la comida. Como ella misma cuenta, tenía muchos problemas en casa y, al comienzo, nadie notó que había dejado de comer.

“Empecé diciendo que no me gustaba, después que me dolía la panza y a vomitar. Mi mamá pesaba que tenía problemas en el estómago”, relata la joven sobre los inicios de su anorexia nerviosa.

Recuerda que sus amigas en la primaria eran muy delgadas y ella deseaba ser así. También se acuerda del hambre que pasaba por las noches, que era el momento del día en el que menos comía, y lo que sufría hasta quedarse dormida.

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La anorexia la alejó de sus amigos, de su familia. “Rechazaba a todos, no quería que me abrazaran”, explica la joven.  Fue a los 14 años cuando su mamá se dio cuenta de que algo con ella no andaba bien y, luego de dos sesiones de terapia fue derivada al Hospital de Día del Rawson, donde comenzó con el tratamiento para recuperarse.

Aunque el relato de esta valiente joven es muy crudo, destapa una realidad común entre quienes padecen este trastorno, colmada de inseguridades, presiones externas y una imagen autopercibida que los destroza.

Por su parte, Olga Rosales, quien preside la Asociación Civil Trastornos de la Conducta Alimentaria, Hospital de Día, y es mamá de otra joven con anorexia, representa el sentimiento de una madre repleta de culpa por no haber podido cuidar a su hija de lo que silenciosamente la estaba matando. “Mi hija estuvo dos meses internada con sonda gástrica. En ella el comienzo del tratamiento fue obligado porque necesitaba una compensación inmediata”, explica con lágrimas en los ojos.

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Al igual que en el caso de Aldana, Olga cuenta que su hija se alejó mucho de sus afectos y la mentira comenzó a ser una parte esencial de su vida. “A las preguntas que siempre le hacíamos sobre su alimentación, respondía con mentiras. Lamentablemente es una enfermedad muy mentirosa”, cuenta la mujer.

Como padres nos sentimos muy culpables por no haber visto antes los síntomas, por no habernos dado cuenta”, dice Olga y se lamenta por no haber tenido información para comprender los comportamientos de su hija a tiempo.

En ambos casos, el tratamiento realizado en el Hospital de Día del Servicio de Psiquiatría del Hospital Rawson fue el camino para la recuperación. No sin resistencia por parte de las chicas quienes no aceptaron en sus comienzos el estar padeciendo una enfermedad como la anorexia. “Yo me sentía muy bien, un poco débil solamente. No creía estar enferma, no quería ir al Hospital y si hacía el tratamiento, pretendía que terminara rápido. Recuerdo haber mentido sobre el registro de comidas”, cuenta Aldana.

Por su parte, Olga, manifiesta que es una etapa muy dura en la que pudo tener resistencia gracias a la terapia grupal que se realiza en el Hospital y al apoyo de otros padres que ya habían pasado por lo mismo. “Esas reuniones son fundamentales porque ayudan a superar los comienzos cargados de mucha culpa”, explica la mamá.

Actualmente, tanto Aldana como Olga celebran el “pre alta”. Aldana ya no se encuentra internada y sólo debe ir a controles y a terapia. La hija de Olga volvió al colegio y se acercó nuevamente a sus amistades.

“Es importante destacar que, con el apoyo de la familia, los profesionales de la salud y el colegio, la mayor parte de los chicos se recupera. Es una enfermedad muy difícil, pero se puede salir”, destaca la mujer.

Por su parte, Aldana decide hablarle a sus pares para decirles que “se amen, se cuiden y se acepten como son porque la sociedad a veces acepta a un solo tipo de personas y eso nos destroza”.

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