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El Cronista

¿Por qué ningún candidato incluye la educación en sus discursos?

La única manera de solucionar el problema de la pobreza y la falta de desarrollo es generando un capital humano competitivo a través de una educación pública de excelencia, como sucede en los países ricos, desarrollados y justos.

POR EL CRONISTA PARA DIARIO HUARPE

Rodrigo Miguel, autor del libro El Poder de la Educación.

Una de las principales premisas que se observa en los países ricos, desarrollados, donde los ciudadanos gozan de un alto nivel de vida, es que la educación pública prevalece sobre la educación privada. En los países desarrollados la educación pública tiene un alto nivel de excelencia y es accesible para toda la población. Como ejemplo de esto podemos señalar a EEUU y Japón que cuentan con una incidencia de la educación privada inferior al 2%.

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Deberíamos entonces preguntarnos como sociedad, ¿Por qué 1 de cada 3 argentinos optamos por la educación privada? ¿Por qué los argentinos preferimos pagar por aquello a lo que podemos acceder en forma gratuita?

La respuesta es que la educación pública y gratuita argentina es muy deficiente, incompleta y construida sobre paradigmas del siglo XIX, es decir, muy atrasada. Los países cuya educación tiene el eje en la educación pública son países ricos y desarrollados y con mayor igualdad social, contrariamente a lo que sucede en Latinoamérica donde un alto porcentaje de sus ciudadanos elige la educación privada al momento de decidir el colegio de sus hijos. La educación pública, de muy inferior calidad queda reservada para aquellos que no tienen otra opción. Esto es una nota característica que se da en los países con bajo nivel de desarrollo y altos niveles de desigualdad y pobreza.

La única manera de solucionar el problema de la pobreza y la falta de desarrollo es generando un capital humano competitivo a través de una educación pública de excelencia, como sucede en los países ricos, desarrollados y justos. Esta propuesta además de generar riqueza, generará igualdad de oportunidades y una verdadera meritocracia. Lo justo es que todos tengamos las mismas oportunidades y que los que se destaquen lo hagan en función de su talento y su esfuerzo y no como consecuencia de su situación socioeconómica. Esta igualdad de oportunidades es la clave del desarrollo del país.

Estados Unidos y Japón no son los únicos ejemplos en los cuales la incidencia de la educación privada es mínima. Holanda y Suiza presentan una incidencia de la educación privada inferior al 1%, en Francia esta incidencia es inferior al 3%, en Alemania, inferior al 5% y en Italia inferior al 7%. Por otro lado, en Brasil la incidencia de la educación privada es superior al 16%, en México superior al 25%, en Perú al 27% y en Argentina el 33% elige matricular a sus hijos en colegios privados. Es dable destacar entonces que el desarrollo y la riqueza de un país, así como sus niveles de igualdad son inversamente proporcionales a la incidencia de la educación privada existente en dicho país.

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Como país y como sociedad todavía estamos a tiempo de cambiar. Cuando todos queramos que nuestros hijos vayan a la escuela pública habrá empezado el cambio hacia una Argentina rica, justa e igualitaria. Argentina necesita con urgencia una educación pública de excelencia. ¿Me pregunto por qué en tiempos de elecciones ningún candidato considera prioritaria a la educación?

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