Cultura y Espectáculos > 24 de agosto, Día del Lector
Los clubes de lectura se consolidan como fenómeno cultural en San Juan
Los clubes de lectura se expanden en San Juan como espacios de encuentro cultural y colectivo, donde la literatura se transforma en diálogo compartido y en una forma de resistencia frente al aislamiento de la vida digital.
El 24 de agosto, en conmemoración del nacimiento de Jorge Luis Borges, Argentina celebra el Día del Lector. Esta fecha fue instaurada en 2012 por ley nacional con el objetivo de rendir homenaje al escritor porteño y, al mismo tiempo, fomentar la lectura como práctica cultural que atraviesa generaciones. Borges, quien concebía a la lectura como “una forma de felicidad”, dejó entre sus reflexiones la idea de que un libro sólo existe cuando un lector lo anima con su mirada, y en ese espíritu se sostiene la efeméride.
Quienes expanden este sentido son los clubes de lectura en San Juan que se han consolidado como espacios que revalorizan el encuentro en torno a los libros, desafiando la concepción de la lectura como un acto estrictamente individual. En lugar de aislar, leer se vuelve una experiencia colectiva, marcada por la conversación, la interpretación compartida y la creación de sentidos nuevos que ningún lector alcanzaría por sí solo.
El contexto nacional da cuenta de los desafíos que enfrentan estas iniciativas. Según el Sistema de Información Cultural de la Argentina (SInCA), sólo el 44,2% de la población declara leer libros de manera regular, mientras que la Encuesta Nacional de Consumos Culturales de 2023 muestra que apenas un 51% de los argentinos accedió al menos a un libro en el último año. En un país donde el consumo audiovisual en streaming y redes sociales se impone por sobre las prácticas lectoras tradicionales, los clubes de lectura emergen como una alternativa para reactivar el vínculo con la literatura y "darle tiempo" a la lectura.
Uno de los espacios que más fuerza cobró en los últimos años es el club de lectura de la Facultad de Filosofía, Humanidades y Artes de la UNSJ, coordinado por Irene Penizzotto. Allí, la propuesta se centra en escritoras argentinas contemporáneas. “El club tiene como eje leer escritoras argentinas contemporáneas. La decisión nace de un interés personal, pero también de la necesidad de compartir con otros lectores un universo literario que históricamente estuvo dominado por escritores varones”, explica Penizzotto. Para ella, el valor está en el intercambio: “El sentido que construimos de los textos sobre los que conversamos es un sentido colectivo. Ni yo ni ninguna de las personas que asiste podría alcanzar ese nivel de interpretación en soledad. Hay una suerte de magia que sucede en cada encuentro gracias a los aportes de cada lector”. Esa “magia” constituye la esencia de estos espacios: el libro se multiplica en tantas lecturas como voces se reúnen en torno a él.
La Biblioteca Popular de Rawson también halló en los clubes una vía para revitalizar la relación con sus usuarios tras la pandemia. Según relata Ezequiel Manzano, “el primer club surgió en 2022, cuando la biblioteca empezaba a retomar actividades. Lo que notamos enseguida fue la conexión que se genera al leer en comunidad y la utilidad que tiene esa retroalimentación. Borges decía que el libro es una cosa entre las cosas hasta que alguien lo lee, y creemos que el club es ese instante en el que los libros cobran vida”. La cita borgeana parece cobrar una nueva dimensión en este contexto: la lectura no sólo anima al libro, sino que lo reactualiza en comunidad.
Existen además propuestas orientadas a garantizar la accesibilidad. En la Casa Natal de Sarmiento funciona el club Ratones de Biblioteca, destinado a personas con baja visión y ceguera. Claudia Echegaray, una de sus coordinadoras, detalla que allí la lectura en voz alta se complementa con estímulos sonoros, táctiles y olfativos. “Se trata de encuentros accesibles e interactivos donde analizamos los textos y compartimos opiniones. La iniciativa nació para garantizar el derecho al disfrute literario en igualdad de condiciones, y poco a poco fue sumando a más personas de la comunidad”, señala. La apuesta no es solamente cultural, sino también social y de derechos: la lectura se abre a todas las corporalidades posibles.
Similar es el espacio que coordina Virginia Ponce, poeta, bibliotecaria y promotora cultural, quien sostiene que los clubes Ratones de biblioteca de Guido Delfor Yribarren y Ratones de biblioteca de Baja Visión San juan grupo que existe desde el 26 de septiembre de 2023. Según cuenta, la dinámica se centra en la elección colectiva de un libro por mes y en reuniones donde la lectura se mezcla con la conversación, el mate y la construcción de lazos de confianza. “La idea no es solo leer, sino crear comunidad. El libro funciona como excusa para compartir experiencias, pensamientos y hasta recuerdos personales”, explica Virginia, convencida de que este tipo de espacios fortalecen el tejido social y revalorizan la literatura como un acto vivo.
En paralelo, los espacios independientes también fortalecen esta tendencia. El grupo literario Las Jinetes de la Palabra organiza el club Escritoras que dan que hablar. Su coordinadora, Janita Bondanza, lo define como un lugar de resistencia frente al aislamiento contemporáneo: “En una época en la que las pantallas nos aíslan, leer en grupo se siente como un acto de rebeldía y humanidad. Compartir la lectura multiplica y enriquece lo que cada uno interpreta. Nos une la pasión y la curiosidad, y el momento del encuentro siempre tiene algo festivo, como un fogón alrededor del fuego de cada autor y libro”.
El crecimiento también se refleja en proyectos con proyección territorial. La Red Breaking Books se consolidó en bibliotecas populares y espacios culturales de distintos departamentos sanjuaninos, con un abordaje más experimental. Ignacio, uno de sus impulsores, explica: “Romper libros no significa destruirlos, sino leer de otra manera. Hoy se lee a través del Braille, de la radio, de los podcasts, del arte o del manga. Queremos ampliar la experiencia lectora y demostrar que la lectura compartida nos ayuda a crecer colectivamente”.
El auge de los clubes de lectura en San Juan confirma que la literatura sigue siendo un vehículo privilegiado para el encuentro, la reflexión y el fortalecimiento de lazos comunitarios. Lo que alguna vez fue pensado como un acto íntimo, casi secreto, se transforma en un espacio colectivo donde las palabras no sólo se leen, sino que también se escuchan, se discuten, se cuestionan y se viven. Así, en cada reunión, los lectores no sólo celebran los libros, sino también la posibilidad de habitar un espacio común. Como sintetiza Penizzotto: “La conversación literaria en torno a un libro siempre es enriquecedora, porque construimos sentidos que de otra manera no hubiéramos podido alcanzar. Eso es lo mágico de leer en comunidad”.