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"Me disparó sin mediar palabra”, habló el policía baleado por un menor en Rawson
Héctor Gabriel Riveros, oficial baleado en Rawson, reveló en declaraciones radiales los detalles del violento episodio, criticó la impunidad juvenil al afirmar que los menores delinquen según el juzgado de turno, y denunció que las balas siguen alojadas cerca de su corazón.
Por Germán González
El oficial Héctor Gabriel Riveros, quien continúa recuperándose tras ser atacado a balazos por un menor de edad la semana pasada en el Barrio La Estación, habló con una radio sobre el traumático incidente y su estado de salud.
Riveros, quien se considera una persona creyente y pastor, se encuentra evolucionando favorablemente, aunque todavía padece un "bastante dolor" y complicaciones para dormir. Confirmó a Radio Sarmiento que tiene la parte del pulmón derecho perforado y que tres proyectiles impactaron en su cuerpo.
La persecución y el ataque "sin mediar palabra"
El funcionario policial, identificado como oficial ayudante de la Policía de San Juan, relató que el episodio comenzó cuando él y su pareja (quien también es funcionaria policial) regresaban a su domicilio. Al detenerse en el semáforo de calles Superiora y Frías, fueron interceptados por dos menores que intentaron robarle algo a su pareja. Riveros comenzó a perseguirlos en su moto, una reacción que considera "algo habitual" ante conflictos delictivos.
La persecución terminó en el Barrio de la Estación, donde los muchachos se dieron a la fuga y les arrojaron piedras, rompiéndoles la moto y golpeando sus cascos. Ambos no se sintieron intimidados.
Un menor ingresó a un domicilio, y Riveros lo siguió. Se armó un revuelo con la familia, y el muchacho sacó una "escopeta tumbera". Riveros logró calmar la situación y se retiraron.
Aproximadamente dos horas después, Riveros le propuso a su pareja volver de forma pacífica y cristiana para "solucionar las cosas" con la familia, ya que solían ir a un kiosco cercano. En el domicilio de la familia, estaban conversando con la madre (quien se mostraba angustiada) y la situación estaba "quedó todo en buenos términos".
Sin embargo, en ese momento apareció el otro menor, directamente con un arma de fuego y se puso a cargarla frente a la casa. Mientras la familia intentaba resguardar a Riveros y su pareja dentro de la casa, él se quedó en la vereda observando, ya que estas cosas "no me intimidan".
La madre del menor se lo llevó hacia el oeste, pero a media cuadra los interceptaron. Riveros enfatizó que el menor, quien se presume estaba bajo efectos estupefacientes, "directamente no me dio ningún tipo de palabra".
"Sacó el arma, se acercó a nosotros y disparó"
El policía reveló que el primer disparo fue dirigido a su pareja, pero él la corrió detrás de él y se hizo para adelante. El primer proyectil impactó en su mano. Cuando se abalanzó contra el atacante, este efectuó los otros dos disparos, que le dieron en el pecho. Riveros, concentrándose únicamente en su respiración para no debilitarse, persiguió al muchacho por unas dos cuadras antes de que se le escapara.
La Mano de Dios y la situación médica
Riveros manifestó que su supervivencia fue un milagro. Mucha gente le dice que está vivo de suerte, pero él es enfático: "Nunca es suerte, siempre es Dios".
Sobre su estado de salud, indicó que tiene dos balas alojadas en el pecho prácticamente cerca del corazón. Otra bala está alojada en la mano. Los médicos del Hospital Guillermo Rawson (a quienes agradeció por su trato magnífico) le dieron el alta el día viernes. Le informaron que no corre peligro por tener las balas alojadas y que podía realizar la operación a través de la Policía de San Juan.
No obstante, el oficial denunció que la Policía "no quiere cubrir, no quiere no quiere aportar ningún medio de sanidad". Su obra social no está activa debido a su situación de estar en "pasivo al no estar cobrando".
Dura crítica al sistema de justicia juvenil
Riveros, quien no conocía al menor, expresó una fuerte crítica al sistema que maneja la delincuencia juvenil, señalando que hace mucho tiempo no hay soluciones ni para los menores, ni para los padres, ni para los damnificados.
El oficial sostuvo que los chicos de 13, 14 o 15 años sí saben la criminalidad de sus actos y las consecuencias que traen.
Aportó un dato grave que, según sus palabras, le fue dado por los mismos menores delictivos: que ellos saben cuándo salir a robar. Afirmó que no roban cuando está de turno el juzgado de Jorge Toro, porque es "más estricto".
En contraste, el policía dijo que los menores les confiesan que salen a robar cuando está el juzgado de la doctora Julia Camus porque ella "siempre nos da un sermón" y el castigo es más liviano. Riveros lamentó que su causa, al involucrar a menores, probablemente "va quedar en nada".
El oficial sugirió que, en lugar de la internación en el Nazario Benavidez (de donde se escapan a la semana), se deberían tomar otras medidas para estos jóvenes, como enviarlos a una entidad militar o al 22. Argumentó que allí podrían aprender el valor de la familia, así como lo que es dormir, tener un plato de comida o agua, y recuperar los valores perdidos.