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Cuotas de $5 y sede en la casa de la presidenta, la unión vecinal de Villa Maturano
Por Eliana Ruiz
“En la unión vecinal no hay sede, por eso cuando asumí cedí parte de mi casa para las actividades de la institución porque no logramos llegar a la sede propia. No es grande, pero nos sirve”, contó Susana Sánchez.
Desde el 2010 es la presidenta de la unión vecinal San Francisco del Monte, que representa a quienes viven en la Villa Maturano, en la que hay más de 300 casas.
Esta institución surgió hace 51 años y desde momento aporta al crecimiento barrial de San Juan, lo cual se destaca en el día de la fundación de la provincia. Apenas empezó, Sánchez notó la falta que hacía una sede para que las personas del complejo habitacional participaran de las asambleas y para hacer diversas actividades sociales, culturales y recreativas. Como este espacio no estaba, no lo dudó y cedió parte de su casa que pasó a ser el lugarcito vecinal.
Actualmente, en esa área guardan las ollas con las que preparan chocolates a los niños y las donaciones que reciben para repartir entre los vecinos que las necesitan, como así también a fundaciones solidarias. Además, tienen dos mesones en los que les dan clases de apoyo a los chicos de la villa.
Quien les da las clases a los estudiantes es Graciela Suter, la hija de Susana y líder barrial de la zona. Es decir, madre e hija luchan y trabajan arduamente por su gente.
Con una personalidad sencilla y algo tímida, Susana contó gran parte de las luchas que llevó adelante para ofrecer cada vez más mejoras. Ella minimiza el hecho de haber cedido parte de su hogar para que los vecinos puedan reunirse y los alumnos, estudiar. “Lo hice por los vecinos, porque hacía falta”, dijo.
Desde la entidad tuvieron diversos logros. Entre ellos se encuentran las cloacas, el pavimento, la iluminación y la colocación de cámaras en las entradas principales. También, la remodelación de la plaza que antes lucía muy deteriorada y ahora cuenta hasta con juegos que los más pequeños disfruten.
Si hay algo que no le falta es la solidaridad. Es por ello que siempre está juntando ropa y mercadería para repartirles a quienes más lo necesiten o estén atravesando duros momentos. Como así también, se encarga de realizar diversos trámites. Entre ellos, solicitar el servicio fúnebre al municipio cada vez que algún familiar de sus vecinos fallece.
“Tratamos de ayudar a los vecinos con las necesidades que tengan”, comentó.
Hace unos años lograron abrir la escuela de iniciación deportiva y comenzaron a brindar fútbol y hockey a unos 40 chicos. Como no tienen cancha propia, desde el Hogar de Día San Benito les prestan sus instalaciones para entrenar.
Mientras que la lectura y el estudio los fomentan a través de las clases de apoyo que brinda Graciela y de la biblioteca que lograron abrir en la sede vecinal. La misma surgió cuando una librería cerró sus puertas y les donó parte de los libros que ahora les sirven a los vecinos para que lean o se saquen algunas dudas con respecto a temas escolares.
La sede es pequeña, pero en ella entra lo primordial. Las ollas para los chocolates, los mesones para las clases, la biblioteca y hasta una serie de adornos que usan cuando les festejan los cumpleaños a los chicos de la zona, unas dos veces al año. Incluso, se puede ver en el lugar una cinta numérica en la que están los números y las letras del abecedario, elemento fundamental para enseñar. Lo que tampoco puede faltar en una de las paredes es un cartel en el que sale una foto de los integrantes de la vecinal de la Villa Maturano y los nombres de las uniones vecinales del departamento Capital.
Como la cuota societaria es de sólo $5 deben hacer una gran cantidad de actividades para recaudar fondos y poder llevar adelante algunas obras. Entre ellas están la venta de empanadas, bingos, sorteos, entre otras. Es que con ese monto no recaudan para hacer nada. Los vecinos les piden recibos, así que en el talonario siempre se les va gran parte de lo recaudado.
“Estamos por hacer una asamblea para plantear que hay que renovar ese monto porque ya ni siquiera existe ese billete, pero nos han pedido que lo dejemos igual y que hagamos actividades a beneficio. Lo que pasa es que siempre trabajamos los mismos”, dio a conocer Susana.
Mientras tanto, ella sigue luchando para conseguir ayudas municipales que sirvan para mejorar la zona y el entorno. A pesar de las condiciones adversas, como la falta de colaboración y de espacio, trata de darles lo mejor a sus vecinos y a la villa en la que vive desde hace tanto tiempo.