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Policiales > Asesinato en Chimbas

Las dos horas después del crimen del policía: ruidos extraños, abrazos y un pedido de ayuda desesperado

La Fiscalía dio detalles escabrosos de lo que ocurrió en el interior de la vivienda del Barrio Sarmiento.

27 de marzo de 2021

El policía Oscar Mura (28) murió instantáneamente la madrugada del viernes 19 de marzo tras recibir cuatro disparos a quemarropa. Sin embargo, la agonía procedimental del retiro del cadáver y la detención del presunto asesino se dilató por dos horas. De acuerdo a las testimoniales que dieron a conocer desde el Ministerio Público Fiscal en la audiencia de formalización se desprenden que hubo ruidos extraños, abrazos de contención y un pedido de ayuda desesperado por parte de Diego Espejo, pareja del fallecido y principal sospechoso en la causa.

A las 3 de la madrugada una llamada alertó a los efectivos del Cisem 911. En el interior de la casa que la pareja alquilaba sobre calle Eladio Quiroga al 112 (este) Barrio Sarmiento, Chimbas, el aire se espesó. Al menos tres estruendos inquietaron al vecindario, aunque de acuerdo al relato del principal testigo de la causa, Matías Rossini (hijo de Estela Cardozo, dueña del complejo habitacional, y locador de la pareja) se percibieron como golpes de chapa.

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Rossini se levantó de su cama y se dirigió hasta el patio que tiene en común con el resto de los departamentos. Pensó que el ruido había sido generado por ladrones que querían quedarse con sus herramientas, sin embargo valiéndose de la linterna de su celular observó que todo estaba en orden. Volvió a su cuarto, aunque rápidamente ese silencio sepulcral se rompió con golpes de puertas y muebles que escucharon en la casa en la que vivía Mura con Espejo.

El testigo abrió la puerta de su casa y se sorprendió al encontrarse con Espejo en la puerta de su vivienda.

“Ayudame Matías. Mirá cómo me tiene, no sé lo que hice”, fueron las palabras que pronunció el presunto asesino mientras salía entre la penumbra de la madrugada.

El implicado estaba esposado y con una pistola calibre 9 milímetros entre sus manos. “Pará, pará”, fue la respuesta de Rossini. Espejo ingresó a la casa de la tragedia, dejó el arma sobre la mesa del comedor y le señaló al testigo la habitación en la que yacía Mura. En esa oportunidad el locador solamente vio los pies del difunto.

Espejo salió de la vivienda. Estaba semidesnudo, solamente un bóxer cubría sus partes íntimas. El testigo relató que el joven, de 28 años, estaba nervioso. Para tranquilizarlo lo abrazó y trajo una banqueta para que se sentara. Mientras tanto él y su pareja, Daniela Suárez, llamaron a la Policía para pedir ayuda.  

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De acuerdo a fuentes judiciales, Rossini le indicó a los efectivos que se había desatado un conflicto de pareja. Desde el 911 le pidieron constar si Mura estaba todavía con vida. El testigo ingresó hasta el dormitorio de sus vecinos y vio al policía tendido en el suelo, sin signos vitales.

A las 3:20 llegó al lugar el oficial ayudante Matías Castro y el cabo Marcelo Guerra. En el ingreso a la vivienda fueron recibidos por Suárez. La mujer les pidió que ingresaran al predio por medio de un pasillo. Los agentes relataron que se encontraron con dos varones sentados en el fondo. Rossini  sujetaba a Espejo que, desconsoladamente, gritaba: “Él sigue vivo, yo no lo maté, no lo maté”. El testigo dijo que el presunto criminal estaba ofuscado y quería encerrarse en otro departamento de ese complejo habitacional.

El oficial Castro ingresó al departamento en cuestión y observó a Mura tirado sobre el piso al lado de la cama. Precisó que estaba vestido solamente con una remera amarilla, llena de sangre, y de bóxer. Sobre la cama había cuatro vainas servidas. En la mesa estaba el arma reglamentaria con la corredera abierta y la munición trabada.

Los efectivos detuvieron a Espejo y entrevistaron a los testigos. Treinta minutos después las sirenas de la ambulancia del 107 resonaron en el vecindario. A las 3:58 ingresó el médico Daniel Carbajal quien constató el fallecimiento. Según la precisión del profesional, el cuerpo de Mura estaba tirado de cúbito dorsal con una leve inclinación hacia la derecha. Tenía tres disparos en el abdomen y uno en la espalda. Aseguró que en la habitación había un gran charco de sangre.

Pasó casi una hora y cerca de las 4:54 comenzó el trabajo de la División de Criminalística para sacar el cadáver. Además la Unidad Fiscal de Investigación 4, a cargo del fiscal Adrián Riveros, tomó intervención en el asunto. La escena del crimen fue clave. Recolectaron pruebas fundamentales como las vainas sobre la cama, las esposas del detenido, una bala que estaba sobre el piso y la pistola en la mesa.

Espejo salió a la calle. Un patrullero lo esperaba, mientras un grupo de familiares lo escoltaba sin saber lo que había sucedido dentro de esa casa. El hermano filmó un video en donde lo interrogaba. En ese material fílmico se lo ve al presunto asesino esposado, sin remera y llorando.

Ese barrio, uno de los más antiguos de Chimbas, se vio jaqueado por lo ocurrido al punto que nadie durmió aquella noche. La mañana siguiente, con el sol a cuesta, los pequeños negocios en la zona estuvieron cerrados. Todos tenían una hipótesis de la muerte en mente, aunque la incertidumbre de ver cercada las casas era tan grande que nadie quería alzar la voz.  

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