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El peor final: las características excepcionales de esta crisis

¿Cómo hará el presidente Mauricio Macri para explicarle a su electorado que tuvo que reponer las limitaciones para la compra de dólares? Justamente él, que había llegado al Gobierno para levantar el cepo impuesto por el kirchnerismo y así reinsertar a la Argentina en el mundo.

Un miembro fundador de Cambiemos pronunció esta frase a sus interlocutores antes que la dinámica de la crisis financiera hiciera pensar más en la transición que en la próxima elección. "¿Para qué cuatro años más de Macri en la Presidencia?"

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El país quedará prácticamente pintado de azul. Las dos cámaras del Congreso tendrán mayoría peronista y la provincia de Buenos Aires estará gobernada por Axel Kicillof y La Cámpora. "¿Para eso quieren ganar?" La frase, impiadosa, sonó como un cachetazo de la dura realidad.

El vértigo impone un nuevo interrogante. Ya no se trata de ganar sino de romper el conjuro. Llegar a la próxima elección y al traspaso de mando según los plazos constitucionales después de 90 años de historia para un gobierno no peronista.

¿Se podrá sortear ese maleficio?

Mejor pensarlo en términos esotéricos antes que políticos para evitar la dolorosa frustración.

Todas las crisis estallan en Argentina cuando el país se queda sin dólares y nadie que lo quiera financiar. Sin embargo, la situación que atravesamos en este momento tiene particularidades únicas.

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La anomalía institucional generada por las elecciones PASO puso al gobierno de Macri en una situación inédita en la historia. El candidato del opositor Frente de Todos resultó el más votado, con un caudal electoral prácticamente imposible de revertir. No obstante sigue siendo candidato, no presidente electo. Eso hace que la transición se vuelva impredecible.

En este escenario el Gobierno anunció una serie de medidas económicas tendientes a intentar llevar tranquilidad a los mercados.

Las reservas del Banco Central (BCRA) no iban a alcanzar a cubrir los tres frentes de conflicto: el pago de la deuda, la cuestión cambiaria, y los ahorristas.

La lectura política de esta coyuntura hecha por un importante hombre de negocios es interesante. Sostiene que Macri terminó de romper toda relación con el denomina Círculo Rojo. Los empresarios no le van a perdonar nunca la humillación de haber pasado por Comodoro Py en la causa Cuadernos, menos esta estocada final.

La inicial batería de medidas anunciadas por el Ministro de Economía, Hernán Lacunza, arrojó una primera conclusión. Entre los "letistas", "lecapistas" y ahorristas, el Gobierno privilegió a estos últimos, perjudicando a muchas compañías en miles de millones de pesos.

A pesar de estos anuncios la dinámica de la crisis siguió su curso. Apenas 72 horas después sucedió lo que parecía inexorable. Otra vez control de cambios, restricciones para la compra de dólares y limitaciones a los giros de utilidades al exterior. Lo que para el kirchnerismo fue una virtud, para Macri es una humillación.

Hoy el foco está puesto en la transición. Imposible predecir cómo seguirán las próximas horas en el plano político. No obstante, nadie desconoce los interrogantes que se abren a partir de la asunción del próximo gobierno.

El peronismo, en caso de ganar, recibirá un país sin recursos para redistribuir. Este es un tema central, casi experimental para muchos analistas de la política.

¿Cómo responder a la demanda social sin dinero?

La traducción seria como hacer populismo sin plata.

Alberto Fernández insiste en que hay que cuidar las reservas, pero al mismo tiempo le pide al gobierno de Macri que se haga cargo de los desafíos de la coyuntura. Hacer ambas cosas juntas es una contradicción en sí misma.

El país que encontrará el candidato del Frente de Todos, si llega al poder en diciembre, tendrá un alto nivel de endeudamiento, una inflación incompatible con el desarrollo económico, recesión, desempleo, desequilibrios macroeconómicos que atender y demandas sociales insatisfechas.

Desde el punto de vista político dirá que esa es la herencia que le dejó el gobierno de Cambiemos. Sin embargo, el interrogante es de dónde sacará los recursos para ello.

Más impuestos no se pueden cobrar. Las reservan se esfuman con una demanda vertiginosa. El tentador Fondo de Garantía de Sustentabilidad de Anses pierde valor con cada devaluación y al campo más no se le puede pedir.

Otro dilema que también se presenta indescifrable es cuál será el rol de Cristina Kirchner en este contexto de tantas dificultades. ¿Dejará que el piloto de tormentas enfrente solo la tempestad con los condicionamientos ideológicos que impondrá junto con La Cámpora?

Al fin y al cabo si Alberto Fernández no puede capear el temporal por no ceñirse a ese libreto impuesto, será él como Presidente quién pagará los costos. Agazapados estarán esperando tanto la Vicepresidenta, como sus más dilectos discípulos para tomar el mando.

Uno de los hombres que fue parte fundacional de Cambiemos recuerda una anécdota reciente. "Fui a ver a Mauricio a Olivos una tarde en la que mi ansiedad pudo más que la prudencia, le dije: 'Mauricio no podes ser vos el candidato, te tenés que correr'. Me miró casi con alivio, como si imaginase un futuro mejor alejado del poder y la contienda electoral. 'Dejamelo pensar', me contestó. Pasaron unos días, volví a Olivos. La misma conversación terminó en muy malos términos. Ya había influido en él el cortesano, aquel que tiene el despacho al lado del rey. A las pocas semanas regrese con la misma e insistente idea, en esa ocasión ya no me levanto la voz. Se quedó mirando por los ventanales del despacho. Ya era demasiado tarde".

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