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Cultura y Espectáculos > Artes escénicas

Julietas, una incómoda conversación que mantiene a los espectadores al filo de las butacas

Un conjunto de historias, familiares hasta el terror, suben a escena este domingo 3 de octubre en el Espacio Franklin Teatro del Arte, en Trinidad.

29 de septiembre de 2021

Julietas, obra puesta en escena por el elenco Malatrama, presenta una función este domingo 3 de octubre en el Espacio Franklin Teatro de Arte a las 20.30 horas. Las entradas tienen un valor de $350 o en promo 2x $600. Se puede pagar en boletería el día de función, por transferencia bancaria o mercado pago.

Con la actuación de Silvina Montenegro, la puesta técnica de Pablo Flores y Yanina “Chani” Marras y la música de Julieta Flores y Federico “Fiko” Bustamante, “Julietas” es un suceso dramático.

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Tenemos que hablar

Julietas toma como punto de partida una casa. Me pregunto si del juego con este elemento surge la obra o la obra juega con él. Esta casa es traída por la primera Julieta hasta el centro de la escena y las historias comienzan a pasar.

En un formato de unipersonal en el que se cuentan diferentes historias que beben de situaciones cotidianas de mujeres como la escuela, la facultad, el trabajo y concursos de belleza, Julietas se permite hablar de temas como las cargas sociales sobre lo que se espera de una “señorita”, aborto, el desgaste de la maternidad, la doble vara para medir la conducta de varones y mujeres y cómo discursivamente se puede decir algo que se contradice con acciones. Ahora bien, esto no dista mucho de una conversación de café y es ahí donde el hecho dramático, la obra, funciona para hablar de todo eso de una forma que vuelve extraña y familiar los temas que trata y mantenga a los espectadores descifrando, leyendo, cada detalle en la obra.

Niñas en forma de cruz, alfileres que moldean el cuerpo, luces que se transforman en miradas terroríficas, saxos que dan voz hasta un bolso que asfixia por cómo se comporta hacen que la técnica y escenografía se una a la interpretación de Montenegro. En la obra se desdibuja la línea de lo inanimado y lo vivo, construyendo una atmósfera que hace que el espectador se pregunte: ¿está bien que me ría de esto?

Hablemos del tono de la obra. Es febril, confunde, por momentos se vuelve pesadillezco por el cambio de luces o de volumen en la música, por otros es gracioso, grotesco. Las historias tienen su carga emotiva, son historias tragicómicas y que dejan una incomodidad en el paladar por lo familiar que son.

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Por último la interpretación de Silvina. El unipersonal tiene algo de disciplinar con los cuerpos, como un atleta de alto rendimiento que en segundos debe poner el cuerpo al servicio del movimiento y sus límites físicos. Silvina cambia entre actos, hace que las Julietas que evoca sean diferentes, en sus gestos, en sus modos, muchas personas en una sola. Y no porque sean diferentes entre si, sino por la sutileza de los tonos de voz o la tensión del cuerpo. Las mejores julietas, la segunda y la tercera, quizás la única que desentona es la primera, puede que sea por el guión, porque escribir sobre la infancia desde la adultez, es complicado y hacerlo bien demanda. Sin embargo esto no hace menos disfrutable la obra.

“Julietas” tiene mucho de juego, no se siente aleccionadora ni didáctica, pero si como una conversación larga sobre de lo que se habla más bien poco. Una oportunidad para quienes buscan en el teatro una obre que continúe después de haber cerrado el telón. Muy recomendada.

 

 

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