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María Corina Machado viajará a Noruega para recibir el Nobel de la Paz en medio de amenazas
La líder opositora venezolana asistirá el 10 de diciembre a la ceremonia en Oslo, pese a riesgos por presiones del régimen de Maduro. Mandatarios de Argentina, Ecuador y Panamá también confirmaron su presencia.
POR REDACCIÓN
María Corina Machado confirmó que estará presente en Oslo el próximo 10 de diciembre para recibir el Premio Nobel de la Paz, un reconocimiento internacional que destaca su defensa de los derechos democráticos y su lucha por una transición pacífica en Venezuela.
Tras semanas de incertidumbre debido a las amenazas del régimen de Nicolás Maduro y advertencias sobre su seguridad, la dirigente opositora decidió finalmente asistir a la ceremonia. Kristian Berg Harpviken afirmó: “Estuve en contacto con la señora Machado esta noche y me confirmó que estará en Oslo para la ceremonia”. Sin embargo, por razones de seguridad, no se divulgarán detalles sobre su llegada y salida.
El presidente del Comité Nobel, Jørgen Watne Frydnes, subrayó el riesgo que implica su viaje, recordando que “el régimen de Venezuela ha dicho que quiere quitársela de en medio”. Asimismo, expresó su esperanza de que se garantice la integridad física de Machado tanto al salir como al regresar a su país.
Además de Machado, asistirán otros referentes opositores como Edmundo González Urrutia, ex candidato presidencial que se exilió en España tras una orden de arresto del chavismo. González Urrutia confirmó su viaje a Noruega luego de recibir en Roma el Premio Internacional 2025 del Instituto Milton Friedman, que ratifica la persecución política que enfrenta.
Entre los mandatarios que confirmaron su presencia en la ceremonia se encuentran el presidente argentino Javier Milei, cuya asistencia fue celebrada por el equipo de campaña de Machado. En un comunicado, destacaron que “su presencia en Noruega es un gesto de hermandad continental que reafirma el compromiso de Argentina con la democracia y la defensa de los derechos humanos del pueblo venezolano”. También confirmaron su participación los presidentes de Ecuador, Daniel Noboa, y Panamá, José Raúl Mulino.
El Nobel de la Paz otorgado a María Corina Machado resalta su “incansable labor en la promoción de los derechos democráticos del pueblo venezolano y su lucha por lograr una transición justa y pacífica de la dictadura a la democracia”. Este premio amplifica la visibilidad de la crisis en Venezuela, que sigue marcada por detenciones arbitrarias, exilio forzado y creciente presión internacional contra el régimen.
Previo a la ceremonia, el partido Vente Venezuela convocó manifestaciones de apoyo en al menos 24 países para acompañar simbólicamente el reconocimiento y destacar que “la lucha de Venezuela por la libertad sigue viva”. Sin embargo, la organización aclaró que no se pudieron promover movilizaciones internas debido al clima de represión y la inseguridad para los ciudadanos.
En intervenciones recientes mediante videoconferencia, Machado enfatizó la importancia de avanzar hacia una transición política efectiva. Durante un evento con la Asociación Venezolano-Estadounidense en Nueva York, aseguró que la oposición está “más organizada que nunca”, con un liderazgo legítimo y respaldo internacional. Señaló que el desafío inmediato es ordenar los pasos para cumplir el mandato popular.
También resaltó que el pueblo venezolano “ha sufrido, pero se niega a rendirse” y que enfrenta la represión con “dignidad y fuerza moral”. Recordó el sacrificio de “exiliados y presos políticos que fueron separados de sus familias y entregaron todo por la causa democrática”.
Machado agradeció además el apoyo del expresidente estadounidense Donald Trump, a quien consideró un referente clave en la presión internacional contra Maduro, y destacó que la transición venezolana es “una prioridad”.
El escenario venezolano continúa marcado por la persecución de líderes opositores, el exilio forzado y un aislamiento diplomático cada vez mayor. La intensificación de las sanciones de Estados Unidos, incluyendo el cierre del espacio aéreo sobre Venezuela, ha complicado el comercio y la movilidad regional, afectando también a la diáspora venezolana, que sigue siendo fundamental para mantener la atención global sobre la crisis.
En paralelo, la crisis política y social se profundiza, con un régimen empeñado en bloquear cualquier avance opositor y una comunidad internacional que busca sostener la presión para lograr una transición que restablezca la institucionalidad democrática en Venezuela.