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Salud y Bienestar > Perfeccionismo

El síndrome del impostor: por qué afecta a personas exitosas

La sensación persistente de que los logros se deben a la suerte y no al esfuerzo impacta en la autoestima y puede generar estrés, según la psicóloga Lucía Crivelli, jefa de Neuropsicología del Fleni.

POR REDACCIÓN

Hace 2 horas
Este fenómeno se caracteriza por la discrepancia entre el reconocimiento externo y la percepción interna. Foto: Gentileza.

El síndrome del impostor es un fenómeno psicológico que afecta a millones de personas en distintos momentos de sus vidas. La doctora en Psicología Lucía Crivelli, jefa de Neuropsicología del Fleni, explicó que hasta un 70% de las personas han experimentado esta sensación, que no es una enfermedad sino una percepción persistente de que los logros se deben a la suerte y no al propio esfuerzo.

Crivelli detalló que esta vivencia genera un temor constante a ser "descubierto" como un fraude, lo que puede derivar en perfeccionismo, autoexigencia y trastornos emocionales. En casos crónicos, incluso puede conducir al burnout, un agotamiento físico y mental severo.

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La especialista aclaró que, aunque se denomine “síndrome”, no se trata de una patología, sino de una sensación que afecta la autoestima y disminuye la productividad al minimizar el mérito individual. Según Crivelli, “en el fondo, subestimar el mérito individual impacta en la autoestima y mina la productividad”.

Este fenómeno se caracteriza por la discrepancia entre el reconocimiento externo y la percepción interna, donde incluso personas con éxitos claros sienten que sus logros no son propios. Sin embargo, la psicóloga señaló que el síndrome del impostor tiene un aspecto "adaptativo", ya que permite identificar áreas de mejora y estimula la superación personal.

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No obstante, el problema surge cuando el sesgo negativo domina y se vuelve recurrente, llevando a que la persona nunca se sienta a la altura, atrapada en un ciclo de inseguridad y sobreexigencia.

Crivelli citó el estudio de Dunning y Kruger de los años 80, que muestra que los individuos más capaces tienden a infravalorar su desempeño, mientras que los menos preparados lo sobreestiman. Este fenómeno se relaciona con el síndrome del impostor, que se alimenta de la autoexigencia y la dificultad para valorar el propio recorrido.

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Además, la especialista diferenció el síndrome del impostor de la “tríada oscura” de personalidades problemáticas —narcisismo, maquiavelismo y psicopatía subclínica—, cuyos rasgos incluyen creerse los únicos responsables del éxito y la baja empatía. Según Crivelli, estas personas rara vez presentan síndrome del impostor porque su enfoque está centrado en sí mismas.

Sobre los efectos negativos del síndrome, la jefa de Neuropsicología del Fleni advirtió que cuando esta sensación persiste, puede causar sufrimiento, estrés, baja autoestima y perfeccionismo patológico, agotando a la persona y aumentando el riesgo de burnout.

Para desarticular esta experiencia, Crivelli recomendó resignificar el error y valorar el aprendizaje: “Uno de los pasos consiste en cuestionarse: ¿Realmente fue suerte, o hubo un proceso de esfuerzo y preparación detrás?”, y agregó que es fundamental dejar de considerar el error como algo negativo, ya que equivocarse es parte del crecimiento.

La psicóloga también diferenció la autocrítica saludable del auto-boicot, destacando que el reconocimiento genuino del mérito propio es clave para desarrollar una autopercepción realista y flexible. “No reconocer el esfuerzo lleva a una autoexigencia tóxica”, afirmó.

En cuanto a estrategias para combatir el síndrome del impostor, Crivelli recomendó cuestionar la narrativa interna negativa, registrar el propio esfuerzo y aceptar los halagos como merecidos. “Nadie aprende sin equivocarse”, concluyó.

Finalmente, la especialista desmintió la idea de que el éxito implica ausencia de dudas o errores, señalando que la autocrítica forma parte del crecimiento, pero debe evitarse el auto-sabotaje para fortalecer la percepción del logro y la confianza personal.

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