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Opinión

¿Se puede medir el amor?

En el momento de revelarnos cómo es el Amor de Dios por nosotros, Jesús acude a ejemplificar con las relaciones familiares.

Cuando necesitamos expresar el amor que sentimos por alguien echamos mano a imágenes que refieren a tamaño: altura, anchura, volumen. Se puede escuchar un “te quiero hasta la luna, hasta las estrellas”.

Así mismo, a la hora de mostrar cuánto queremos a un amigo, decimos “es como de la familia”. Una manera concreta de expresar un vínculo estable,  de cercanía. Y si se trata de reconocer la delicadeza en el trato de alguien que nos hace el bien, lo ejemplificamos con “me trató como un padre o una madre”.

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Los vínculos familiares son imagen de proximidad no sólo física, sino en el afecto mutuo.

En el momento de revelarnos cómo es el Amor de Dios por nosotros, Jesús acude a ejemplificar con las relaciones familiares. No como “un modo de decir”, sino como expresión de la realidad concreta.

En el Evangelio de este domingo proclamamos “Dios amó tanto al mundo que entregó a su Hijo Único para que todo el que cree en Él no muera, sino que tenga Vida eterna”. (Jn. 3, 16)

Quienes son papás y mamás saben en carne propia el sentido y profundidad de esta afirmación. Dios no se guardó nada. Para expresar su amor se dio Todo.

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También la Primera Carta de San Juan nos refiere: “Miren cómo nos amó el Padre: quiso que nos llamáramos hijos de Dios, y nosotros lo somos realmente” (I Jn. 3, 1). Y por si fuera poco esta afirmación continúa: “Queridos míos, desde ahora somos hijos de Dios, y lo que seremos no se ha manifestado todavía. Sabemos que cuando se manifieste, seremos semejantes a Él, porque lo veremos tal cual es” (I Jn. 3, 2).

La fe no consiste en la afirmación de teorías abstractas, sino en una relación de encuentro. Suelen escucharse afirmaciones incorrectas acerca de quién es Dios y cómo es considerado.

            No es un Dios lejano sino cercano.

No es un Dios ausente sino presente.

No es un Dios abstracto sino personal.

No es un Dios de muerte sino de vida.

No es un Dios indiferente sino comprometido.

No es un Dios agrandado sino pequeño.

No es un Dios castigador sino misericordioso.

No es un Dios rencoroso sino perdonador.

Somos discípulos misioneros apasionados del Apasionado. Amantes del Amor.

Ante afirmaciones tan contundentes como veraces podemos dar lugar a la pregunta: Si tanto nos ama, ¿por qué nos pasa lo que estamos viviendo? ¿Por qué el sufrimiento? Incluso podemos cuestionarnos, ¿por qué tuvo que sufrir Jesús siendo inocente?

Dios asume el sufrimiento humano para acompañarnos en aquellas condiciones de dolor, en las enfermedades, en los dolores morales. Él no se desentiende. Nos envía a quienes somos su familia para ser presencia suya en medio de situaciones de padecimiento. Lo escuchábamos el Domingo pasado: “Como el Padre me envió a mí, yo los envío a ustedes” (Jn.  20, 21).

Ser de su familia es ser enviados. No estamos llamados para vivir la fe como refugio sino como dinamismo de salida. Para que esto sea posible, completa Jesús el envío cumpliendo la promesa del Don que viene de lo alto: “Reciban el Espíritu Santo”.

En el Bautismo derramaron el agua en nuestra cabeza diciendo: “Yo te bautizo en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo”.

No es una fórmula mágica, sino poder de Dios que nos hace miembros de su familia, de la Iglesia Madre que va en busca de sus hijos.

Aceptar a Jesucristo como Salvador y Redentor implica reconocerlo como enviado del Padre que derrama el Espíritu Santo haciéndonos familia de enviados.

Como expresa la frase “la medida del amor es amar sin medida”.

 

Hoy saludamos a los periodistas en su día. Quiero rescatar un sentimiento de aprecio que me surge cuando se me aparecen en la memoria tantos periodistas que conozco (con varios somos amigos) que ejercen este oficio-profesión: ¿qué los mueve a buscar datos concretos, reconocer voceros legítimos sobre los temas a asumir en sus medios, actualizarse y convertirse en periodistas multimediales al registrar situaciones de interés con cuanto aparato digital los ayude a llegar mejor con las noticias, tratar de encontrar la verdad asumiendo esos caminos que justamente no son los más fáciles de andar y no se cansan? Leo sus narraciones, veo sus fotos y videos, escucho sus crónicas en la radio y reavivo mi alegría de conocerlos y mi consideración puntual por su trabajo. Los saludo, hermanos periodistas, y los animo a que sigan contando historias con verdad, bondad y belleza, desechando las noticias falsas, las no chequeadas, las que no hacen honor a su esfuerzo que definitivamente se destaca.

 

El domingo próximo es la Colecta Nacional de Caritas con el lema “Tu generosidad aumenta la esperanza”. El aislamiento impedirá este año una mayor motivación en nuestras comunidades y lugares públicos. Insistiremos en diversos modos electrónicos para recibir tu aporte el que también podés entregarlo en un sobre en la Parroquia más cercana a tu domicilio. Caritas cuenta con vos.

 

 

7 junio, 2020 | Noticias

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