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AMIA, 30 años de impunidad: Jorgito, el sanjuanino que murió en el atentado

Este 18 de julio se cumplen 30 años del atentado terrorista a la AMIA donde murieron 85 personas, entre las cuales está Jorgito Antúnez, la única víctima fatal de San Juan. Su tío Gustavo y su hermana Viviana mantienen vigente el pedido de justicia, pero son escépticos en que pueda darse por el tiempo que pasó.

18 de julio de 2024
A 30 años del atentado a la AMIA y la muerte de Jorgito, Gustavo y Viviana Antúnez siguen con el pedido de justicia. (Foto: Gonzalo Medina)

18 de julio de 1994. Jorgito Antúnez tenía 18 años. Hacía poco había conseguido trabajo en un bar ubicado en la esquina de Pasteur y Tucumán, a media cuadra de la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA). Ese día, el joven nacido en Dos Acequías, en San Martín, había llegado tarde al trabajo, a las 9:48 de la mañana. Le dijeron que lo esperaba un pedido de café para entregar en la AMIA y salió hacia allí a las 9.51, con lo puesto y la sonrisa de siempre. Llegó a la recepción y entregó el pedido, pero a las 9.53 entró la Trafic con la bomba y explotó. 85 personas fueron asesinadas, entre ellas Jorgito. A 30 años del atentado, los familiares mantienen vigente el pedido de justicia. Gustavo Antúnez, tío, y la hermana de Jorgito, Viviana, hablaron con DIARIO HUARPE.

En su casa en San Martín, Viviana y Gustavo recibieron a este medio. Ambos describieron a Jorgito, como le decían cariñosamente, como un chico alegre, artista y habilidoso para todo, que vivía contando chistes, algo temeroso, pero de corazón enorme, amiguero y familiero. Tanto él como su hermana fueron criados por sus abuelos, Clara Rojas y Domingo Antúnez. Con los años, Gustavo y Viviana se fueron a vivir a Buenos Aires, y poco después el joven los siguió, con un bolso lleno de sueños e ilusiones. Con su tío incluso fueron a varios recitales, como el de Guns N' Roses en el Monumental en el '92. "Le gustaba la música", rememoró.

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La última foto en la que aparece Jorgito, el 17 de julio. Fue en el cumpleaños de 9 de su sobrina, Mariana. (Foto: gentileza).

Previo a la tragedia, Gustavo Antúnez contó que “el día anterior a la tragedia cumplía años mi hija, Mariana, el 17 de julio, 9 años cumplía, y ese día Jorgito estuvo, todos. Yo le dije que no fuera a trabajar… Estaba la final del mundial, Brasil – Italia. Él era el único brasilero, y el resto quería que ganara Italia”. Esa frase que le dijo Gustavo a Jorgito de no ir a trabajar, todavía resuena en su cabeza, ya que nada lo hacía imaginar que al otro día se produciría el atentado terrorista con la Trafic, con los 1.300 litros de trotyl que explotó toda la AMIA.

Búsqueda y llamadas falsas

Luego de la explosión comenzó un periplo lleno de dolor. “Nos enteramos de lo que sucedió, vivíamos en Palermo, a unas 20 cuadras, y escuchamos la explosión, un estruendo muy grande. Al rato suena el teléfono, era un sobrino diciendo que había explotado la AMIA y que Jorgito estaba trabajando ahí, que estaba cerca. Inmediatamente, mi hermano y yo, fuimos a ver qué pasaba”, relató.

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“Era un desastre, un caos nunca antes visto. Nadie se puede imaginar lo que uno vivió. Eran escombros tirados por todos lados, gente mutilada, un brazo tirado por acá, una pierna por allá, gente dando vueltas por todos lados y nosotros, en nuestro egoísmo de buscar a nuestro familiar, pisando las piedras y escombros, donde a lo mejor había gente que estaba debajo y estaba muriendo y uno no se daba cuenta. Fue espantoso lo que pasó”, recordó.

El edificio de la AMIA luego del atentado. (Foto: gentileza Julio Menajovsky).

Ese mismo día 18, en medio del caos, no pudieron encontrar a Jorgito y al otro día comenzó una búsqueda intensa. La familia había colocado carteles por la ciudad con una foto y dos números de teléfono, líneas fijas, que es lo que había en la época. Viviana, la hermana, contó recibieron llamadas muchas llamadas falsas de gente malintencionada.

“Era increíble la gente, porque hay gente buena y personas que llamaban para decirnos que lo habían visto deambulando por ahí o que lo tenían en tal lado, y así salían a buscarlo, mientras  otros nos quedábamos en la casa esperando, así toda la semana. Fue muy chocante, porque decís no pueden jugar con eso si estaban viendo que fue un atentado y nosotros lo estábamos buscando”, aseveró.

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“Donde te daban una dirección vos ibas, por las dudas. Era la esperanza que teníamos de encontrarlo, pero nada que ver”, agregó Viviana.

A Jorgito lo encontraron al séptimo día, el domingo el 24, entre los últimos siete cadáveres que quedaban entre los escombros. Lo tuvieron que ir a reconocer Gustavo a la morgue porque el cuerpo no había nada que lo identificara en el momento.

El portarretrato con unas de las fotos de Jorgito que conserva la familia.

Su tío recuerda una frase que el joven siempre le decía, "'voy a ser famoso'. Y en cierta manera lo logró, pero por una razón que nos duele a todos".

El reclamo de una justicia que no llega

A 30 años del atentado, los familiares mantienen vigente el pedido de justicia por las víctimas, pero al haber pasado tanto tiempo, con cambios de gobierno entre medio, son escépticos de que realmente la haya. Gustavo cargó contra los jueces que han pasado: "Les diría que son unos inútiles, no hicieron nada por una causa que es un crimen de lesa humanidad. Es más, Alberto Nisman (el fiscal), que es el que podría haber esclarecido algo, apareció de un día para el otro muerto misteriosamente. Es otro atentado que nos hicieron a los familiares".

"Hace 30 años que nos destruyeron la vida, porque este no fue un accidente más, esto fue un atentado terrorista programado por meses por los grupos islámicos de Hezbollah y Hamás seguramente", aseguró y cerró pidiendo que la gente, el pueblo argentino y sanjuanino, no olviden a las víctimas del atentado. "Tengamos memoria, que si la perdemos, es como si a las víctimas las matamos dos veces", afirmó.

Dato

La joven que había hecho el pedido del café que entregó Jorgito era Paola Czyzewski, de 20 años, quien comenzaba sus vacaciones y justo ese día había ido a ayudar a sus padres a la sede de la AMIA. Ella también fue una de las víctimas del atentado.

Paola Czyzewski, la joven que pidió el café que entregó Jorgito Antúnez. Un hecho fortuíto que terminó en tragedia.

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