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Provinciales > Sanjuaninos en pandemia

El médico sanjuanino que trabaja entre la vida y la muerte en medio de la lucha contra el Covid-19

Pablo Lueje es el jefe de la terapia intensiva del Hospital Privado. Su pasión por la medicina viene desde que era un niño.

14 de junio de 2021

Confiesa que la pandemia llegó para cambiarle la estructura a la terapia intensiva tradicional. Sin embargo, su pasión por salvar vidas está intacta desde aquel anhelo remoto que tenía cuando apenas era un niño. Pablo Lueje tiene 47 años y es jefe de la Terapia Intensiva del Hospital Privado. Sin dudas su trabajo –como el de tantos profesionales de la salud– está regido entre la vida y la muerte. El coronavirus desafió todos los límites y por más los inhumanos esfuerzos para socorrer a las personas, la enfermedad hace que en algunas los síntomas sean fulminantes.

“Es complicado. El día a día es difícil por la cantidad de pacientes que tenemos que atender. Hay personas que entran a respirador y perdemos contacto”, indicó a DIARIO HUARPE.

El profesional absorbió el trabajo de médico desde que era pequeño. Su padre fue su modelo a seguir. En su casa siempre tenían la idea fija. Cuando terminó el secundario dudó en irse a estudiar a Córdoba y decidió inclinarse por la abogacía, pero al cabo de dos clases notó que su destino estaba más relacionado con el oficio de salvar vidas. “Medicina siempre estuvo en mis raíces”, relata.

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Lueje tiene una extensa trayectoria. Foto: Sergio Leiva / DIARIO HUARPE.

En 1992 partió a Córdoba. Tenía miedo, pero al mismo tiempo estaba seguro del camino que había elegido. Una vez que se recibió volvió a San Juan y se agregó al servicio de Clínica Médica del Hospital Guillermo Rawson. Ahí conoció a su pareja, la reconocida infectóloga Rosa Contreras. En el año 2000 los facultativos apostaron al amor y se casaron.

La pareja tenía sueños en común por lo que en 2002, en plena crisis política y económica que atravesaba la Argentina, decidieron capacitarse aún más y se fueron a Buenos Aires. Allí hicieron la residencia. Rosa optó por encaminarse directamente hacia el lado de la Infectología. En 2007 regresaron a la provincia y ampliaron la familia. Actualmente tienen dos hijos varones: Juan Pablo, de 18, y Bautista, de 16.

El hombre no paró de trabajar, al igual que su esposa. Rápidamente ambos alcanzaron lugares muy reconocidos. Pablo tiene cuatro cargos: ocupa el escalafón máximo de la terapia en el Privado; es médico de guardia en el Hospital Marcial Quiroga –hace cinco años fue el jefe de ese sector–; es el director de ESI Emergencias; y director médico de una empresa de atención domiciliaria del Programa de Atención Médica Integral (PAMI).

Su trabajo en pandemia se intensificó. El acompañamiento a los pacientes fue distinto, al igual que el trato con los familiares del enfermo. “Los informes se hacen por teléfono. Por ahí ni la familia nos conoce la cara, eso genera una relación un poco distinta. Hay algunos que confían plenamente, aunque la relación cambió”, sintetizó.

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Tiene más de 23 años en esta profesión y jamás pensó que iba a estar, junto a sus colegas, en esta situación. “Nos obligó a traer maniobras como poner boca abajo a los pacientes”, relató.

Su vida no es tan distinta cuando sale de la terapia. Al trabajar casi todo el día, vive conectado al celular. A veces porque debe seguir resolviendo algunos interrogantes o porque tiene que monitorear a sus pacientes. Pablo contó que tuvo que relegar algunas cosas por la pandemia: las tradicionales juntadas con su familia o hacer deporte al aire libre.

Es optimista. Piensa que el coronavirus va a terminar. Sin embargo sostiene que llevará un tiempo más. Todo dependerá, según entiende, del avance en la vacunación hasta llegar a la inmunidad de rebaño. “Tenemos un camino largo por recorrer”, finalizó.   

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