Opinión
El Velorio
Por Leticia Victorio
En barrio de un pueblo había fallecido un respetable vecino, al que habían velado toda lo noche con todos los homenajes necesarios.
Café para los parientes y amigos que se habían amanecido acompañando a los deudos, y un grapita por el frío. La viuda y dueña de casa había cocinado pasteles para los vecinos, mientras un gato la miraba desde el fogón.
El Gato, se llamaba mundo. Fue así que para recibir a un pariente que llegaba tarde, la señora dejo un momento la fuente de papeles sobre la mesa. El visitante dio sus pésames a la viuda. Cuanto esta se dio vuelta, vio que el gato se había comido los pasteles.
La señora explicaba entre lágrimas Y si señor el pícaro mundo de uno en uno, se los va llevando. Claro, se refería a los pasteles.