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Un año del accidente de la sanjuanina que movilizó a la provincia: “Me enfoqué en la recuperación por mis hijos”

Daniela Bilbao asegura que no le tiene rencor ni enojo al hombre que la atropelló, aunque le hubiera gustado que le explique por qué huyó.

18 de agosto de 2020

Hace un año, Daniela Bilbao estaba internada en terapia intensiva, entubada, en coma, con fractura de pelvis, coxis, cadera y cervical. Quedó así tras haber sido embestida por un auto cuando trataba de bajar a su hija del automóvil que estaba estacionado en la banquina. Hoy está en su casa, con una sonrisa que contagia alegría y con ánimos porque están por darle el alta de la internación domiciliaria. Asegura que en todo momento su motor de lucha fueron sus hijos: Catalina de 2 años y Sebastián de 7.

Daniela perdió tres embarazos, tras varios tratamientos pudo quedar embarazada dos veces por lo que muchas veces temió que les pasara algo a sus niños. “Siempre le pedí a Dios que si había alguna tragedia me pasara a mí y no a mis hijos”, cuenta a DIARIO HUARPE. Ese pensamiento se lo transmitió al padre Rómulo Cámpora, quien fue el encargado de recordárselo cuando ella estaba en medio de la recuperación y por momentos perdía la esperanza. “Ahí me cayó la ficha y me dije 'me cumplió, entonces no puedo estar mal, voy a salir adelante y le voy a poner el pecho a las balas'”.

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Desde ahí fueron pocas las veces en las que se deprimió, ya que logró buscarle lo positivo al accidente, es decir, que su hija que estaba adentro del vehículo no tuvo ni un raspón. También que ella tuvo una recuperación que los médicos ven como milagrosa.

“A mi marido, mis padres y mi hermano les dijeron que pasaran a despedirse porque no iba a pasar la noche”, recuerda la mujer. Pero pasó esa noche y todas las que le siguieron.

Tenía tantos huesos quebrados que el dolor aún está presente en su mente. Se despertó una semana después de lo ocurrido y no recordaba nada. Lo último que tenía en su mente era que no podía sacar a su hija porque se había trabado el cinturón del auto y el de la sillita en la que viajaba debido a que sólo tenía un año. De ahí, cuando volvió a abrir los ojos estaba, en una clínica internada.

Dice que se enfocó en la recuperación por sus hijos, a quienes estuvo meses sin ver porque no podían ingresar a terapia. Sebastián cumplió años el 20 de septiembre y ese día hicieron una excepción para que pudiera ver a su madre, porque no creía que estuviera bien y estaba deprimido. Así fue que con un mameluco, gorro y zapatos pudo ingresar unos minutos a la sala.

“Mamá, no puedo creer que estés acá”, le dijo el niño. La abrazó y los dos lloraron durante varios minutos. A Daniela aún se le llenan los ojos de lágrimas cuando recuerda ese momento.

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A Catalina pudo verla recién a comienzos de octubre cuando le dieron el alta. Según relata, la niña “no quería saber nada”, ni siquiera dejaba que la alzara. Con el correr de los días volvió a aferrarse a su madre.

“La verdad es que fue un milagro. Le agradezco al Cura Brochero, a Dios y al Ángel de la Guarda de mi hija que me ayudaron”, dice Daniela que este lunes festejará con una merienda con sus amigas su "nuevo nacimiento".

Sobre el hombre que la atropelló, Jorge Caballero, quien se fugó y se entregó con la Policía cuatro días después, asegura que no le tiene rencor. “No tengo ni rabia, ni bronca, es raro porque pasé por tantas. Me ha dolido tanto que podría estar con todo el rencor y no le deseo el mal ni nada”, comenta. Aunque si hay algo que le hubiera gustado es que el conductor o algún familiar de él le expliquen lo ocurrido. No espera ni siquiera una disculpa, sólo entender por qué se fue y la dejó tirada. Mientras tanto, el hombre sigue libre debido a que aún no se realiza el juicio.

Asegura que no le tiene rencor ni enojo al hombre que la atropelló, aunque le hubiera gustado que le explique qué fue lo que ocurrió. Foto: Mariano Martín / DIARIO HUARPE.

El día del alta

Mientras estaba internada, Daniela no se imaginaba que las redes sociales estaban colapsadas de pedidos de oración por ella, y los medios llenos de noticias en las que hablaban sobre su recuperación.

Comenzó a tomar dimensión de lo que estaba pasando cuando le dieron el alta a comienzos de octubre. Ese día la sacaron en camilla y afuera había decenas de personas esperándola, a algunas ni las conocía. “Me decían 'no te puedo creer, qué bien que estás', me abrazaban y me daban estampitas de San Cayetano, de San Francisco de Asís, de todos los santos y las vírgenes. Fue impresionante”, recuerda. Hasta hubo personas que lloraron de felicidad al ver que iba a poder ir a su casa.

Vida nueva

“Mi vida cambió completamente”, dice Daniela. En diciembre pudo caminar, a pesar de las expectativas médicas que creían que iba a comenzar a los ocho meses.

Cuenta que “era muy independiente” y ahora depende todo el tiempo de alguien a la hora de movilizarse hacia algún lugar. “Yo agarraba el auto y me iba a la casa de mi mamá, a trabajar, a mis amigas a tomar mate y ahora no puedo manejar”, comenta.

Actualmente no puede volver a subirse al auto debido a que tiene una prótesis en la cervical y no tiene un movimiento completo de la cabeza. Igual esa recuperación fue “milagrosa” porque le habían dicho que iba a quedar sin ningún movimiento. Ni los médicos saben la razón de esto, ya que la prótesis la tiene fijada.

Además, el golpe que tuvo le afectó la visión: comenzó a ver negro con la mitad del ojo derecho. Con el pasar de los meses pudo ver mejor, pero aún tiene la dificultad. Según los profesionales, el problema es neurológico.

“Igual eso no es nada, los médicos me dicen que podría haber estado en silla de ruedas y acá estoy”, dice con una sonrisa.

Mientras tanto, sigue con internación domiciliaria por lo que todos los días va el médico a tomarle los signos vitales y el kinesiólogo. Según lo que le comentaron, a fines de agosto le darán el alta definitiva.

Una promesa pospuesta

Daniela y su esposo, Diego Aguilera, son fieles creyentes del cura Brochero, así que en medio de la recuperación ambos prometieron que iban a ir a verlo y a llevarle una ofrenda cuando ella estuviera “mucho mejor”. Ahora siente que es el momento, pero no puede viajar debido a la actual situación sanitaria por el coronavirus. “Cuando se pueda, voy a cumplir eso porque es mi promesa más importante”, cierra Daniela.

Daniela y su marido prometieron visitar al Cura Brochero cuando ella se recupere. Foto: Mariano Martín / DIARIO HUARPE.

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