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Opinión

Creencias y costumbres sanjuaninas:bromas de duendes

Una de las veces que Don Zenón va a la ciudad para hacer unas compras volvió con una bolsa de caramelos para invitar a sus amigos. Esa noche todavía hacía mucho frío por eso preparó el bracero con muy buen carbón.

Ya en la noche cuando todos habían llegado tomó asiento en su silla con asiento de totora muy antigua pero bien cuidada. 

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–¡Que linda silla! –. Dijo uno de los papás. 

–Sí–. Le contestó don Zenón. –Es la silla matera, es decir, donde suelo sentarme a tomar mate. 

Está totora es muy buena y ya no se usa ni hay quien la emplee. Bueno, esa es otra historia.

¡Les cuento! Cuando venía en el ómnibus nos llamó la atención que en la calle había mucha gente. Estaban los bomberos, la policía y una ambulancia. 

El colectivero se paró un momento y luego seguimos.

Recordé que conocía a una señora en una de esas casas y era mí vecina. Cuando la ví le pregunté qué había pasado.

Una pareja, que pasaba por ese chalet escuchó la voz de un niño que lloraba. Buscaron por todas partes sin encontrar nada.

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Los gritos salían debajo de un pasante puente de un canal, pedían un auxilio a los vecinos ya que no podían hacer nada. 

Fue así que llamaron a bomberos, policías y hasta a una ambulancia. A pesar de rastrillar tampoco hallaron nada.

Mi vecina recordó que las obreras de la fábrica de aceite cuando entraban muy temprano en la madrugada trataban de ir todas juntas, pues en las antiguas vías del ferrocarril jugaban muchos niños chiquitos que las perseguían riéndose de ellas. 

Eran duendes que luego desaparecían. 

Fue seguro una broma de ellos. No son peligrosos, pero molestan.

Los estudiosos dicen que son seres elementales, los llaman chocarreros. Viven con nosotros. Les encanta hacer bromas pesadas. Como pertenecen a otra dimensión se dejan ver cuándo lo desean–. 

Así fue como don Zenón se quedó mirándolos desde la puerta de su casa con una sonrisa. Pues, se fueron todos juntos: papas y niños, por dónde había luz olvidándose de los caramelos. 

Por lo tanto, los guardó para la noche siguiente. 

Sustos no, sólo son historias. 

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