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Día del Canillita en San Juan: un legado de 70 años que pasó de padre a hijo

Ricardo Vedia celebra este 7 de noviembre el Día del Canillita,  gracias al legado de su padre que comenzó en la esquina de Rivadavia y Avenida Rioja, 70 años atrás.

07 de noviembre de 2023
Ricardo junto a la foto que guarda de su padre, Justo Vedia. (Foto:DIARIO HUARPE)

Cada 7 de noviembre se celebra el Día del Canillita, uno de los rubros más antiguos y que a base de mucho esfuerzo, sobrevive en medio de la era digital. Ricardo Vedia, es uno de los vendedores de diarios con más años en San Juan y el encargado de mantener vivo el legado que pasó de padre a hijo. “Sigo con esta actividad porque la amo, siempre trabajé de esto y acá voy a continuar hasta que Dios quiera”, dijo a DIARIO HUARPE.

Apenas ocho años tenía Ricardo cuando comenzó a ayudar a su padre, Don Justo Vedia, en el puesto de diarios y revistas del cruce de Rivadavia y Avenida Rioja, en pleno centro sanjuanino. El hombre, de 66 años de edad, recuerda con mucha claridad las tardes en que junto a su bici recorría las calles desde su casa, ubicada en Concepción, Capital, hasta la parada de su papá para llevar algunos diarios que habían quedado y aprovechaba el momento de volver lleno de revistas de la época que fomentaron su amor por la lectura y la actividad que años más tarde sería el sustento de su familia.

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“Mi papá comenzó hace 70 años acá, cuando cansado de hacer reparto de diarios, vendió su parte y compró esta parada. Esto empezó siendo simplemente una tarima donde se exhibían los diarios y revistas, yo hoy tengo todas las comodidades acá dentro, lo único que me falta es un colchón nada más”, reconoció entre risas el canillita más conocido de la peatonal.

Ricardo cuenta qué pasaron 45 años desde que su padre finalmente le cedió el mando y pasó a hacerse cargo del negocio familiar. Asegura que en mejores épocas, de las ventas del “Kiosco Don Vedia”, vivían cuatro familias, hoy, y por la competencia con la era digital, apenas saca lo justo para mantenerse.

Los medios comenzaron a cambiar su manera de informar y la inmediatez de las web puso en jaque a más de un canillita que no pudo con la “topadora digital”, y cerraron para siempre. “Es un rubro que va en picada libre, casi el 80% cerró, no pudo adaptarse”, comentó el hombre que pese a esto, todos los días se levanta a las 5.30 para buscar los diarios y abrir su puesto.

“Sigo con esta actividad porque la amo, siempre trabajé de esto y acá voy a continuar hasta que Dios quiera”, aseguró.

De las cosas lindas que la actividad de tantos años le dejó, el canillita recalca la cantidad de amigos que cosechó. “Ya dejan de ser los clientes de todos los días y pasan a ser amigos. Te convertís en psicólogo, en consejero, en escuchar los problemas del día a día y las situaciones familiares”, contó.

Festejos a lo grande

Cuando el puesto cumplió sus bodas de oro, los festejos llegaron a lo grande. “Cumplimos años cada 21 de septiembre. Cuando el puesto llegó a los 50 años, hicimos 40 kilos de torta que repartimos durante la mañana junto con chocolate y en la tarde, regalamos otros 40 kilos, pero esta vez con un vaso de jugo. Había que celebrar todos los años en pie y queríamos devolver un poco de lo que nos daban los clientes”, explicó Vedia.

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Mirtha, la mujer que por amor se hizo cargo de un rubro de “hombres”

Mirtha Pizarro, tiene 67 años y desde hace cinco tomó la decisión de continuar con el legado que su suegro había dejado a su esposo. Fue culpa de la diabetes declarada en su marido que comenzó a acompañarlo para cuidarlo. “Descubrí que tenía los bolsillos llenos de golosinas y por esto tuve que empezar a venir con él para cuidar su salud. Yo era docente, así que en las mañanas lo acompañaba y en las tardes hacía mi trabajo”, explicó la mujer, hoy a cargo del puesto de Avenida Libertador y calle Tucumán a este medio.

Mirtha lleva 5 años al frente del puesto de su esposo.(Foto:DIARIO HUARPE)

El tiempo fue pasando, Mirtha se jubiló y la salud de su esposo comenzó a empeorar. “Él ya no podía venir y queríamos continuar con esto, por eso tomé la decisión de seguir sola con el puesto. Me levanto temprano, retiro los diarios, hago el reparto a tres clientes muy mayores y abro el negocio. Me gusta mucho lo que hago, lo hago con mucha alegría pese a que las ventas no son las mejores”, reconoció con el orgullo de seguir llevando adelante el legado, más siendo mujer.

En la misma sintonía que su colega, Mirtha contó que lo más lindo de su trabajo es la cantidad de amigos que se hacen y las anécdotas que comparten, la complicidad que se comienza a generar con los clientes y los vecinos del lugar.

Por fortuna o no, depende de la óptica con la que se mire, Mirtha contó que el negocio no seguirá en la familia porque sus dos hijos eligieron caminos distintos. Uno de ellos es sordo y se convirtió en profesor y da clases en la Universidad de San Juan, el segundo también continuó sus estudios y hoy trabaja en una fábrica. “De este lugar pudimos darle todo a nuestros hijos e hicimos que hoy sigan sus profesiones, a costa de no continuar con todo esto”, cerró.

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