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Faena clandestina de caballos en San Juan: un riesgo serio para la salud pública
La faena clandestina de caballos no solo representa una violación a las leyes sanitarias y de protección animal, sino que también expone a los consumidores a graves riesgos para la salud.
El descubrimiento de DIARIO HUARPE de más de 300 esqueletos de caballos en un campo del distrito El Bosque, en el departamento Angaco, ha puesto a la comunidad de San Juan en estado de alerta. Y no es para menos, ya que el hallazgo, lejos de ser un simple hecho anecdótico, pone en evidencia una realidad alarmante: caballos que son robados a gauchos, ganaderos y trabajadores rurales, faenamientos clandestinos y carne que ingresa al mercado interno sin ningún tipo de control sanitario. Lo que para algunos es una oportunidad de obtener ganancias rápidas, para los consumidores de carne representa una amenaza que podría costarles la vida.
Los peligros invisibles de la faena clandestina
El mercado de la carne de caballo, al ser ilegal en la Argentina, en la clandestinidad, se faena en condiciones de higiene y salubridad inexistentes. Los animales son sacrificados en lugares inadecuados, sin controles veterinarios y bajo métodos crueles que violan las normas de bienestar animal. Pero la historia no termina ahí, porque la carne faenada de esta manera, desde el matadero hasta el plato, sufre una cadena de manipulaciones que la convierte en un caldo de cultivo para bacterias, parásitos y virus.
La carne en general, y en este caso, la equina, cuando es manipulada y procesada sin los controles adecuados, se convierte en un vector de diversas enfermedades zoonóticas, aquellas que se transmiten de los animales a los seres humanos.
Entre las enfermedades más peligrosas que pueden contraerse al consumir carne de caballo faenada clandestinamente, se encuentran la triquinosis, la salmonelosis, la brucelosis, entre otras.
Triquinosis
- La triquinosis es quizás una de las amenazas más conocidas en relación con el consumo de carne de origen dudoso. Es una enfermedad parasitaria causada por Trichinella spiralis, un parásito que se aloja en los músculos de los animales infectados y que puede estar presente en la carne cruda o mal cocida. Los síntomas iniciales son engañosos: náuseas, diarrea y fatiga, pero a medida que el parásito se propaga por el cuerpo, puede provocar fiebre alta, dolores musculares severos, e incluso complicaciones cardíacas y respiratorias. La triquinosis se contrae principalmente por el consumo de carne contaminada con este parásito y su prevención, depende de un adecuado control en el proceso de faenado, algo que no ocurre en la clandestinidad. En casos graves, la triquinosis puede ser mortal.
Salmonelosis
- Otra de las enfermedades de alto riesgo es la salmonelosis, causada por la bacteria Salmonella. La bacteria prospera en condiciones de higiene deficientes, comunes en los mataderos clandestinos. Los síntomas de esta infección incluyen fiebre, diarrea intensa y dolor abdominal, pudiendo llevar a la deshidratación severa y, en casos extremos, a la muerte. La Salmonella se propaga rápidamente, y una carne contaminada puede infectar a varias personas en cuestión de horas.
Brucelosis
- La brucelosis, por su parte, es una enfermedad bacteriana que suele pasar desapercibida en los caballos, pero que tiene graves consecuencias para los humanos. La Brucella abortus, presente en la carne contaminada, puede causar fiebre prolongada, dolor en las articulaciones, fatiga extrema, y en algunos casos, complicaciones hepáticas y cardíacas. La brucelosis es crónica y difícil de erradicar, dejando secuelas permanentes en quienes la padecen.
Toxoplasmosis
- Es la infección causada por el parásito Toxoplasma gondii, que puede transmitirse al consumir carne cruda o mal cocida de caballo. La toxoplasmosis puede causar síntomas similares a la gripe, pero en mujeres embarazadas puede provocar graves problemas para el feto, incluidos abortos espontáneos y malformaciones.
Otras
- Además de estas enfermedades, existe el riesgo de contraer fiebre Q, provocada por la bacteria Coxiella burnetii, que puede causar desde síntomas leves similares a los de la gripe, hasta complicaciones más serias como neumonía o hepatitis. Y como sucede en este caso, que la mayoría de estos caballos llegan a la faenada clandestina después de haber sido robados a sus propietarios en zonas rurales, la carne podría estar contaminada con residuos de medicamentos veterinarios u otros productos químicos peligrosos, como antiinflamatorios o tranquilizantes, que son usados en caballos y no son seguros para el consumo humano.
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El hallazgo de los esqueletos de caballos en Angaco, es un reflejo de un sistema de control que viene fallando desde hace años. Es una advertencia, un recordatorio de que las prácticas clandestinas tienen un costo que se paga con vidas humanas, y debería servir como un llamado de atención para todos. Porque no se trata solo de un problema rural o de un asunto de bienestar animal, sino de una crisis de salud pública que requiere una respuesta inmediata. Por eso, es imperativo que las autoridades tomen cartas en el asunto, apliquen medidas y hagan cumplir las leyes vigentes con rigurosidad y sin contemplación, en pos de que se proteja a la población de los riesgos que acechan en cada bocado.
La carne de caballo, faenada clandestinamente, es más que un producto ilegal; es una amenaza latente que puede tener consecuencias fatales para cualquiera que la consuma. La indiferencia y la falta de acción, no son opciones. La salud y la vida de los sanjuaninos y sanjuaninas, dependen de que se tomen decisiones firmes y rápidas para erradicar esta práctica, antes de que sea demasiado tarde.