Provinciales > galería y color
Selfies, personajes, lágrimas y otros “colaterales” de la vacunación
El primer día de inmunización en San Juan estuvo lleno de contrastes y momentos que quedaron por fuera del foco principal, pero le dieron contexto a una jornada histórica.
Por Carolina Putelli
El martes 29 de diciembre será un hito histórico en la lucha contra el coronavirus en San Juan por el inicio de la vacunación. La jornada empezó bien temprano en el Aldo Cantoni y si bien la cobertura fue extensa, algunas perlitas del segundo plano merecen ser rescatadas. Las dimensiones más humanas y los “efectos colaterales” también forman parte del relato del día histórico.
El miedo de algunos y la confianza de los que saben
La primera convocatoria para colocarse una de las 2.250 dosis que llegaron este lunes tenía un ruido de fondo desde hace días: muchos juraban y perjuraban que pocos se iban a vacunar. Los encargados del operativo estaban confiados y por eso prepararon el Estadio Cerrado, con espacio más que suficiente. Pero a la vez las campañas de miedo que coparon redes y medios sembraron dudas. Funcionarios de Salud aseguraron en confianza que temían menos convocatoria de la que finalmente llegó.
A las 7:30 todo eso había quedado en el pasado, porque rápidamente se empezó a llenar el vallado previsto de profesionales que llegaban para recibir su dosis de inmunización. La mayoría eran jóvenes. Buena parte de los enfermeros y kinesiólogos que quedaron trabajando en las terapias son nuevos profesionales y este fue el primer grupo en copar la fila.
Que la primera jornada de vacunación buena convocatoria entre los que más saben, los sanitarios, fue también un mensaje para los inseguros. Además, con más dosis utilizadas, San Juan tiene una ventaja a la hora de solicitar las nuevas partidas.
Descongelar la vacuna, el momento de pura ansiedad
Los voluntarios sanitarios entraron, pasaron por el triage, el primer grupo recibió el ok para ir a las sillas. Los cinco primeros estaban en el lugar, las cámaras apuntaban y todos estaban a la expectativa. Pero la protagonista, la primera vacuna, se tomó unos minutos en descongelarse.
Es que el protocolo indica que el vial o frasco donde están las cinco dosis debe estar congelado a -20 ºC, luego se lo deja en temperatura ambiente hasta que vuelve a ser un líquido y de ahí se coloca. Todo el proceso se cumplió, pero con todos los ojos puestos en ese primer momento, la ansiedad ganó y todos preguntaban a la Jefa del Vacunatorio, a cada un minuto, “Marita, ¿ya está?”.
Lágrimas y aplausos, los efectos inmediatos
Apenas los vacunadores terminaron de colocarle la dosis a Matías Espejo, hubo aplausos entre los que estaban cerca. En las gradas, los que esperaban, también se sumaron mientras estaban sentados en las orillas. Alrededor de ese pinchazo todos estaban conteniendo el aliento y se notó el relax posterior.
Tras el mini festejo, se notaron varias lágrimas de emoción. Sobre todo de parte del personal de Salud, entre los que se repetía la idea de que, tras meses de lucha, la llegada de la vacuna podía significar un alivio. También estaban los que recientemente perdieron un familiar o un amigo por la enfermedad y pensaban qué podría haber pasado si existía una forma de inmunizar a los vulnerables antes.
Selfies, reconocimiento y chistes en el área post vacunación
Además de la solemnidad, también hubo espacio para descomprimir y reír dentro del Cantoni. Desde la fila se notaba que eran todos colegas, porque apenas iban llegando nuevos voluntarios había quiénes se reconocían y cruzaban un saludo.
Cuando entraban y se ubicaban en las gradas pasaba algo similar, pero ahí estaban bajo la atenta mirada de dos enfermeras y otras profesionales que hacían el triage y el comportamiento era más ordenado. “De un solo grito esa señora nos sienta a todos”, dijo entre risas un enfermero joven sobre la mujer que estaba a cargo del orden. Una sola mirada de la profesional con más años de experiencia y ahí quedó la broma.
Una vez en las sillas, mientras se descongelaban las vacunas, los profesionales también aprovecharon para hacerse selfies o fotografiarse entre ellos. Los enfermeros repitieron varias veces la misma broma: le preguntaban insistentemente a los vacunadores si les iba a doler el pinchazo.
En la zona post vacunación, donde esperaban por prevención unos minutos antes de salir, el humor seguía y hubo cruces de chistes. El más común, intentar unas palabras en ruso.
Los encargados de limpieza, a full
Si bien los que reciben la vacuna son aquellos que no tienen síntomas de coronavirus, la limpieza fue una de las protagonistas de la primera mañana. Era un equipo de alrededor de veinte personas repartidas en todo el estadio manteniendo todo impecable.
En los ingresos había personal tomando la temperatura pero también colocando alcohol en las manos de todos. Luego, los asientos eran constantemente limpiados. Cada vez que un grupo de cinco se levantaba alguien del equipo daba una repasada con amonio cuaternario.
Antes de entrar a la cancha y saliendo de la misma había otro trabajador poniéndole alcohol en las manos y hasta se veían más voluntarias limpiando barandas y más espacios en las que alguien podía haber tocado.
Evitando el sol y peleando por ir primeros
Cuando ya habían vacunado a los primeros 25, afuera la fila se había duplicado o hasta triplicado. Eso sí, los que fueron llegando después hicieron varias maniobras para no tener que estar al sol y la continuidad se perdía. El paseo de las palmeras, con los banquitos, el lugar “de lujo” entre los que esperaban.
El orden para ir dejando las gradas lo manejaban a pulso firme el equipo de triage y un par de veces tuvieron que reorganizar a los que querían ir antes a inmunizarse. Hubo un grupito que argumentó que habían dejado una guardia importante, pero la enfermera a cargo dejó bien en claro que el orden iba primero.