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Los Caracoles, el dique que se convirtió en la viva imagen de la sequía en San Juan
Por Carolina Putelli
Los Caracoles, el primer dique aguas arriba del Río San Juan, es una sombra de lo que fue. Es el más golpeado por la crisis hídrica debido a que las autoridades provinciales decidieron guardar el agua en Punta Negra. Prácticamente todos los días, los trabajadores de la Dirección de Recursos Energéticos (DRE) desvían el poco cauce que se acumuló en este embalse al siguiente, manteniendo un paisaje desolador para los que alguna vez vieron al gigante lleno.
El paso a este embalse no es público. Llegar al paredón con sus característicos zigzags solo puede hacerse con la habilitación de las autoridades pertinentes. El titular de la DRE, Alberto Peña, fue quien acompañó a un equipo de DIARIO HUARPE durante el recorrido. Tras la garita, el camino de ripio recorre los primeros kilómetros con la imagen de Punta Negra con agua a la derecha, pero al llegar al paredón de Caracoles el escenario es totalmente distinto.
Desde la cima de la muralla de piedra y cemento hay más de 90 metros de vacío absoluto hasta llegar al agua. Tanto en las placas interminables de cemento como los cerros de la quebrada escenario natural del embalse, se ven las marcas de los que fueron los niveles de líquido en tiempos anteriores.
Es el porcentaje de llenado de Caracoles mientras casi todas las reservas están en Punta Negra.
Mirando de frente lo que queda del espejo desde el paredón, a la izquierda está la boca desde donde la turbina de generación eléctrica tomaba agua, a 50 metros del nivel que tiene ahora el lago. A la derecha se alcanzó a formar una playa de arcilla blanca, que imita la textura de La Pampa del Leoncito debido a la cantidad de tiempo que lleva seco. Las autoridades tuvieron que construir un camino y un embarcadero improvisado, porque ninguna de las obras hechas antes llega tan abajo. En ese margen, mucho más arriba, están las compuertas del vertedero, que están tan lejos que parecen no tener relación alguna con el embalse, a pesar de que hace solo 4 años volcaron agua.
El embalse llegó a este punto por la crudeza de la crisis hídrica que transita San Juan, que ha hecho que el Río San Juan baje su caudal a tal nivel que no alcanza para mantener el nivel de los tres diques que hay en su cauce. De los 1.200 hectómetros cúbicos que solía aportar, en 2019-2020 llegaron solo 600 Hm3 y todo apunta que la temporada que empezará en octubre será peor a la anterior. En este contexto, las autoridades han decidido mantener la mayoría del agua que llega en Punta Negra, explicó Peña de la DRE.
Los porqués y los riesgos de que Los Caracoles esté casi vacío
La elección de Punta Negra se debió a varios factores. Las opciones más importantes siempre fueron éste y Los Caracoles, ya que estos dos embalses, por la profundidad que tienen, conservan mejor el agua que Ullum, que puede perder hasta un centímetro por evaporación diaria.
Los Caracoles es el que más energía produce, pero con el contexto de falta de agua era probable que la generación de electricidad quedara en un segundo plano y así fue. Por otro lado, Punta Negra aporta la ventaja de un camino hasta Ullum casi sin pérdidas de fluido, gracias al canal impermeabilizado que conecta a estos dos embalses y que también permite generar electricidad en La Olla.
En octubre de 2020 empezaron a desviar la mayoría del agua a Punta Negra, dejando un mínimo por seguridad en Ullum, que requiere volúmenes algo mayores, y dejando Los Caracoles en su mínimo posible.
Es la cantidad de veces al mes que se usa el descargador de fondo, que solo debería realizarse una vez al año
Pero esta decisión no está libre de costos. El embalse construido en 2009 está trabajando con un esfuerzo extra que es utilizar diariamente el descargador de fondo, que es la última boca que permite sacar agua. Esto quiere decir que si bien queda algo de recurso, no se puede sacar, porque está todo por debajo del nivel aprovechable, constituyendo lo que se conoce como “volumen muerto”.
Pero también, el uso del descargador de fondo es una preocupación que los técnicos tienen a futuro. Esta boca, que se ve dentro del agua como una reja de ocho metros de diámetro y otros ocho de alto, debería utilizarse solo en casos de emergencia. Alberto Peña explicó que estas obras no están preparadas para utilizarse como se está haciendo ahora y el riesgo de que haya daños es alto.
“Los descargadores de fondo están pensados para emergencias, como por ejemplo que haya un sismo fuerte y se tenga que vaciar rápidamente un embalse para controlar la estructura. Por lo general se prueban una vez al año para asegurarse de que están funcionando bien y no se los vuelve a tocar”, explicó el especialista. Pero ahora, desde hace algunas semanas, los de Caracoles se abren casi 25 veces al mes, es el uso que se le daría en dos décadas y media.
Todos los días, al menos dos operarios recorren el túnel de 250 metros hasta el lugar donde están las válvulas, que son en realidad cuatro estructuras de acero de varias toneladas que abren dos compuertas de dos metros de diámetro cada una. Son dos las salidas de agua, pero el sistema funciona a doble compuerta, una que está contra el agua y la otra más apenas unos metros después. Se mueven por un sistema hidráulico que soporta toneladas de fuerza y tiene sellos de seguridad que no permiten la fuga de líquido. Todo esto bajo el paredón de varios cientos de metros.
Una vez activado el sistema, el túnel por donde ingresaron los trabajadores se convierte a su vez en una toma de aire. La fuerza del viento que se genera puede llegar a los 100km/h, aseguraron, por lo que los operarios salen nuevamente y vuelven a las tres o cuatro horas, cuando el dique dejó salir por su válvula de emergencia la cantidad de líquido que pudo reunir el día anterior y que se reservarán en Punta Negra.
Peña aseguró que si bien por ahora el proceso viene funcionando, el esfuerzo extra de los descargadores de fondo puede ser un dolor de cabeza en el futuro. “Consultamos el manual del fabricante para ver la mejor forma de hacerlo y esta fue la mejor alternativa, pero sabemos también que puede haber daños, así que controlamos todos los días”, explicó. Incluso están analizando la contratación de un robot submarino para que recorra y analice el estado del conducto de 550 metros que va desde el fondo del dique a la boca, que da al lecho del río. El problema es que el diagnóstico implica una inversión de varios miles de dólares, porque este equipamiento es raro y el alquiler caro.
Las preocupaciones son varias, pero, lamentablemente, no hay otra manera de sacar agua de Caracoles que no sea esta boca, ya que la toma para la generación eléctrica y el vertedero han quedado decenas de metros por encima del agua. La única solución definitiva llegará cuando el río vuelva a trasladar la cantidad de agua que necesita la provincia para que sus diques estén en un nivel seguro.