Eco Huarpe > Un planeta que se seca
Crisis de la aridez: impacto global y llamado a la acción
Un informe de la ONU advierte que para 2100 la aridez podría afectar la vida de 5.000 millones de personas. En Argentina, el noroeste y el sureste aparecen en el “mapa caliente”.
La tierra, base de los alimentos y los ecosistemas, enfrenta una crisis sin precedentes. Según un informe reciente de la Convención de las Naciones Unidas para la Lucha contra la Desertificación (UNCCD), el 77,6% de los suelos del planeta está más seco ahora que entre 1960 y 1990. En tres décadas, las tierras secas crecieron en 4,3 millones de kilómetros cuadrados, una extensión equivalente a un tercio de la India.
El fenómeno, denominado “crisis de la aridez”, preocupa no solo por su impacto actual, sino por las proyecciones a futuro. Hacia 2100, la aridez podría afectar directamente a 5.000 millones de personas, reduciendo la capacidad del suelo de absorber agua en un 67% y profundizando la desertificación. “Esto redefine la vida en la Tierra”, afirmó Barron Orr, científico jefe de la UNCCD.
Un impacto global, pero desigual
La aridez no afecta a todos los territorios por igual. Actualmente, el 40,6% de la superficie terrestre, excluyendo la Antártida, cumple con los parámetros para ser considerada “tierra seca”. Mientras que, en algunas regiones, como el centro de Estados Unidos y el sudeste asiático, se ha registrado un leve aumento de la humedad, la mayor parte del planeta sufre las consecuencias de suelos más secos.
En Europa, el 95,9% de la superficie está más seca que en 1990, convirtiéndose en una de las regiones más afectadas. Otras zonas críticas incluyen la costa oeste de Estados Unidos, África central y partes de Asia y América del Sur.
En Argentina, el informe destaca dos regiones en el “mapa caliente”. Por un lado, el noroeste argentino experimenta un rápido crecimiento de tierras secas, una característica compartida con el noreste de Brasil y el Mediterráneo. Por otro lado, el sureste, incluyendo la costa patagónica, enfrenta un incremento sostenido de la desecación, con proyecciones que indican la posible aparición de zonas desérticas para fin de siglo.
El cambio climático como motor del problema
La principal causa de la aridez es el cambio climático, impulsado por las emisiones de gases de efecto invernadero. Estas emisiones no solo calientan la atmósfera, sino que también alteran los patrones de precipitación y reducen la capacidad del suelo para retener agua. Otros factores, como el uso intensivo de la tierra y los incendios forestales, agravan la situación.
El informe también proyecta graves consecuencias para la producción de alimentos. Para 2040, se estima que los rendimientos globales de cultivos como el maíz, el trigo y el arroz podrían disminuir en 20, 21 y 19 millones de toneladas respectivamente, exacerbando la inseguridad alimentaria.
Un 40% menos de agua de la Cordillera
Si las emisiones de gases de efecto invernadero continúan al ritmo actual, para 2100 el caudal anual de las aguas provenientes de la Cordillera de los Andes podría reducirse hasta un 40%. Esta disminución impactaría directamente en una mayor desecación de los suelos, sumando otro eslabón a la creciente cadena de problemas de un planeta que envía señales de alarma cada vez más claras.
Llamado a la acción
La COP16 de la UNCCD, celebrada en Riad, Arabia Saudita, busca movilizar esfuerzos globales para mitigar la crisis de la aridez. Entre las medidas propuestas se encuentran la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero, una gestión más sostenible del agua y el suelo, y políticas de prevención de incendios.
“La humanidad tiene las herramientas para enfrentar este desafío, pero la clave está en la voluntad de actuar”, subrayó Nichole Barger, presidenta de la interfaz científico-normativa de la UNCCD.
La desecación de la tierra es un llamado de atención urgente para proteger un recurso esencial: el suelo del que depende la vida en el planeta.