Economía > Líderes mejores pagos
Los sueldos presidenciales en el mundo: del mejor pago al más bajo y su impacto político
Los salarios de los jefes de Estado reflejan no solo su remuneración, sino también la legitimidad y el modelo político de cada país, con grandes diferencias según región, economía e instituciones.
POR REDACCIÓN
Los salarios de los mandatarios a nivel global varían considerablemente según la región, la fortaleza institucional y la situación económica de cada país. Más allá de ser una cifra administrativa, el sueldo presidencial funciona como un símbolo que refleja la valoración institucional del cargo y las expectativas sobre el liderazgo político.
En países con economías sólidas y estructuras políticas estables, los sueldos elevados buscan atraer perfiles técnicos, profesionalizar la función pública y disminuir incentivos a la corrupción. Por el contrario, en estados con crisis de legitimidad o escándalos, los montos altos suelen generar tensiones sociales, alimentar discursos antisistema y convertirse en temas electorales.
América Latina presenta un escenario mixto, donde la fijación del salario presidencial se debate entre la necesidad de jerarquizar la administración pública y la presión social por austeridad. Por ejemplo, en Perú, el sueldo mensual es de S/ 16.000 (unos u$s4.300), aunque en abril de 2025 hubo polémica por una propuesta de aumento a S/ 35.568, que fue rechazada por la opinión pública y el Congreso.
En Bolivia, el presidente Luis Arce percibe Bs 24.978 mensuales (aproximadamente u$s3.600), cifra que refleja una política de contención del gasto con un discurso de austeridad heredado. En Argentina, el salario presidencial supera los $6.000.000 brutos mensuales, equivalentes a entre u$s6.000 y u$s7.000 según el tipo de cambio, ajustado por la alta inflación. En Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva recibe R$ 46.366,19 (unos u$s9.200), tras un reajuste defendido como una forma de dignificar la función pública.
En México, la presidenta Claudia Sheinbaum gana $134.290 pesos mensuales (cerca de u$s7.800), en línea con la política de austeridad impulsada por el presidente Andrés Manuel López Obrador, que limita los salarios de funcionarios para combatir el gasto excesivo.
En América del Norte, los salarios se integran en paquetes institucionales que incluyen seguridad, residencia oficial y otros beneficios. El presidente de Estados Unidos recibe u$s400.000 anuales (unos u$s33.333 mensuales) desde 2001, complementados con asignaciones para gastos personales y beneficios asociados al cargo.
En Europa, los salarios presidenciales o de primer ministro están regulados por normas claras y mecanismos de transparencia. Alemania, con el canciller Friedrich Merz, ofrece uno de los mejores sueldos del continente, con €377.800 anuales (unos €31.400 mensuales). Francia mantiene un salario más austero para Emmanuel Macron, de €142.000 anuales (€11.800 mensuales), mientras que en el Reino Unido, el primer ministro Keir Starmer gana alrededor de £164.080 al año (cerca de €190.000), sumando su sueldo parlamentario.
En España, el presidente Pedro Sánchez percibe entre €103.902 y €104.341 brutos anuales (aproximadamente €7.800 mensuales), con divulgación pública para evitar percepciones de privilegio. En Europa del Este, los salarios suelen ser más bajos, como el caso de Serbia, donde el presidente Aleksandar Vučić cobra cerca de €1.700 mensuales, generando debates sobre la correspondencia entre remuneración y responsabilidades.
Asia presenta contrastes notables. En Medio Oriente, monarquías y teocracias asignan ingresos simbólicos o basados en rentas estatales, como en Arabia Saudita, donde no hay salario fijo para el rey Salman bin Abdulaziz Al Saud. En Irán, el presidente Masoud Pezeshkian gana aproximadamente u$s2.155 anuales, reflejando un sistema donde el poder real recae en el Líder Supremo.
En Asia Oriental, el presidente chino Xi Jinping recibe un salario modesto de alrededor de u$s22.000 anuales, mientras que en Israel, el presidente Isaac Herzog percibe cerca de u$s173.000 al año, y el primer ministro Benjamin Netanyahu gana unos u$s4.200 mensuales. En India, Narendra Modi obtiene unos €24.716 anuales (aproximadamente u$s27.000), con un esquema basado en el servicio público.
En África, los salarios se ven afectados por desigualdad y fragilidad institucional. Egipto paga cerca de u$s47.000 anuales a Abdelfatah Al Sisi, mientras que en Sudáfrica, Cyril Ramaphosa recibe unos u$s223.500 anuales (aproximadamente u$s18.325 mensuales). En contraste, en Madagascar y algunos países del Congo, la información es opaca o los montos son bajos, en un contexto de pobreza e inestabilidad.
En Oceanía, Australia y Nueva Zelanda ofrecen sueldos altos en relación con el ingreso per cápita y el costo de vida. Anthony Albanese, primer ministro australiano, gana alrededor de u$s386.200 anuales, mientras que el neozelandés Christopher Luxon recibe unos u$s300.000, con revisiones periódicas y transparencia institucional. En islas del Pacífico como Fiyi y Papúa Nueva Guinea, los salarios son más modestos y han generado controversias recientes.
Los líderes mejor pagos del mundo en 2025 son: Lawrence Wong, primer ministro de Singapur, con u$s1.610.000 anuales; John Lee Ka-chiu, jefe ejecutivo de Hong Kong, con u$s695.000; y Karin Keller-Sutter, presidenta de Suiza, con u$s531.000. Donald Trump figura en el cuarto lugar con u$s400.000 anuales, seguido por Anthony Albanese, Olaf Scholz y Karl Nehammer.
En definitiva, el salario presidencial trasciende la cifra económica y se interpreta como una radiografía del modelo político, la confianza pública y la relación entre el Estado y la sociedad. En democracias consolidadas, las remuneraciones buscan profesionalizar el cargo y evitar conflictos de interés, mientras que en contextos de crisis, el monto se convierte en un símbolo de legitimidad y equidad social.