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Provinciales > Lucha diaria

La difícil situación de sobrevivir en un asentamiento en pleno invierno

Las bajas temperaturas obligan a buscar estrategias para soportar el frío. En La Bebida sobre calle Pellegrini casi 500 familias luchan día a día contra las bajas temperaturas.

24 de junio de 2019

Paredes de adobe húmedas, ventanas sin cerramiento, puertas entreabiertas forman parte de las tristes coincidencias en varios asentamientos que se ubican sobre calle Pellegrini en La Bebida. Estas no son solo una postal, sino que representa los puntos débiles de las humildes construcciones para el ingreso del frío, donde las familias, con la llegada del invierno se las rebusca para idear estrategias para soportar las bajas temperaturas

“Acá el día a día se sufre mucho, sobre todo en las noches ahí cae las heladas muy fuertes y pasamos frío”, así comienza diciendo Emanuel Vega, habitante del asentamiento La Paz, mientras inicia su rutina diaria por la mañana. Él, padre de dos hijos, una de 2 años y otro de 6 meses, se levanta después de una larga noche, frota sus manos pensando a donde conseguir algo de leña para poder calefaccionarse durante el resto del día.

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Según los datos aportados por los referentes vecinales, son casi 500 familias las que viven desde calle 5 y Pellegrini hacia el Este, en zonas de La Bebida, departamento de Rivadavia. Allí son tres los asentamientos que congregan la mayor cantidad de personas. En La Paz hay 106 grupos familiares, mientras que en el Pellegrini son 72, sostienen que muchos debieron irse porque las últimas lluvias hicieron que sus ranchos se vinieran abajo. Finalmente, en el Evita hay 320 familias que viven entre los matorrales y las cañas, estos a su vez sirven de barrera y delimitación al extenso baldío que los cobija.

“Estar acá es feo, más allá de vivir entre la mugre, el frío que pasamos es insoportable”, dijo otra vecina del lugar, Dominga “La Gringa” Carrizo, mamá soltera con tres hijos, mientras abría las ventanas de su kiosco. Vive en el corazón de Villa La Paz. Con frazadas en los ingresos del hogar trata de contener el calor interno que logra cuando junta leña y las enciende. A sus chicos los arropa con cobijas que pudo conseguir gracias a que ganó unos mangos vendiendo en el almacén del pueblo.

Al no tener luz, nos calefaccionados como podemos. Tenemos niños chicos y hay que ingeniárselas para que no pasen frío, así evitamos enfermarnos”, dijo Miguel Salas quien todas las noches sale a buscar palos, leñas, ramas para encender una fogata casera dentro del hogar para poder paliar las bajas temperaturas. Vive con sus cinco hijos y su esposa. A veces es tanto el frío que pasan que prefiere dejar a sus dos hijos más grandes viviendo con la abuela para que eviten el traslado en las primeras horas de la mañana hacia la escuela.  

Situación parecida ocurre con Raúl Chavero y su familia quien para él todos los días es un nuevo desafío encarar la vida dentro de la villa “nos convertimos en héroe con lo poco que tenemos”. Tiene una nena de 5 años, otra de 3 y un bebé recién nacido. “Estamos con mucho frío, el adobe es muy helado, no es como estar en una casa bien construida”. Hace cuatro años que vive en el asentamiento Evita, cuando llegan vientos fuertes o la garúa matinal su precaria casa se ve oscilante e imponente frente a estos fenómenos que penetran en el interior de su rancho.  

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El reclamo generalizado de esas comunidades es que desde algún área pertinente, ya sea del Gobierno provincial o municipal los ayuden a tener energía eléctrica. Esto además de solucionarles varias contingencias que tienen que afrontar todos los días sería una forma de estar dentro del sistema de conexión. Actualmente viven conectados de manera clandestina al suministro eléctrico, según ellos lo hacen porque no les queda más alternativa ya que muchas veces iniciaron el trámite de los postes de luz pero nadie se acercó a darles una respuesta.    

Semanalmente, desde el área de Desarrollo Humano acercan algunos alimentos para los más de 400 chicos que hay en esa zona. “La idea es que tomen algo caliente, al mismo tiempo que se nutran porque acá las cosas están muy difíciles”, dijo Alejandra Baraona.

Ella es la representante del asentamiento Pellegrini, quien además de recepcionar todos los reclamos de sus vecinos muchas veces articula para buscar las soluciones con ayuda de privados. “Nos sentimos excluidos de la sociedad, denigrados, menospreciados y ante este escenario nosotros tenemos que sobreponernos a eso para cubrir nuestras necesidades. Las inclemencias climáticas hacen que todo se complique aún más”, concluyó.   

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