Provinciales > Historia de superación
Decidió romper estereotipos y estudió carpintería: construye casas de muñecas
Rosana Marques trabaja desde muy pequeña. Recuerda que salía de la escuela primaria a trabajar en casas de familia. Un día decidió romper los estereotipos y trabajar para ella.
POR REDACCIÓN
Rosana Marques tiene poco más de 50 años y ojos tan claros como su vocación. Esta mujer que hoy brilla con su emprendimiento, hace una década se enfrentó a sus miedos, rompió estereotipos y decidió dedicarse de lleno a la carpintería. Con su propio negocio, confesó, fortaleció su autoestima y disfruta de darle felicidad a niños y grandes.
Aunque parezca increíble, el sueño de esta mujer, empezó a gestarse cuando ella tenía menos de 10 años. En ese momento, esa pequeña conjugaba su tiempo entre la escuela y la limpieza en casas de familia. Su mamá también era empleada doméstica y lo que ella hacía era ayudarla, como también buscar sus propios trabajos.
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A muy temprana edad también fue madre y el cansancio empezó a apoderarse de ella. No obstante, sus sueños eran más fuertes y pese al agobio de la rutina, las deudas y las preguntas, soñaba con estudiar carpintería para fabricar sola los muebles de su casa.
Mientras sus días pasaban, trabajaba en una casa en la que la dueña vendía juguetes. A esa vivienda llegaban muebles de madera para casas de muñecas y su propietaria los pintaba para venderlos. Cuando ella vio los muebles, supo que eso era lo que ella quería hacer. Sacaba cada pieza de su lugar, y con lápiz y papel tomaba los moldes. Los recorría con el dedo, pensando en que algún día trasladaría eso a la madera y los cortaría ella misma.
Fue entonces cuando decidió romper las estructuras y estudiar carpintería en una escuela nocturna. Tomaba todas las clases con atención, siendo la única mujer, pero no se animaba a usar la máquina caladora. Le pedía a su profesor que cortara por ella, y en ocasiones, era su yerno el que lo hacía. Se pasaba las noches planeando cómo usar esa máquina que le quitaba el sueño. Un día, le pidió al profesor que le prestara era herramienta y en soledad comenzó a calar.
"Sentí que había nacido para eso. Yo no quería depender de nadie y lo había logrado. Mis trabajos quedaban como si toda la vida hubiera usado la caladora", dijo Rosana.
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Aunque empezó tímidamente y los fines de semana a escondidas, se sorprendió de los resultados. Hizo su primera casa de muñecas. Cuando estuvo lista decidió emprender la decoración y no dejó detalle librado al azar. Su casa era admirada por todos, hasta por el profesor de carpintería. Y ella se preparaba para la exposición de fin de año. Escuchaba los comentarios que buscaban que no se ilusionara con vivir de eso, pero ella estaba enfocada. "Yo expuse ese día y una chica muy joven, con una bebé en brazos, llegó hasta mi mesón. Me dijo que estaba enamorada de mi trabajo y me quería comprar la casita que con tanto amor yo había armado. Yo le había puesto como precio un valor que me alcanzaba para comprar mi propia caladora. Ni bien la vendí, compré mi libertad", confesó emocionada.
Desde ese momento no para de vender sus diseños que se fueron ampliando como sus anhelos, pero sus juguetes de madera encantan a los niños que juegan con las muñecas que nunca fueron parte de su infancia, y mientras tanto ella corta, encola y arma los muebles como los que un día soñó para su casa.