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Opinión > Leyendas

Creencias y costumbres sanjuaninas: la novia de la punta

En un pueblito de la precordillera se casaba una pareja de chicos muy queridos.

Para ello había llegado el cura, el juez civil y muchos invitados. 

La capilla estaba festivamente arreglada con flores en los altares y fuera, guirnaldas de papeles de colores. 

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En la casa de la novia se preparaba toda la comida que se iba a invitar: lechones, pollos y empanadas. Todos cocinados con el ayuda de la panadería de muchos hornos de barro de los compadres. 

Y las vecinas, tías, madrinas, muy ocupadas en el vestido de la novia en donde todos habían participado con máquinas de coser, telas, puntillas y todo lo que un vestido pueda precisar. 

El novio vivía en otro pueblo un poco distante del de la novia y dónde se realizaba su boda. 

Así, llegó la noche y la orquesta empezó la música para alentar y animar a los invitados. 

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Ya estaba todo preparado, las mesas en el club del pueblo, primorosamente arreglado también y la novia ya vestida esperando la hora. 

Fue pasando el tiempo, ella sabía que el novio podría demorar pues se avecinaba un temporal con vientos fuertes y nevadas. 

El tiempo seguía pasando, cada vez era más tarde y ya, aparentemente, el novio había sufrido algún percance. 

Contra todo consejo la novia salió en su búsqueda. 

Caminando, trepando, llegó a la parte más alta de un cerro y allí se sentó en una piedra frente al amplio panorama para verlo llegar. 

La tempestad de nieve era cada vez más poderosa. Los invitados salieron a buscarlos sin buenos resultados en la búsqueda.

Pasando los días, cuando pudieron llegar al lugar donde pensaban que podían encontrarlos sólo vieron en una punta del cerro, entre la neblina, el bosquejo blanco de lo que parecía ser la falda de un vestido de novia. 

Volviendo todos los al pueblo, y desde entonces, en los cerros del oeste, se ve desde San Juan cuando el clima lo permite, una silueta blanca en aquel cerro. 

Se cree que esa silueta es la de la novia que sigue esperando la llegada de su amado. 

Recordando aquella zona como la novia de la punta.

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