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El sanjuanino Agustín Galaz Guerra que está en una Misión de Paz en Chipre
Agustín Galaz Guerra es de Santa Lucía e integra la Misión de Paz en Chipre como marinero primero de la Armada Argentina. A sus 23 años, vive una experiencia internacional que combina camaradería, disciplina y orgullo por su país.
POR REDACCIÓN
El sanjuanino Agustín Francisco Galaz Guerra, marinero primero de la Armada Argentina, vive una experiencia única: a los 23 años, forma parte de la Misión de Paz de Naciones Unidas en la isla de Chipre. Desde agosto, es parte de los Cascos Azules que patrullan una de las zonas de amortiguación más importantes del Mediterráneo, contribuyendo a mantener el cese del fuego entre las comunidades grecochipriota y turcochipriota.
Su camino hacia esta misión internacional comenzó en Santa Lucía donde creció junto a su familia y soñaba con un futuro que, aunque prometedor, nunca imaginó lo llevaría tan lejos.
Un encuentro fortuito que cambió su vida
El ingreso de Agustín a la Armada fue casi por casualidad. “Un día salí de mi clase de guitarra y vi a personal de la Armada promocionando las carreras. Me acerqué porque había maquetas de buques y cuadros de la Infantería de Marina que me interesaron muchísimo”, recordó. Esa curiosidad inicial pronto se convirtió en decisión.
El ejemplo de su padre, quien había realizado el Servicio Militar Obligatorio en el Regimiento de Infantería de Montaña 22, también influyó en su elección. “De chico veía fotos de mi papá uniformado y siempre me llamó la atención el espíritu militar”, contó.
Sin embargo, su ingreso no fue inmediato. En 2020, cuando aún tenía 17 años, la pandemia le impidió postularse. Fue en 2021, ya con 18 años, cuando finalmente comenzó su formación como Tropa Voluntaria.
“Recuerdo que mi mamá y mis hermanos no creían que me iba a animar a anotarme. Cuando ingresé, estaban emocionados y muy orgullosos”, relató.
La vida en la Armada
El primer mes de formación fue duro, pero Agustín no se rindió. “El Período Selectivo Preliminar fue muy exigente. Muchos compañeros se fueron de baja, pero yo me aferré a mi decisión. No podía creer que lo había logrado”, aseguró.
En la Armada encontró más que una carrera. “Hice amigos que son como hermanos de armas. También aprendí a valorar cada oportunidad y descubrí el trabajo en equipo como una pieza fundamental para el éxito”, afirmó.
Uno de los momentos más emocionantes de su vida ocurrió cuando fue apuntador en su primer disparo de obús durante un ejercicio en San Luis. “Fue una experiencia de mucha adrenalina. Me encanta trabajar con los obuses; el BIAC es un lugar en el que siempre quiero dar lo mejor”, detalló.
De Santa Lucía a Chipre
En agosto de 2024, tras meses de capacitación en el Comando de Instrucción y Evaluación de la Infantería de Marina y el Centro Argentino de Entrenamiento Conjunto para Operaciones de Paz (Caecopaz), Agustín fue seleccionado para integrar la Fuerza de Tareas Argentina 64 en la isla de Chipre.
“Soy el más moderno en jerarquía y el único Marinero Tropa Voluntaria en el equipo. No me esperaba esta oportunidad, pero me llena de orgullo y me emociona representar a Argentina en una misión tan importante”, dijo.
Lejos de su hogar, extraña especialmente a su familia y amigos de la infancia. “Lo que más extraño de San Juan son mis seres queridos y las reuniones con mis amigos, con quienes comparto una amistad de más de 15 años”, contó.
A pesar de la distancia, lleva consigo un amuleto especial: una ostra que encontró cuando vio el mar por primera vez, al ingresar a la Armada: “Es un recuerdo muy valioso para mí. Nunca había estado cerca del mar hasta ese momento, y desde entonces la llevo a todos lados como mi amuleto de la suerte”.
Una experiencia transformadora
Para Agustín, participar en la Misión de Paz no solo es un desafío profesional, sino también personal. En la isla de Chipre, colabora con oficiales y suboficiales de distintas nacionalidades para garantizar el cese de hostilidades, realizar patrullas y mantener la estabilidad en la región.
“La preparación que recibimos es fundamental. Aquí aprendemos desde negociación y mediación hasta cómo interactuar con los granjeros locales. Es una experiencia que te enriquece y te hace crecer como persona y como profesional”, aseguró.
Su dedicación no ha pasado desapercibida. Durante dos años consecutivos, sus compañeros lo eligieron como el mejor del Batallón. “Ellos siempre creyeron en mí, incluso más de lo que yo mismo creía. Son mi mayor apoyo en esta aventura”, expresó con gratitud.
Un futuro prometedor
Al concluir su misión en diciembre, Agustín regresará al Batallón de Artillería de Campaña Nº 1 en Argentina, pero con la mirada puesta en seguir avanzando en su carrera. “La Armada me ha dado todo: formación, disciplina, camaradería y experiencias inolvidables. Estoy seguro de que aquí puedo alcanzar todas mis metas”, concluyó.