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La pasión de los Rivas por el pan y un legado que pasa de generación en generación
En el día que se celebra a los panaderos en nuestro país, DIARIO HUARPE destacó la historia de una emblemática empresa familiar de Rivadavia con más de 90 años de historia, donde Eduardo Rivas y sus hijos mantienen viva la tradición entre harinas, hornos y pasión.
Por Giuliana Díaz
Cada 4 de agosto se conmemora el Día del Panadero, un oficio milenario que combina trabajo, dedicación y amor. Más que un alimento, el pan simboliza unión, esfuerzo colectivo y una cultura que se transmite de generación en generación. Por esta razón, DIARIO HUARPE visitó a una de las panaderías más tradicionales de Rivadavia: Aromas y Sabores, ubicada en calle Santa María de Oro antes de Sargento Cabral
Entre hornos encendidos, masas leudando y el inconfundible aroma del pan recién horneado, Eduardo Rivas, dueño de la panadería, recibió a este medio para compartir su historia, su producto estrella y cómo es trabajar codo a codo con sus cuatro hijos: Lucas, Matías, Juan Pablo y Francisco, que cada día, juntos, entregan a los sanjuaninos el pan calentito, las semitas y las facturas que acompañan la mesa familiar. "La panadería es todo para nosotros, es nuestra vida", confesó Eduardo, visiblemente emocionado al recordar tantos años de esfuerzo y la alegría de compartir esta pasión con su familia.
Aromas y Sabores Panadería es una empresa familiar con más de 90 años de historia. "Comenzó con mis abuelos, luego pasó a mi papá, después a mí y ahora se la transmití a mis hijos", relató Eduardo. Fue en ese momento, que todo se remontó a su infancia, donde recordó como era aprender e incorporar esta pasión desde chico, lo que era jugar entre harinas y el horno, por lo que, para él, trabajar en familia es más que una tradición: es un legado de vida.
El trabajo del panadero es exigente y no entiende de horarios. Se sacrifican momentos personales y familiares para que cada día, a las 7 de la mañana, el pan esté listo para los vecinos. "A las 12 del mediodía comenzamos con el amasado del pan, las tortitas y las facturas. Luego, a las 3.30 de la mañana empezamos a hornear", explicó en cuanto a la producción. Por cada día, Eduardo contó que ocupan alrededor de 300 kilos de harina.
En el negocio trabajan Eduardo, sus cuatro hijos y un ayudante, que ya es como la familia. También cuentan con el apoyo de una mujer en atención al público. "Tratamos de hacer todo nosotros, para poder seguir subsistiendo. En tiempos difíciles, hay que cuidar cada gasto", señaló.
La tradicional panadería también se debió adaptar a los cambios y buscar la manera para reinventarse a cada tiempo con nuevos productos y nuevas maquinarias. "Antes se trabajaba con hornos a leña y casi todo se hacía a mano. Llevaba el doble de tiempo. Hoy, las máquinas nos ayudan mucho: están los hornos rotativos y las amasadoras rápidas, así que el trabajo se alivió bastante. Eso permite producir más en menos tiempo, aunque eso no significa que el oficio haya dejado de ser exigente", resaltó.
En este comercio se pueden encontrar facturas de distintas clases, cremonas, semitas y, por supuesto, el clásico pan calentito, el más vendido según el hombre. Sin embargo, también hubo espacio para la innovación. "En un mundo más 'fit', tuvimos que adaptarnos. Por eso hicimos pan integral con semillas, que ahora se vende bastante", comentó Eduardo.
Durante nueve décadas, Aromas y Sabores Panadería se ha transformado en un verdadero punto de encuentro para los vecinos de Rivadavia, y también en el motor de unión para esta familia que, día a día, entre harinas y hornos, honra con pasión un oficio sacrificado y noble. No solo por sus productos, sino también por el trato cercano con cada cliente, quienes no dudan en agradecerles. "Gracias a ellos podemos dedicarnos a nuestra pasión", cerró con total gratitud.