Provinciales > Amor para sanar
Myriam Riveros, la bioquímica que vela por los niños del Hospital Rawson
Fue una de las creadoras del grupo "Amigas Solidarias", que asiste a los niños oncológicos y otras junto con sus padres.
POR REDACCIÓN
Con su ambo negro, Myriam Riveros pasa desapercibida en el siempre ajetreado Hospital Doctor Guillermo Rawson. Quienes la conocen, la saludan. Y quienes no, pasan a su lado sin siquiera imaginar el inmenso trabajo que ella y sus amigas hacen para llevarle, aunque sea por unos minutos, una sonrisa a un niño. "El ver la cara de esos chicos cuando uno les da un regalo, cuando te demuestran cariño; sentir que el trabajo de uno tiene sentido y ponerse en sus zapatos y ser solidarios con ellos nos movilizó a querer hacer más y tener más proyectos", dice Riveros a DIARIO HUARPE.
Ella es técnica bioquímica y tiene 57 años. Hace 31 años trabaja en el hospital más grande de la provincia y conoce bien sus pasillos. Su lugar de trabajo es el área de oncopediatría, donde se encuentran internados los niños con cáncer. Allí creó junto a sus colegas el grupo "Amigas Solidarias" que se encargan de asistir y ayudar a padres y madres que tienen a sus hijos internados y también a los propios chicos con todo lo que les sea posible. Todos los años amadrinan a chicos oncológicos y por medio de sus cartitas navideñas intentan cumplir sus deseos. Este año son más de 60 los niños que escribirán su cartita y esperarán por una madrina. Mientras tanto, Myriam y sus colegas solidarios trabajan para que ningún niño o niña padezca alguna necesidad.
"Comenzamos en el 2014 haciendo gorritos para los chicos de otras provincias y lugares alejados. Después, empezamos a hacer otras cosas para Navidad y el Día del Niño como, por ejemplo, bolsitas navideñas para los niños que están acá internados con cáncer y otras patologías", explica Myriam. El grupo no solamente está formado por ella y sus seis colegas bioquímicas, sino también por otros profesionales de la salud como médicos, enfermeros, psicólogos y también personas fuera del hospital que quieran sumarse a su trabajo solidario.
"La única ayuda que recibimos es la de gente que quiera colaborar y nosotras mismas aportamos nuestro granito de arena. Cuando hace falta medicación para un chico, hablamos en el grupo y conseguimos lo que haga falta", destaca la bioquímica.
Motivada por crear consciencia sobre lo que significa el cáncer y su lucha para vencerlo, y también por compartir la empatía que es ponerse por unos minutos en la piel del otro y ver la realidad desde un punto distinto, ella y sus amigas tienen claro donde destinarían el dinero en caso de ganar.
"Hay un grupo de padres y madres que están luchando por los chicos que están acá día a día pasando la enfermedad y otros que ya la pasaron, me gustaría donarle a ellos para que tengan más salida laboral una máquina de coser porque tienen una usada", explicó Riveros.
Myriam y sus colegas no tienen límites a la hora de ayudar. Y tampoco planean ponérselos. Es que Myriam sabe, ya por experiencia, que en un lugar donde las noticias, a veces, no son buenas, se necesita un gran corazón. Y el de ella y sus amigas solidarias, podrá medirse en el testimonio de quienes las conocen.