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Cultura y Espectáculos > En el Auditorio Juan Victoria

Guitarras del mundo, 25 años celebrando el virtuosismo de los arpegios

Ayer, en el auditorio Juan Victoria, se celebraron las bodas de plata del Festival Guitarras del Mundo, con tres grandes exponentes se recorrió la tradición musical del continente.

09 de octubre de 2019

Una caja de madera y seis cuerdas, en su esencia es algo elemental y gracias a esa sencillez es que se ha extendido como uno de los instrumentos más populares, clásicos de la música se han concebido en tan noble instrumento, así que tener un festival donde ella junto a sus intérpretes sean los homenajeados es una grata acción.

En la noche de ayer se celebraron los 25 años del festival  Guitarras del Mundo impulsado por el sindicato UPCN.  Cientos de personas se reunieron en el Auditorio Juan Victoria, una de las 54 sedes que celebra este festival a lo largo y lo ancho del país.

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Este festival se ha constituido como una cita obligada para aquellos que son atravesados por los sentimientos que generan cada punteo, cada rasgueo. Allí donde el folclore argentino y el tango se fusionan con otros sonidos como el jazz, el flamenco, el pasodoble y la música barroca nace un crisol de estados,  demostrando que la música construye puentes y une como un lenguaje universal. 

En esta oportunidad se homenajearon a dos grandes creadores e intérpretes de la música de la región y del país: los sanjuaninos Juan José Olguín y Alejandro Dávila, por su invaluable aporte a la cultura local.

Los encargados de ejecutar la sutil magia en el escenario durante la jornada de ayer, fueron el guitarrista argentino Lucas Magallán que demostró en todo su esplendor lo que era capaz de hacer con los sutiles toques donde sus dedos bailaban sobre las cuerdas. Desde Paraguay la inigualable Berta Rojas, reconocida en todo el mundo por su manejo innato y su impecable técnica que quedó plasmada frente a los cientos de espectadores. Por último, y quien inauguró la noche, el sanjuanino Jonatan Vera, que conmovió con su recorrido por grandes exponentes que lo precedieron y lo educaron donde cada nota era una poética del movimiento.

Definitivamente la noche que se vivió ayer fue de otro mundo, la ausencia de palabras en pos de darle espacio al sonido de las cuerdas creo una atmósfera mística alrededor del sonido. Allí se confirmó que la sencillez también alberga tesoros.

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