Publicidad

Cultura y Espectáculos

Artistas en cuarentena, Ivan Martinez: "Ojalá se amplíe y profundice la cultura del compartir"

El multidiciplinario artista se sumó al ciclo y realizó un profundo análisis sobre la superproducción de contenidos.

30 de abril de 2020

Ivan Martinez es arquiecto, docente, bailarín, dibujante y escritor. Su basto trabajo abarca las corporalidades y un amplio recorrido por los espacios formales e informales de enseñanza.

Es uno de los artistas que se suma al ciclo de entrevistas de DIARIO HUARPE en el contexto de aislamiento social, preventivo y obligatorio por el coronavirus.

Publicidad

¿Cómo te sentís y en que notás que está presente el arte en el encierro?

El ánimo es cambiante, creo que el encierro nos obliga a encontrarnos con algunos rasgos y estados que suelen pasar desapercibidos en la vorágine en la que usualmente nos movemos. El estar con más quietud pone a flor de piel muchas cosas que en la velocidad y el vértigo solemos esconder debajo de nuestras alfombras. Es como si la piel fuera más porosa en estos momentos, eso nos significa una gran posibilidad.

Siento ansiedades múltiples. Un deseo profundo de aprendizaje colectivo. Considero que esta es una oportunidad para intentar empatías emergentes, inventar modos de sostener los lazos que nos mantienen vivos. Reinventarnos por entre las grietas del sistema que, como en toda crisis, ha puesto en evidencia la nobleza y la ternura de quienes eligen lo colectivo por sobre lo individual, y también el odio, el miedo y el egoísmo como ejercicio constante de muchas individualidades. El mundo en el que nos salvábamos en soledad ha mostrado su lado más triste y doloroso. Deseo que nos reencontremos con más humanidad.

El arte es un ejercicio humano, está en todas las cosas, puede haber arte en hornear pan, en arreglar tu casa, en poner una planta en el fondo o, como sentimos hoy, en un abrazo o en preparar un mate compartido. Todo ello puede ser o tener arte. Considero que hay arte allí en donde sintonizamos con alguna experiencia estética que tiene necesidad de dejar de ser solo una vibración interna. Luego podemos compartirla o no, pero esa vibración o sintonía con algo que nos moviliza o nos conmueve es el arte para mí.

Publicidad

En estos días de encierro y poco moverse en el exterior, la sensibilidad nos empuja a hacernos preguntas, porque la desconexión con la vorágine nos pone a prestar atención, y a estar más conscientes de muchas abstinencias. Nos damos cuenta lo necesario del compartir cercanías, el valor del contacto con la gente, podemos conectar con la lectura, o con la música, o con la escritura, con el propio cuerpo. Hay un universo de territorios sensibles que se nos presentan por estar en la obligación de frenar muchas anestesias que habíamos incorporado como cotidianas. El arte en ese sentido, puede ser tanto abrigo, como vía hacia una libertad posible, es en definitiva un romper con los límites del propio cuerpo, aunque estemos en confinamiento.

¿Es una época para producir?

Personalmente considero que es una oportunidad para ampliar y ejercer la sensibilidad. Por obligación, y en razón de sufrimientos y muertes de mucha gente, estamos en la necesidad de estar sin movernos, sin mucho de ese ejercicio alienador que usualmente nos priva de ser sensibles. Considero fundamental aprovechar la pausa para intentar prestarnos atención, no solo individualmente, sino en colectivo.

Hubo un primer momento de ansiedad en donde sentimos que debíamos producir más y mejor, como si fuéramos animales de circo, que necesitaban hacer más y que el mundo fuera testigo de nuestra extrema productividad. Como si necesitáramos probar al sistema que merecíamos preservarnos. Creo que enfocarnos en cosas importantes de modo sensible hace que el arte pulule sin necesidad de exigírnoslo. Si abrimos los poros el arte está siempre. No está bueno que sea una compulsión por el encierro.

¿Algún consumo cultural específico que habías dejado y retomaste?

He podido leer mucho más, dibujar mucho más, bailar un poco más, he podido cocinar sin prisa y aprender a cocinar otras cosas. He retomado algún contacto humano por medios digitales con alguna gente querida que vive en otros lugares. Pero sobre todo he podido conectarme con una empatía general hacia lo vivo, la gente que llamamos propia, el cuidado de las personas, el deseo de compartir. Ojalá se amplíe y profundice la cultura del compartir. El arte como edificio a los propios egos demanda actualizaciones. Por ahí lo colectivo es un territorio en donde podamos construir alternativas. Hay gente aquí en San Juan funcionando así y es hermoso.

¿Cómo te estás llevando con los nuevos soportes de divulgación como streaming, videos, newsletter, etcétera?

Mucho de mi actividad profesional está relacionado con la docencia y la arquitectura. En ese sentido, los medios digitales están siendo un territorio que estamos recorriendo vertiginosamente, sin podernos hacer preguntas importantes. Se está dando en medio de una emergencia. Hay que ir inventando modos de hacer barcos en el agua, mientras aprendemos a nadar de nuevas maneras. En otros campos, creo que es momento de frenar un poco, abrir los poros, prestarnos atención. Siento que hay una compulsión por compartir material en las redes, a veces por las lógicas necesidades económicas y otras por no poder soportar el encuentro con una sensibilidad que nos estaba prácticamente prohibida.

Intento transcurrir el tiempo dando espacio a que las experiencias construyan en el cuerpo un deseo de manifestarse. Luego, el proceso de producción, dibujo, escrito, baile, cocina, o lo que sea, van siendo una consecuencia que se construye. Siento que es momento de cuidar, permitir que nos cuiden y aprovechar que hemos sacado un poco el pie del acelerador.

Según tu análisis, ¿qué lugar está ocupando el arte en esta cuarentena en el mundo?

Es difícil responder a esto, sobre todo en el mundo. Tal vez diga lo que quiero que haga el arte en el mundo. Formo parte de algunos grupos de gente muy hermosa que se comparte relatos, otros en donde la danza se comparte desde una casa, o se filma y produce en su propia terraza o balcón o patio, hay gente que elige hacer una receta y compartirla por mensaje, otra que se pone en riesgo ayudando y compartiendo su tiempo a quienes están en peor situación, hay otra gente que se comparte poesía y resonancias, otra gente canta o toca. Creo que el arte como ruptura con los límites del propio cuerpo es una de las muchas muestras de que lo colectivo nos teje y nos salva.

Una vez pintamos las cuevas o levantamos rocas porque había que conmemorar algo. Que teníamos para comer, que habíamos sobrevivido o que alguien nuevo había llegado a nuestro clan. También lo hicimos porque alguien había muerto. Conmemoramos porque lo que nos pasaba interiormente necesitó ser compartido y fue sintonía. Ese tejido colectivo nos salvó de desaparecer. Por allí la individualidad en velocidad nos haya hecho olvidar un poco eso y por ahí también una enfermedad que afecta a cualquier ser humano sin distinción nos recuerde cuan frágiles somos en soledad. El arte siempre es un modo de atestiguar y por ello suele ser revolucionario…Ojalá.

Publicidad
Más Leídas
Publicidad

ÚLTIMAS NOTICIAS