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Día del obrero de viña: un oficio en riesgo de desaparecer por la precarización

Calculan que hay cerca de 20.000 cosechadores o trabajadores de la industria vitivinícola y que cada vez menos jóvenes eligen esta profesión.

01 de febrero de 2023

San Juan es la tierra del sol y el buen vino gracias no solo a su clima que beneficia a las uvas, también a que desde hace siglos hay trabajadores haciéndolo posible. Pero hoy, este oficio histórico y tradicional es cada vez más escaso.

Este 1 de febrero es el día del trabajador de la vitivinicultura, que recuerda a aquellos que trabajan en parrales y bodegas para sacar los vinos que son orgullo nacional, uvas, pasas y también el mosto, un nuevo “commodity”. El día conmemora el aniversario de un acta acuerdo para garantizar los derechos laborales de los trabajadores de viña y es feriado para pago para todos ellos.

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Si bien existe como una fecha para tomar conciencia desde 1991, este 2023, las condiciones siguen sin ser ideales y tanto desde el sindicato como desde los empresarios reconocen un grave problema: cada vez hay menos cosechadores para las vendimias. En la actualidad calculan que hay cerca de 20.000 personas en la temporada alta. De estas, solo entre 3.000 y 5.000 están registradas. El 15% son mujeres, la mayoría son personas a partir de los 30 años.

DIARIO HUARPE habló con Emilio Ozan, titular de Foeva, quien explicó que están viendo cómo la masa de los cosechadores está “envejeciendo”. Esto quiere decir que cada vez tienen menos jóvenes gameleando en las fincas sanjuaninas. Esto hace que los empleadores deban esforzarse más para encontrar personal, pero también, lentamente, se pierden los conocimientos de esta labor.

Es que levantar la uva en la vendimia, cuidar las plantas el resto del año y estar en las bodegas mientras el mosto se convierte efectivamente en vino, no es una tarea fácil. Tiene una cuota de saberes, como así también de sacrificio.

Jornadas desde el amanecer, a $120 la gamela

La cantidad de dinero que pueda ganar un trabajador de la cosecha depende de su habilidad y experiencia. Históricamente, los padres llevaban a sus hijos jóvenes a la vendimia, para que aprendieran cómo llenar más y más gamelas o tachos de uva, porque de eso dependía la cantidad de “fichas”.

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Desde las organizaciones han peleado históricamente para que haya un sueldo fijo, pero lo cierto es que en mayor y menor medida, a la salida del parral, todo se mide en la cantidad de uvas que pudieron cargar.

Las jornadas son de 8 horas, empiezan desde las 7 de la mañana o antes. En invierno son jornadas bajo cero manteniendo los parrales y preparándolos, en verano de más de 40º. Algunos aseguran que recorren a pie 8 km para poder hacer las 100 gamelas de “los que saben”. Si el camión ingresa a la finca, cada kilo de uva se paga menos.

Hoy en día, explicó Ozán, el tacho se está pagando entre $80 y $120. Esto depende del lugar, del empleador, de la variedad. Mientras avanza la vendimia, el precio se termina equiparando, porque los trabajadores temporarios, esos que solo toman el trabajo en esta época, son cada vez menos y terminan eligiendo un lugar donde paguen mejor.

“Hoy en día el trabajador de viña cobra cerca de $88.000, con el sueldo, refrigerio y el no remunerativo”, explicó Ozán. Pero esto es solo para ese porcentaje mucho menor de los registrados. También ven, cada vez más seguido, empleadores que los contratan por media jornada en papeles, pagan la media jornada, pero hacen trabajar a los cosechadores las 8 horas completas. Esto y las horas extras y elementos de ropa y seguridad, son los reclamos sindicales más comunes.

Los planes sociales, el foco del debate

Cuando los productores vitivinícolas hablan de la falta de trabajadores, suelen hacer referencia a lo mismo: “prefieren quedarse con un plan social”. Para Ozán esto puede tener que ver, pero no llega al fondo de la cuestión. 

“Es un trabajo muy sacrificado, muy difícil y si las condiciones no son buenas, no les conviene. Pero sobre todo, el miedo es a perder esa ayuda el resto del año, por tres meses de trabajo”, aseguró. Hoy en día existe un régimen especial para los trabajadores temporarios, pueden estar en blanco, tener aportes sociales y luego volver a recibir la ayuda social. Pero el miedo persiste, los trabajadores a veces se niegan a ser puestos en blanco, porque temen que de todas formas perderán su ingreso del Estado.

Por otro lado, los jóvenes intentan cada vez más buscar horizontes fuera de las fincas. Este grupo solía empezar a ir a las fincas para poder hacer “una diferencia familiar”. Esto quiere decir que padres llevaban a sus hijos, en años menos rigurosos a veces menores de edad, para poder cobrar más y tener un ingreso extra que les permitía mejorar sus economías.

“Nos encontramos casos de chicos que nos dijeron que estaban trabajando porque así podían comprarse unas zapatillas o ropa, algo que en condiciones normales no pueden permitirse”, contó el titular de Foeva. Pero con la disminución del poder adquisitivo de todos los salarios, sobre todo de uno tan magro como el del trabajador de viña informal, esa diferencia es cada vez menor.

¿Quiénes eligen todavía ir a trabajar los parrales? Según Ozán, hay un porcentaje que lo hace por tradición, pero la mayoría viven en departamentos alejados, donde no hay muchas fuentes de trabajo. “Muchos no tienen muchas chances más, porque no han terminado la escuela”, detalló.

La paga, las condiciones y la irregularidad del trabajo, porque en vendimia incorporan miles de personas que luego ya no son necesarias, hacen que el trabajo en la viña haya perdido frente a otros. Para Ozán, la única forma de mantenerlo es mejorar las condiciones, que sea competitivo frente a otros sectores.

“Conseguimos la jubilación anticipada, un reconocimiento al costo físico que tiene el trabajo, vamos a entregar útiles, la próxima semana tenemos plenario para empezar a tratar el aumento de sueldo y hasta queremos que se pague un plus a los que hayan terminado la secundaria”, enumeró el sindicalista. De todo esto, posiblemente, dependa que siga existiendo el trabajo más tradicional de San Juan.

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