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Victoria Lingerie, el “local de los sueños” que su dueña comparte con todo San Juan

Cuando Patricia empezó a vender lencería se encargó de crear un lugar donde ella sería feliz comprando y descubrió una nueva pasión: contagiar amor propio a otras mujeres.

POR REDACCIÓN

09 de agosto de 2023
Patricia Racamato puso su impronta en cada centímetro de Victoria Lingerie.
Otra de las premisas de Patricia es que haya prendas de todos los talles y precios, siempre en buena calidad.
La oferta abarca bodies, pijamas, corpiños, bombachas y otras prendas.
Cada cambiador tiene una bata para que probarse y volver a elegir sea más fácil.
En cada rincón, se aseguró Patricia, hay espacios de comodidad.
La iluminación y la decoración buscan que las clientas se sientan cómodas.
Un living para quienes acompañan a comprar con café y galletas.
Más allá de los clásicos, Patricia busca incorporar colores y texturas.
Guadalupe Estrada, mano derecha de Patri, es quien recibe a las clientas.
Hasta en los más mínimos detalles: las galletas hechas con la marca son un sello del local.
Ubicado en Hermógenes Ruiz antes de Córdoba, el local es un lugar de complicidad.

Patricia Racamato empezó Victoria Lingerie en Santa Cruz, entre el viento sur y su profesión como ingeniera en Recursos Naturales en la industria petrolera. Su propia creación la hizo olvidar todos los tabú que ella tenía sobre la lencería y la ropa interior y hoy defiende la libertad de las sanjuaninas de elegir esa primera piel en un espacio de comodidad, calidez y confianza.

Ubicado en Hermógenes Ruiz antes de Córdoba, el local es un lugar de complicidad.

“Yo era todo lo contrario, compraba todo básico en el súper y trabajar en ambientes de hombre muchas veces me hizo olvidarme de mi feminidad”, cuenta Patricia, a 2.000 km de su Santa Cruz natal, donde empezó su transformación. Es que esa descripción no coincide con la mamá de tres niñas y adolescentes que tomó la posta y se prueba los conjuntos de ropa interior para mostrar a sus seguidores en las redes. “Para que vean que todos los cuerpos pueden usar lencería, aunque no seamos Pampita”, sostiene.

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La profesional y madre entró en el mundo de la venta de ropa interior cuando tuvo a sus hijas, dejó la industria y su esposo trabajaba en la minería. Acostumbrada a estar en actividad, buscó algo que podía hacer desde su casa y empezó a vender ropa interior.

Un living para quienes acompañan a comprar con café y galletas.

Pero nunca fue un proyecto al paso, desde el inicio fue otro hijo, como ella misma dice. Desde 2020 está en San Juan, creciendo con la marca y convenciendo a más mujeres a animarse, en un espacio donde la compra se convierte en una experiencia a la medida de la clienta más exigente: su propia dueña.

Un local donde ella misma soñó comprar

Es primer motivador de Patricia fue crear un lugar donde ella se hubiese sentido cómoda. Y es lo que se refleja en el local ubicado en Hermógenes Ruiz, 1046 sur, antes de Córdoba. Es un espacio amplio, donde están su dueña o Guadalupe, su mano derecha, que inmediatamente crean un momento de complicidad con las clientas, ofreciéndoles opciones.

“Algo que para mí era muy importante es que estuviera todo en exposición, que fuera un local grande”, cuenta la emprendedora. Para ella tener contacto con las telas, variedades y colores es una oportunidad para ampliar horizontes, algo que a ella le sucedió.

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Otra de las premisas de Patricia es que haya prendas de todos los talles y precios, siempre en buena calidad.

Es que mucho de la propuesta de Patricia tiene que ver con su camino en el que pasó de no comprar lencería a mostrarla a todo el país por las redes sociales. “A veces vemos alguna de las clientas que miran algo, pero buscan lo clásico, y para nosotras es importante que se animen, que se prueben otras opciones”, cuenta. Muchas de sus ventas empiezan así, estando atenta al brillo en la mirada de quien entró buscando algodón blanco, pero miró de reojo un encaje de color.

Para eso ayuda también la ambientación en varios espacios. En Victoria Lingerie el salón está dividido entre una zona donde hay prendas ordenadas por talles “para que todas puedan encontrar cosas para ellas”, un living donde invitan a tomar un café y comer unas galletas personalizadas a las clientas y los vestidores.

Más allá de los clásicos, Patricia busca incorporar colores y texturas.

Este último sector es uno de los más especiales para Patricia. Tienen batas para que las clientas vayan y vuelvan las veces que sean necesarias y se prueben las prendas. También tienen espejos e iluminación para que sea una compra feliz.

Para la empresaria, lo importante es acompañar a las mujeres en la compra para que sea un placer de principio a fin. No tiene miedo de mostrarles que hay más opciones de las que buscan y creen adecuadas. Según contó, las sanjuaninas optan por lo clásico y no siempre eligen colores u opciones con más sensuales, pero a ella le gusta que se animen, lo intenten.

Guadalupe Estrada, mano derecha de Patri, es quien recibe a las clientas.

“Si no encuentran acá tampoco me molesta decirles dónde pueden ir, para mí es importante que puedan encontrar lo que quieren, que puedan cambiar esa idea de que la lencería es para pocos”, asegura. Para Patricia, que cada vez más sanjuaninas hagan ese viaje desde no prestarle atención a enamorarse de esa segunda piel que es la ropa interior, es un sueño que cumple a diario en el local.

Cada cambiador tiene una bata para que probarse y volver a elegir sea más fácil.

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