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Provinciales > Vida y fe

15 de agosto: ¿Qué celebramos en la Fiesta de la Asunción de María?

El 15 de agosto la Iglesia celebra la solemnidad de la Asunción de la Virgen María, dogma proclamado por Pío XII en 1950 que confirma su elevación al cielo en cuerpo y alma. En San Juan la Catedral ofrecerá misa en tres horarios.

POR REDACCIÓN

Hace 4 horas
Cada 15 de agosto, los católicos celebran la solemnidad de la Asunción de la Virgen María. FOTO: Gentileza

La solemnidad de la Asunción de la Santísima Virgen María, celebrada cada 15 de agosto, constituye una de las fiestas más antiguas y significativas de la tradición cristiana. Su origen se remonta al siglo V, cuando comenzó a conmemorarse como el "Nacimiento al Cielo" de María, conocida en la tradición oriental como la "Dormición" de la Madre de Dios. Aunque la devoción popular la había acogido desde tiempos tempranos, fue el 1 de noviembre de 1950 cuando el papa Pío XII proclamó solemnemente este misterio como dogma de fe, definiendo que María fue elevada al cielo en cuerpo y alma al concluir su vida terrena. En la Catedral de San Juan se celebrará misa a las 9, 11 y 20 hs.

Este dogma encuentra su fundamento en la fe en la resurrección de la carne y la vida eterna, verdades profesadas en el Credo Apostólico. María, por ser la Madre de Cristo y haber sido preservada del pecado original, no estuvo sujeta a la corrupción del sepulcro, anticipando así la glorificación que todos los redimidos alcanzarán al final de los tiempos. Su Asunción se presenta como un "signo de consuelo y esperanza segura" para la Iglesia, pues confirma la promesa de que los que viven unidos a Cristo participarán, como Ella, de la plenitud de la vida divina.

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La liturgia de esta solemnidad subraya el carácter contemplativo del misterio mariano. Los textos bíblicos, tomados principalmente del Apocalipsis y del Evangelio de Lucas con el cántico del Magnificat, invitan no a una reflexión teórica, sino a una oración gozosa. María es presentada como la obra maestra de la misericordia divina, modelo de los humildes y los pobres que confían en Dios. Su elevación al cielo proclama la dignidad del cuerpo humano, creado "muy bueno" (Gn 1,31) y destinado a la gloria eterna.

Lejos de ser una evasión de la realidad, esta certeza fortalece el compromiso cristiano en la historia. La mirada puesta en María, ya glorificada, impulsa a los creyentes a trabajar por un mundo más justo, siguiendo el ejemplo del Magnificat: alegría por la acción de Dios y atención preferente a los más débiles. La Asunción, por tanto, no es solo un privilegio único de la Madre de Jesús, sino un anticipo de lo que la Iglesia entera espera.

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En la bula Munificentissimus Deus, Pío XII definió dogmáticamente esta verdad: "La Inmaculada Madre de Dios, la siempre Virgen María, terminado el curso de su vida terrestre, fue asunta en cuerpo y alma a la gloria celestial". Con estas palabras, la Iglesia confesó que el destino de María es el destino de todos los que, como Ella, se abandonan al amor de Dios.

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