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En esta escuela los chicos sólo necesitan contención

Los alumnos de la escuela Joaquín V. González tienen satisfechas sus necesidades materiales, pero en la escuela encuentran contención y afecto.

20 de septiembre de 2022

Viven en un edificio enorme, cuentan con todas las comodidades, ropa y alimentos necesarios. Pero igual necesitan "lo más importante", según definen sus propios maestros. Este es el caso de los alumnos de la escuela albergue Joaquín V. González de la localidad de Pampa Vieja, en Jáchal.

DIARIO HUARPE visitó este establecimiento educativo como parte de la campaña solidaria "Escribiendo el Futuro", que busca acercar donaciones y contención a diferentes escuelas de la provincia.

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Esta vez la visita fue en la escuela albergue de Pampa Vieja. La directora de la institución, Olga Castro, contó que a esta escuela asisten 30 alumnos de los cuales entre 12 y 15 se quedan albergados, es decir, viven en la escuela de lunes a viernes y los fines de semana regresan a su casa. La mayoría de los chicos vive en zonas urbanas cercanas y llegan a la escuela en una movilidad dispuesta para tal fin.

Al trasponer los arcos que ornamentan la entrada, se aprecia un gran complejo que se puede dividir en dos sectores. Por un lado, está el ala original y atrás se encuentra un sector ampliado que data de 2019.

En este lugar funciona un jardín de infantes y la escuela primaria. Los chicos y docentes reconocieron que la escuela "les quedó grande". Es que el edificio es muy grande en comparación con la matrícula que tiene.

Toda la escuela se calefacciona con gas de zepelín, pero en el gran comedor en el que todos comparten hay una estufa a leña "que da calor de hogar", según aseguraron los chicos que viven en la escuela.

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Es que allí, cerca del crepitar de los leños, los chicos comparten las cuatro comidas, no sin antes recitar a oración que escribió el fundador de la institución. Todos se paran junto a su asiento, oran y luego, cuando el celador se los indica, se sientan a comer. Abundan las risas y anécdotas de lo vivido en clase y en los recreos.

De repente se nota la ausencia de una de las chicas. "Es que está enojada, se peleó con otra compañera", respondió una de las alumnas. "Ya se van a amigar", responden los docentes entre risas, ya que aseguran que son como hermanos y como tales se pelean y luego se reconcilian.

En medio de la recorrida llama la atención una gran aula provista de impecables mesones y con todo lo necesario para conectar computadoras. "Esta debería ser la sala de computación, pero no tenemos ni una PC de escritorio, por eso no se utiliza", contó la seño de Tecnología, que también lamentó que, al parecer, la conexión a internet quedó mal hecha porque hay buena señal sólo en algunas partes del edificio.

Pero esta no es la única instalación desaprovechada porque al salir a los fondos de la institución se encuentra un gran playón deportivo equipado hasta con luminarias LED, pero es poco lo que se utilizan estas instalaciones porque la escuela no tiene docente de Educación Física.

Frente al gran comedor y las aulas en las que estudian, los chicos albergados tienen sus dormitorios. Son habitaciones cómodas y cada una cuenta con baño privado y hasta aire acondicionado.

A simple vista estos niños no necesitan nada, pero sus docentes y celadores saben de sus carencias y las ponen en palabras. Los educadores contaron que muchos de ellos vienen de hogares con diferentes realidades y la mayoría necesita de mucha contención y amor.

"Algunos se sienten solos, necesitan ser escuchados, para eso estamos nosotros", aseguró Castro. La directora de esta escuela es una mujer joven y aún no tiene hijos, sin embargo, reconoció que "estos chicos son como mis hijos y ellos lo saben", contó la seño que cada noche viaja desde su casa a la escuela para darles el beso de buenas noches a "sus chicos".

"Nos encontramos con realidades muy crueles, lo que nosotros tratamos de hacer acá es cambiarles esa realidad, cambiarles el pensamiento, cambiarles la vida para que el día de mañana ellos puedan elegir un futuro mejor, que puedan defenderse con el estudio y que puedan lograr lo que a lo mejor sus padres no pudieron lograr", aseguró la directora. 

Si bien los docentes y celadores aseguran que se esfuerzan por dar amor y contención a los alumnos, reconocieron que no son profesionales y necesitan de un gabinete que le dé apoyo psicológico a los chicos que vienen de contextos familiares complejos. Castro señaló que han recibido algunas visitas de una psicóloga, pero reconoció que esto no alcanza, ya que muchos chicos necesitan un acompañamiento permanente.

Tras la recorrida por la escuela, llegó el momento de recibir las donaciones, de la campaña solidaria. Había de todo, alimentos, ropa para chicos, útiles escolares y varios juguetes que los chicos abrieron ansiosos. Pero, sin lugar a dudas, el premio a la mejor sonrisa se lo llevó Moisés, un pequeño de 7 años que recibió una bicicleta.

"Qué linda es", dijo el niño y de inmediato intentó subirse a la bici celeste con calcos de Spiderman. Siempre atento, uno de los celadores lo ayudó a montarse en la bicicleta con rueditas. El pequeño Moisés dio una vuelta en el patio ante los aplausos de todos los presentes.

Tras este giro triunfal, el niño hizo un ademán de bajarse de la bici. En ese momento escuchó la ansiada frase: "Te la podés quedar", le dijeron y Moisés con su mirada profunda, inundada de lágrimas, respondió: "¡Qué lindo! Yo nunca tuve una bici".

Después de la emoción de Moisés por su bicicleta nueva, llegó el almuerzo compartido. El menú: unas deliciosas pizzas caseras recién horneadas.

Antes de la despedida, Moisés, el flamante ciclista, se acercó al equipo de este diario para entregar un obsequio. Era una hermosa bandera llena de colores y de manos de chicos con la frase: "Gracias por dar tu tiempo, poner el corazón y compartir tu sonrisa".

 

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