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La verdadera riqueza de Falabella se queda en San Juan

El abrazo de los trabajadores a la tienda reveló la red humana y laboral que le dio vida al ícono céntrico durante 24 años.

31 de marzo de 2021

Falabella abrió sus puertas el 3 de octubre de 1997. Desde esa primera vez, la historia de la tienda se entrelazó con la de los sanjuaninos que trabajaron alrededor de las emblemáticas escaleras mecánicas. Los que estuvieron más tiempo pueden contar cómo fue tomando forma el ícono céntrico, incluso antes de que naciera.

La historia de María del Valle, una de las verdaderas “originales”, se repitió en boca de varios de ellos. Se trata de una de las pocas promotoras que contrató la empresa chilena para vender tarjetas cuando no tenía todavía una tienda en San Juan. Según los que conocen a la mujer, que permaneció como empleada hasta el final, tanto a ella como a sus compañeras del momento les fue tan bien que la firma se convenció de traer la marca a la provincia, incluso antes que a otras ciudades más grandes del país.

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Fotos Gonzalo Medina - DIARIO HUARPE

Esa fue la primera vez, aseguraron los ex trabajadores, que el empuje sanjuanino marcó la diferencia.

Las contrataciones empezaron a mediados del ’93. Flavia Ruiz y Graciela Algañaraz estuvieron entre las primeras contratadas, ingresando en septiembre de ese año. Las mujeres han compartido tantos años juntas que se consideran amigas de toda la vida. “Yo trabajaba en La Rueca y veía de la vereda de enfrente todo tapiado y tenía ganas de que empiece”, cuenta Graciela. Flavia tenía la misma expectativa y a la vez ansiedad, porque no sabía cómo iba a ser entrar a un lugar así, pero ahora, tantos años después, insiste en lo bueno que fue.

Fotos Gonzalo Medina - DIARIO HUARPE

Las dos mujeres repiten una de las frases más comunes de los que fueron parte de la tienda. “Yo tuve a mis hijos acá”, o su variante “yo me casé acá”. Es tanto tiempo en el mismo lugar de trabajo, para muchos de más de dos décadas, que se convierte también en espacio de vivencias. Muchos se giran y señalan a esos “nacidos en tienda”, adolescentes, algunos casi adultos, que fotografían a sus papás.

El espacio que daba a la tienda a aquellos que tenían hijos no era el más común a fines de los noventa. Tampoco lo es a veces en la actualidad. Una historia que refleja esto es la de Marina Carrizo, que también entró en los primeros tiempos. La mujer consiguió dos entrevistas laborales ese año, una en una cadena de supermercados otra en Falabella. En el primer lugar la rechazaron porque tenía un hijo de dos años y cuando fue, con algo de inseguridad, a la entrevista en la tienda le aclararon que eso no era un impedimento.

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Luego Marina tuvo dos hijos más y disfrutó algo de lo que la mayoría de las trabajadoras rescatan: la flexibilidad para acompañar o cuidar a sus hijos.

Marina Carrizo, una de las primeras en ingresar, ahora apostará por su emprendimiento de pastelería. Fotos Gonzalo Medina - DIARIO HUARPE

“Se acomodaban las cosas, te entendían”, sumó Flavia. Esto, dijo también, no es común en el comercio y es una de las razones por las que eran fieles con el trabajo. “Si había que llegar 15 minutos antes, todos lo hacían”, ejemplifica.

Esta relación de trabajo poco habitual en la provincia incluía capacitaciones, premios y hasta viajes. Graciela Algañaraz conoció en uno de sus viajes a Jorge Rodríguez, quien se convirtió en su marido. El mismo escenario fue el que vivieron Noelia Solís y Pablo Álvarez, también de la primera generación, y muchas otras parejas más que siguieron.

Pablo y Jorge fueron otros de los que se encontraron con emoción este miércoles. El primero no trabaja hace años en la tienda y era su esposa la que había ido a despedirse. Los hombres relataron que hasta han sido vecinos. “Es tan buena la relación que por ahí le decís a tu compañero ‘conseguí un alquiler lindo en tal lugar’ y terminás viviendo cerca. Nuestros hijos se criaron juntos” contó.

Pablo y Noelia se conocieron trabajando en la tienda y mientras trabajaban nacieron sus dos hijos. Fotos Gonzalo Medina - DIARIO HUARPE

Álvarez en la instalación de las escaleras mecánicas y hasta fue parte de la creación de las listas de regalos de casamientos. “Lo tuvimos que hacer porque se nos llenaba el depósito de regalos envueltos y después los novios quería cambiar todo” contó entre risas. Hoy por hoy tiene su propio emprendimiento que desde que su esposa se fue en septiembre es el único ingreso de la familia de 4.

Como empresario y ex trabajador, vio los dos lados y halaga la política de formar y conservar empleados de la empresa chilena. Para él, los que han pasado por el trabajo son la clave del éxito que tuvieron alguna vez. “El comercio de San Juan tiene que aprovechar, porque los que venían a Falabella ahora van a ir a los que están cerca, pero tienen que apuntar a mejor mercadería, a mejores vidrieras y también, a gente como todos ellos”, dijo señalando a los que estaban cerca.

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