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Explosión en Trinidad: dolor en el sepelio de la joven que murió
Se llamaba Melina Romero y terminó con casi todo el cuerpo quemado tras la explosión de su departamento. En el sepelio todos lamentaron una muerte que podría haberse evitado.
Por Daniela Jácamo
Faltaban cinco minutos para el mediodía de este miércoles, el sol pegaba fuerte, pero una leve brisa refrescaba todo. Justo a esa hora llegó al Cementerio de Pocito el cortejo fúnebre que traía el cuerpo de Melina Romero, la joven de 39 años que murió tras la explosión de su departamento en Trinidad.
De a poco fueron llegando varios autos que se estacionaron en inmediaciones de este cementerio ubicado en la zona de calle Aberastain y Calle 17. En pocos minutos varias decenas de personas se reunieron en la puerta del cementerio.
Varios familiares de Melina tomaron el féretro y lo llevaron hacia el interior del cementerio. De a poco todos los presentes fueron formando una larga y fila que secundaba la marcha.
Todos caminaban en silencio, algunos lloraban, otros se desplazaban como ausentes, con los ojos hinchados por las lágrimas. En este largo cortejo había muchas flores, desde grandes coronas, pasando por ramos preparados en florerías o en casas de familia, algunos hasta aportaron una única flor recién cortada de sus jardines.
Tras casi 100 metros de esta dolorosa caminata, el grupo llegó al lugar en el que descansarán los restos de Melina, la columna de familiares y amigos de la joven dobló a la izquierda y al poco andar depositaron el féretro en uno de los nichos.
En ese momento, en el que se toma conciencia de que la despedida es definitiva, casi todos los presentes volvieron a llorar. Algunos se abrazaron, pero ninguno pronunció una palabra.
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El silencio solo se partió por un quejido, un llanto desesperado: era la madre de Melina, quien en medio de las lágrimas se preguntaba cómo podría seguir adelante. Los familiares abrazaron a esta madre doliente, la consolaron, la acariciaron con devoción y tras algunos minutos la acompañaron a la puerta del cementerio.
Poco después, todos los presentes comenzaron a salir. Beatriz, la mamá de Melina, se detuvo en la puerta del cementerio, esperó allí a Juan, su marido. Los dos se abrazaron en medio del dolor por tener que despedir a una de los cuatro hijos que tuvo la familia que fundaron.
De a poco, los más cercanos a la familia se fueron sumando a este abrazo. Nadie pronunció un "te quiero", pero todos se prodigaron amor. Este abrazo grupal pareció darles fuerza para volver a sus casas después de despedir a Melina, quien dejó este mundo de manera inesperada después de que la casa en la que vivía explotara tras una fuga de gas.