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Mundo > Un milagro

Brindan detalles del proceso de recuperación del Papa Francisco

El equipo médico describe su recuperación como un milagro, pero se avecinan ajustes en su rutina y expectativas para el futuro cercano.

POR REDACCIÓN

30 de marzo de 2025
Los médicos le recomendaron a Francisco disminuir sus actividades y dedicarse a una recuperación tranquila.

El Papa Francisco, a sus 88 años, enfrentó una de las pruebas más difíciles de su vida cuando sufrió una grave crisis respiratoria debido a una infección pulmonar que lo llevó a ser hospitalizado durante más de un mes. En las primeras etapas de su tratamiento, los médicos del Vaticano temieron lo peor, dado que su nivel de oxígeno descendió drásticamente y la situación era crítica. Según el doctor Sergio Alfieri, jefe del equipo médico del Papa, la recuperación del pontífice es un verdadero "milagro", ya que en varios momentos estuvo al borde de la muerte.

Durante su hospitalización en el hospital Gemelli, Francisco fue tratado con medicamentos de alto riesgo que pudieron haber afectado sus órganos, dada la gravedad de su neumonía bilateral. A pesar de los esfuerzos médicos, el Papa experimentó complicaciones adicionales, como un episodio en el que regurgitó y comenzó a atragantarse, lo que aumentó el temor de los médicos de que su vida estuviera en peligro inminente. Sin embargo, el Papa resistió y respondió positivamente a los tratamientos, sorprendentemente logrando mejorar después de una semana de incertidumbre.

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El 23 de marzo de 2025, casi 40 días después de su ingreso hospitalario, el Papa Francisco fue dado de alta, aunque su recuperación apenas comenzaba. El Dr. Alfieri enfatizó que el Papa debía cambiar sus hábitos, reduciendo la intensidad de sus actividades y dedicando tiempo a una recuperación más tranquila. Se le indicó permanecer en su residencia vaticana, donde podrá seguir tomando medicamentos orales y contar con oxígeno, aunque sin la necesidad de equipos médicos adicionales.

Este período de convalecencia marca un cambio importante en el estilo de vida del Papa Francisco, conocido por su actividad incansable, su cercanía con los fieles y su participación en viajes internacionales. Sin embargo, los médicos y colaboradores cercanos al Papa aseguran que su autoridad no está comprometida. La fragilidad que ahora enfrenta se convierte en una nueva etapa de su papado, donde su energía física será más limitada, pero su capacidad para dirigir la Iglesia se mantiene intacta. A pesar de su disminuida visibilidad, Francisco continuará supervisando los asuntos eclesiásticos y tomando decisiones importantes desde su residencia.

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El impacto de esta crisis en la vida pública del Papa es significativo. Su aparición en el hospital fue un recordatorio de su vulnerabilidad, pues su voz era débil y su respiración dificultosa, lo que generó una reflexión profunda sobre los límites humanos. Sin embargo, su determinación es inquebrantable y, aunque la intensidad de sus actividades disminuya temporalmente, su trabajo continuará de manera más adaptada a sus nuevas condiciones físicas.

Este episodio ha servido también para reflexionar sobre el papel de la vejez en el liderazgo de la Iglesia. Los seguidores del Papa y los expertos en el Vaticano han señalado que, al igual que su predecesor Juan Pablo II, Francisco representa un modelo de aceptación de la fragilidad humana. La Iglesia, ahora más que nunca, se enfrenta a la necesidad de reconsiderar cómo el papado puede adaptarse a las demandas de un mundo donde las personas viven más tiempo, y los líderes religiosos enfrentan retos mayores con la edad.

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El Papa Francisco sigue siendo una figura clave en la Iglesia Católica, y su recuperación, aunque lenta, es un testimonio de su resistencia. En los próximos meses, su presencia será más discreta, pero su influencia, aunque más contenida, sigue siendo un faro para millones de creyentes en todo el mundo.


 

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