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A mal clima, buenas prácticas: cinco consejos para ganarle al estrés

Los esfuerzos se multiplican para capear la tormenta. También, lo hacen las tareas. Las estructuras se achican, quien se va no tiene reemplazo y alguien debe hacer su trabajo.

POR EL CRONISTA PARA DIARIO HUARPE

No es un año fácil. Los esfuerzos se multiplican para afrontar la tormenta y evitar que el barco se hunda. A las muchas tareas diarias, se agregan otras; cada día, más. Las estructuras se achican; el trabajo aumenta. Tanto el específico de su expertise, aquel por el cual uno fue contratado -y, supuestamente, valorado-, como el organizativo, todas las responsabilidades -de liderazgo y, también, las burocráticas- que implica estar al frente de un equipo.

En el medio, la nave pierde tripulantes. Ya sea por despidos, retiros voluntarios, inducidos o, directamente, abandono: agotado, el fusible ya no soporta tanta tensión. Quien se va no tiene reemplazo. Pero alguien tiene que cargar la mochila que deja. Uno sabe a qué hora entra a la oficina pero nunca a cuál saldrá. Y todo, por el mismo precio.

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El estrés es el efecto directo de este recargado cocktail. “La presión por cumplir las metas y objetivos, la responsabilidad, una carga excesiva de trabajo o las largas jornadas laborales son algunas de las causas que pueden ocasionar estrés laboral”, introduce un informe de Adecco Argentina, filial de la consultora global en Recursos Humanos. “El estrés en el trabajo tiene como consecuencias un bajo nivel de productividad y desconcentración. Por ello, es fundamental tener la capacidad de identificar las causas que lo provocan e intentar solucionarlo”, agrega. Ofrece cinco consejos para combatirlo.

Marcar metas realistas. “En muchas ocasiones, el estrés proviene de querer hacer varias cosas a la vez y no lograr hacer ninguna con éxito”, plantea Adecco. Todo un desafío, en el auge del mustitasking y la obsesión -propia y ajena- por tener todo hecho (y ya). “Es importante aceptar el trabajo que uno es capaz de hacer y ponerse objetivos razonables. Para ello, puede ser de ayuda crear una lista de las tareas pendientes por orden de importancia”, completa.

Tener hábitos saludables. “En momentos en los que el estrés invade la rutina, tendemos a realizar las cosas más rápido”, puntualiza Adecco. En ese sentido, recuerda que es importante no recurrir a la comida rápida. Incluso, aunque una porción de pizza, una hamburguesa o un potente sandwich sean la única gratificación al cabo de una larga y angustiante jornada. “Una alimentación sana y saludable, y el ejercicio físico, pueden ayudar a disminuir la tensión”, sugiere.

Relajarse y tomar un descanso. “Las técnicas de relajación pueden ayudar a disminuir el estrés”, recuerda el paper. “Algo tan simple como centrarse durante unos minutos en respirar profundo, dar un paseo o disfrutar del tiempo de almuerzo sin pensar en el trabajo pueden marcar una diferencia significativa”, indica. “Tomar breves descansos no hará que la carga laboral desaparezca. Pero, seguro que después de unos minutos de ‘desconexión’, uno la afrontará de otra manera”, agrega.

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Conocer qué se espera de uno. “Otro método efectivo es conversar sobre qué espera el jefe del trabajo de uno. O, también, proponerle cambios en sus tareas, en las formas de trabajo o ideas para mejorar el ambiente laboral. Además, pedirle a un jefe el orden de prioridades será beneficioso para organizar mucho mejor las tareas de uno”, explica Adecco. Un punto en el que, en el vertiginoso imperio de lo urgente, la teoría puede sucumbir ante la realidad.

Lograr un equilibrio. “Conciliar la vida laboral y la vida personal es clave para mantener una actitud positiva y no estresarse con las tareas y carga laboral en el trabajo. Es necesario poder identificar cuál es el momento justo para hacer el corte y continuar al día siguiente”. Porque por más que se intente hacer todo hoy, existe un mañana. Siempre.

Por: JUAN MANUEL COMPTE

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