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Cultura y Espectáculos > Cultura LGBT

Del Harlem de Nueva York al Parque de Mayo, la historia de la cultura ball en San Juan

Este sábado se celebra la segunda Kiki Ballroom en San Juan en el marco de la fiesta Fuegah.

18 de febrero de 2022

La cultura Ball llegó a San Juan. Una manifestación cultural que hace del baile una resistencia, un encuentro y un espacio de cuidado, de competir y compartir. Este sábado se celebra el décimo aniversario de Fiesta Fuegah que será el escenario de la segunda Kiki Ballroom en la provincia.

Un recorrido de la llegada y el desarrollo, qué es, lo que significó para la comunidad Lgbtq+ y de lo que representa que se haga en la Fuegah. Esta es la cultura Ball en San Juan, coquetear con la energía sobre el escenario.

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Del Harlem de Nueva York al Parque de Mayo

La historia para entender el movimiento cultural comienza en los '60 y '80, en Estados Unidos. Las comunidades Lgbtq+ racializadas, afrodescendientes y latinas se reunían en las ball imitando los concursos de belleza de las personas blancas, lugares a los no accedían, pero reclamaban el derecho a sentirse bellos.

El contexto en el que la supremacía blanca se manifestaba con violencia dando origen a organizaciones como el KKK, en las ball se reunían haciendo del baile una resistencia. Era un contexto en el que las personas eran echadas de su casa por ser homosexual o vestirse de mujer. Entonces, miembros de la diversidad con mayores posibilidades socioeconómicas adoptaban a los y las segrados, formando otras.

Este origen se extiende, a todo el mundo occidental. Llega a Buenos Aires.

Nos ubicamos en 2019, Nachi Mercado, persona no binaria nacida en San Juan conoce la cultura, se sumerge en ella. Conoce el movimiento, lo experimenta, lo vive. Siente el dolor muscular de esas caídas en cuclillas, las poses exactas a la vez que flexibles que simulan poses de una revista de moda, el glitter y las luces. El asombro lo absorbe.

Con ese brillo, vuelve a San Juan donde el movimiento no existe, donde Cultura Ball es sólo una palabra. La necesidad de revivir lo de Buenos Aires lo lleva a tomar la iniciativa. Primero en casa, frente al espejo, en un acto íntimo aunque su génesis es para multitudes.

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Nachi cuenta que se anima a salir. Con miedo, porque mostrarse es exponerse, el precio es alto, por la vergüenza, por el qué dirán, incluso la violencia. Igual comienzan a reunirse en la extensión del Parque de Mayo, un territorio que ninguna subcultura urbana reclama.

Comenzaron con un grupo de cinco que se extendió a decenas.

El bautismo ocurrió dentro de las actividades de la Semana de la Diversidad, en los jardines del Conte Grand. Hubo modalidad “runway” en la que se modela, se recorre la pasarela convirtiéndolo en un desfile, el “vogue fem” que mezcla las posturas de revista y exalta las femeneidad con gestos como el quiebre de caderas y muñecas o “lips sync” en los que se

“Fue mágico, increíble, la energía que salió de ese primer Kiki Ball y además fue abierto, pero para que sucediera hubo mucha trabajo detrás”, comentó.

El movimiento continuó.

Las últimas actividades como si un entrenamiento se tratara fueron las prácticas públicas en el Centro Cultural Conte Grand. Con ropa deportiva, rodilleras y tobilleras, las y los practicantes se internan horas, de manera intensiva preparándose para la segunda Kiki Ball, que tendrá lugar en la fiesta Fuegah.

Diversidad de espacio

La fiesta será este sábado 19 de febrero,  en Lateral de Circunvalación 1959, norte, en Mamadera Bar. La entrada anticipada tiene un valor de $500 y pueden adquirirse en instagram @fiestafuegah o en De a Dos o Más, sino en puerta a $700.

La Kiki comenzará a las 22 horas y cerca de las 00.30 horas la fiesta con DJ Geminix y Pedro Molina.

Respecto a la apertura de más espacios para la comunidad, Nachi comenta que lo ve como algo necesario por la cantidad de miembros y como algo natural de cualquier movimiento que se expande.

“Que la Fuegah haya puesto la infraestructura para que esto funcione significa un riesgo para elles. Lo bueno de que existan productoras independientes es que se permiten estos saltos al vacío, que en este caso funcionó, porque si algo quiero es que la cultura Ball crezca, se expanda y llegue a más personas”.

Montados en personajes, dragueados, o con cosplay, con elementos BDSM o como el “dress code” lo requiera, cada Ball es una fiesta, la fiesta de los expulsados que se adueñan de la hermosura.

 

 

  

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