Política > Un incidente histórico
10 años del derrame en Veladero, una herida abierta en la Cordillera de San Juan
Una falla en una válvula en la mina Veladero, de la entonces Barrick Gold, provocó un desastre ambiental de proporciones históricas en San Juan. A 10 años del incidente, qué ocurrió, incertidumbre, miedo, ocultamiento, lucha social y el rol justicia.
El 13 de septiembre de 2015, aproximadamente a las 10 de la mañana, en la mina Veladero, ubicada en la alta cordillera del departamento de Iglesia, en San Juan, se produjo una ruptura en una válvula. Una tubería que transportaba una solución cianurada “rica” hacia el valle de lixiviación falló. El líquido tóxico, en lugar de ser contenido, se desvió, y una compuerta que debía estar cerrada se encontraba abierta por un error humano. La solución cianurada escapó y se derramó en la cuenca del río Jáchal, un afluente vital para la región. Lo que siguió fue una “guerra de la información” que expuso la fragilidad del control estatal y el constante reclamo de vecinos de Jáchal, Iglesia y de todo San Juan.
La voz que despertó a un pueblo
El primer aviso no salió de un comunicado oficial. La noticia del desastre se filtró a través de una cadena de mensajes de WhatsApp que circuló la noche del domingo 13 de septiembre de 2015. Un empleado de la mina alertó a su gente del derrame de lo que, según se decía inicialmente, eran 15.000 litros de agua cianurada, sin embargo, este número estaba muy lejos de lo que después se pudo comprobar.
La comunidad, muchos de los cuales estaban ya acostados o ultimando detalles para organizar lo que iba a ser su inicio de semana, dejaron sus casas y se movilizó de inmediato. Vecinos y vecinas de Jáchal e Iglesia salieron a pedir explicaciones. Las crónicas de la época mencionan la plaza de Jáchal, por ejemplo, con unas 200 personas pidiéndole explicaciones a su entonces intendente, Jorge Barifusa, quien, al igual que ellos, manifestaba no tener información oficial. Todos se enteraron por los mensajes de WhatsApp que se reenviaban.
La indignación de la gente fue total, hubo desde la instalación de la carpa de la Asamblea Jáchal No Se Toca, activa hasta la actualidad, hasta cortes de ruta y pedido de que la Barrick se fuese. El problema principal era el consumo del agua, la gente no sabía si podía tomar agua de la canilla.
Una “verdad” que se diluía día a día
La respuesta de la minera Barrick Gold fue minimizar el incidente. En un comunicado inicial, la empresa admitió la rotura de la válvula, pero calificó las afirmaciones sobre la posible contaminación de los ríos de la cuenca del Jáchal como “versiones infundadas”.
La cifra del derrame aumentó dramáticamente. Los 15.000 litros iniciales que circularon por WhatsApp escalaron a 224.000 litros en un comunicado posterior de la empresa. Finalmente, tras la intervención judicial, llevada adelante por el juez de la Segunda Circunscripción de Jáchal, Pablo Oritja, Barrick Gold admitió que el volumen de la solución cianurada derramada fue de 1.072 metros cúbicos, lo que equivale a poco más de un millón de litros. Esta cifra, 66 veces mayor que la primera que se conoció extraoficialmente, demostró la magnitud del desastre.
El accionar del Gobierno y el cambio de mando
Al momento del incidente, la provincia estaba bajo la gestión del gobernador José Luis Gioja. Bajo administración, con el ministro de Minería de entonces Felipe Saavedra, se trató de abordar el escándalo ambiental con cierta tranquilidad, pero la población demandaba acciones urgentes. La demora en bajar información oficial y precisa generaba malestar, y no faltó el comentario de que, al ser una época de elecciones, había gente que buscaba aprovecharse de la situación.
En ese momento se dio intervención al Ministerio de Minería, a la Secretaría de Control y Gestión Minera, a Hidráulica y a la Oficina de las Naciones Unidas de Servicios para Proyectos (Unops) que dependía de la ONU.
En medio de esto se dio el cambio de gobierno en San Juan. El 10 de diciembre de 2015. José Luis Gioja dejó la gobernación y asumió Sergio Uñac. El nuevo mandatario manifestó públicamente su "molestia" con Barrick Gold y ordenó la suspensión temporal de la mina hasta tener "la certeza" de que reanudaría su trabajo con absoluto respeto al medio ambiente.
A raíz de todo el trabajo e investigación, el Ministerio de Minería, a cargo de Alberto Hensel, impuso una multa de $145.696.000, que en ese momento equivalían a casi 9,3 millones de dólares. Esta sanción fue anunciada como la multa más alta de la historia de la minería argentina. Barrick Gold la pagó y en un comunicado, dijo "lamentamos profundamente este incidente y esperamos, desde este punto, reconstruir un camino de confianza con la comunidad”.
El fallo de la Justicia
El incidente ocurrió cuando una válvula de venteo se rompió y una compuerta que debía estar cerrada, quedó abierta, dejando así escapar el 1.000.000 de litros de solución cianurada que terminó llegando al río Potrerillos, afluente del Río Las Taguas y otros cuatro más, sobre los que sin embargo no se comprobó que hubiera elementos contaminantes.
Encargados de Veladero decidieron dejar una compuerta abierta para poder bajar el nivel de agua dentro del valle de lixiviación. Mientras esta vía estaba habilitada, se rompió una válvula de la cañería de solución cianurada, que terminó saliendo y afectando el río Potrerillos.
En aquel entonces, el juez Oritja procesó a Leandro Poblete, jefe de Procesos; Segundo Álvarez subjefe de Procesos; Carlos Cabanillas, gerente de Minas; Ángel Escudero, gerente de Prevención de Riesgos; Osvaldo Brocca, supervisor de Servicios Técnicos; David Sánchez, supervisor de Mantenimiento; Ricardo Cortéz, supervisor de Medio Ambiente; Walter Pizarro, Gerente de Procesos; y Antonio Adames, gerente General. La Cámara en lo Penal y Correccional de San Juan ratificó el procesamiento para los ocho primeros y desvinculó a Adames, ya que este último había estado en Buenos Aires cuando ocurrió el incidente.
Antes de llegar a juicio, los implicados reconocieron su responsabilidad y recibieron una probation y debieron pagar una multa. A la empresa la obligaron a volver el valle de lixiviación a niveles seguros y durante ese tiempo no pudo operar y debieron instalar cámaras de seguridad para que haya monitoreo constante del valle de lixiviación.
El derrame de Veladero marcó un antes y un después en San Juan en lo que refiere a política de Estado, materia judicial, licencia social y confianza, seguridad ambiental, el cuidado de los ríos y manejo del agua. Sin embargo, queda muchísimo por trabajar...